Suspense absurdo: Hitler sobrevivió
Se supone que la profesión de esa personalidad estelar que responde a la marca de Tom Cruise consiste en interpretar personajes que ha escrito un guionista y que un director pone en imágenes, pero sospecho que el control que ejerce Cruise sobre cualquier producto encabezado por él es absorbente, que su responsabilidad está presente no sólo en todas las facetas creativas, sino también en el hipercuidado lanzamiento al mercado de su criatura. Y, evidentemente, su poder está en función del éxito, de que los espectadores de cualquier parte confirmen en su paso por la taquilla que la megaestrella nunca se equivoca o, en el peor de los casos, lo hace tibiamente. Y, de vez en cuando, su cálculo se permite el lujo de aceptar personajes raritos, al límite, exóticos o negativos en el prestigioso cine de irrenunciables autores. Con resultado modélico, como demuestran su atormentado tullido de Nacido el 4 de julio, el gurú machista de Magnolia y el killer existencialista de Collateral.
VALKIRIA
Dirección: Bryan Singer.
Intérpretes: Tom Cruise, Kenneth Branagh, Bill Nighy, Tom Wilkinson, Terence Stamp, Thomas Kretschmann.
Género: drama histórico. EE UU, 2008.
Duración: 120 minutos.
Con Valkiria, Cruise retorna al cine hecho a su medida. Hasta el punto de que ya no dirige los hilos desde la sombra, sino que figura como productor. Y la promociona con infinito celo y esfuerzo. Tal vez excesivo. Logra que se me ponga la cara roja cuando, al hacer promoción de ella en España, responde a la pregunta de su entrevistador sobre las cosas que pueden inspirar actualmente a un triunfador ancestral como él con algo que no se le ocurriría ni al marketing más osado: "Usted me inspira. La gente me inspira. Venir otra vez a Madrid". Sin comentarios.
Y te acercas con sed de gran espectáculo para observar algo tan exótico como a Cruise encarnando a un personaje histórico, a un nazi bueno que intentó cargarse al demoniaco Hitler al constatar que Alemania se iba al infierno. Pero el resultado no me provoca ni calor ni frío, lo consumo con la misma indiferencia que lo olvido. Como documento histórico, no aporta nada, y como cine de acción, es rutinario. La pretendida y continua tensión tampoco existe desde el momento en que sabes que Hitler no la palmó en el frustrado atentado de sus díscolos oficiales. Les debemos a las historias de fracasos un cine memorable y algún director como John Huston cuya vocación hacia este género de conclusión sombría logró películas luminosas, pletóricas de sentimiento, suspense, emoción y vida como La jungla de asfalto, El tesoro de Sierra Madre y El hombre que pudo reinar. Aquí no logro conmoverme lo más mínimo con el retrato psicológico de esos honrados conspiradores que sabes que van a morir, ni con su mundo afectivo, ni con el desarrollo de la intriga, ni acabo de creerme a los siempre sólidos actores ingleses haciendo de oficiales nazis, ni logro entrar en el campo magnético y sentimental que pretende crear el tantas veces hipnótico Tom Cruise.
La dirige Bryan Singer, señor que empezó su carrera creando las mejores expectativas con la genuina, poderosa y retorcida Sospechosos habituales y que, desgraciadamente, se ha encargado de evaporarlas con un cine tan impersonal como mercenario. Su trabajo en Valkiria tiene aroma a telefilme con medios, a serie correcta de televisión. Con el permiso de Cruise, por supuesto.
Hitchcock se hubiera escandalizado ante un suspense tan descuidado y que no puede alcanzar el clímax porque el espectador conoce el desenlace. O sea: que, como casi siempre, perdieron los buenos.El resultado no me provoca ni calor ni frío, lo consumo y lo olvido
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