Sadomasoquismo laboral
En el colegio siempre había algún compañero-a con una rara habilidad para hacerse sangre en el dedo con la punta del compás o para disfrutar todo el tiempo posible con el típico juego de "a ver quién aguanta más la respiración sin marearse". Con la llegada de la madurez, el abandono (o no) de semejantes aficiones quizá pueda depender del encuentro con un socio para la actividad.
Justo lo que le ocurre a la joven protagonista de Secretaria, que descubre en el abogado para el que comienza a trabajar al acompañante perfecto para sus pasatiempos.
Abismo
SECRETARIA
Dirección: Steven Shainberg. Intérpretes: Maggie Gyllenhaal, James Spader, Jeremy Davies. Género: comedia dramática. Estados Unidos, 2002. Duración: 104 minutos.
Steven Shainberg y su guionista, Erin Cressida Wilson, narran la inmersión de la pareja profesional en el abismo del sadomaso de una forma más simbolista (la huelga de hambre es una muestra) que realista, lo que distancia al espectador más que repugnarlo o atraerlo.
A la película, centrada exclusivamente en la relación entre secretaria y letrado, no le hubiese venido nada mal alguna trama o personaje paralelo (con un comportamiento más basado en la normalidad) que ejerciese de contrapunto, como ocurría, por ejemplo, en la portentosa La pianista (Michael Haneke, 2001).
Pero Shainberg sólo introduce en la historia un par de secundarios de bajo peso específico (la madre y el novio de la protagonista), y además ha encargado su interpretación a dos histriones alejados de la línea más habitual: la siempre excesiva Leslie Ann Warren y el excéntrico Jeremy Davies.
Por su parte, el trabajo de la prometedora Maggie Gyllenhaal, actriz cargada de personalidad, es estupendo, algo a lo que nos estamos acostumbrando tras disfrutarla en, entre otras películas, La sonrisa de Mona Lisa y La casa de los Babys.
Mientras, el más bien limitado James Spader explota ese inquietante rostro que tan buenos resultados le dio en otra película enmarcada en el sadomasoquismo: Crash (David Cronenberg, 1996).
Secretaria, tan valiente como imperfecta, tan desconcertante como tediosa, se queda a medio camino entre la provocación y el vacío, quizá por falta de contenido más allá de su premisa.
Da la impresión de que el autor tenía muy claro desde el inicio quiénes eran sus personajes y de dónde venían, pero que en ningún momento sabía adónde llevarlos.
Babelia
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