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Reportaje:

La sequía desvela la contaminación del agua

Agricultura advierte de la pérdida de ayudas europeas por el empleo incorrecto de herbicidas

Ginés Donaire

El bajo nivel de los pantanos ha hecho aflorar de nuevo casos de contaminación del agua por el uso de herbicidas. La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) ha detectado niveles de contaminación en tres embalses de la cabecera de la cuenca: Quiebrajano, que abastece a la capital y su área de influencia; Giribaile, en la comarca de La Loma y dedicado al regadío; y el Rumblar, que abastece a la zona de la Campiña. La CHG se ha visto obligada a gastar seis millones de euros en la instalación de filtros de carbono para evitar que la contaminación llegue al agua de los domicilios. La Junta advierte a los agricultores que hagan un uso inadecuado de los productos fitosanitarios de que pueden perder las ayudas europeas de la PAC.

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En la provincia de Jaén, cabecera de la cuenca del Guadalquivir, hay varios pantanos en situación límite, a poco más del 10% de su capacidad. Al disminuir la cantidad de agua aumenta también la concentración de herbicidas arrastrados hasta los pantanos y cauces públicos por las lluvias y escorrentías y, por tanto, suben los niveles de contaminación. En el caso del Quiebrajano, se han detectado importantes niveles de Terbutilazina, un fertilizante utilizado principalmente por los olivareros, en el agua procedente del río Eliche. Aunque la normativa permite una concentración hasta 0,1 microgramos por litro, la Confederación ha llegado a apreciar hasta 11 microgramos por litro, es decir, más del 100% de lo permitido. En el Giribaile y en el Rumblar se han apreciado niveles muy bajos de Terbutilazina.

Precisamente, la utilización de los plaguicidas Terbutilazina y Simazina dejó, en diciembre de 2002, a 84.000 vecinos de la comarca de Andújar sin agua potable en sus casas durante todas las Navidades por la contaminación del pantano del Rumblar. Dos años más tarde, otros 30.000 habitantes de la comarca de El Condado sufrieron las mismas consecuencias por la contaminación del pantano del Dañador. El Ministerio de Agricultura acabó prohibiendo el uso de la Simazina en el olivar, y limitó el de la Terbutilazina.

Ahora la situación no ha sido tan dramática, al menos por el momento. En parte porque la Confederación del Guadalquivir ha redoblado los controles y análisis sobre la calidad del agua (se hacen cada dos días), y está instalando en la estación depuradora del Quiebrajano seis filtros de carbón activo con capacidad para tratar 450 litros por segundo, según indica el ingeniero jefe de la Confederación en Jaén, José Martín. Se trata, añade Martín, de una técnica puntera en Andalucía con el fin de garantizar en todo momento la calidad del agua. Son grandes estructuras con cilindros y polvos de carbón que retienen la contaminación en la estación depuradora. La Confederación sólo gestiona la red en alta (desde los pantanos a los depósitos) y en baja (hasta los domicilios) en el Quiebrajano; en el resto de embalses son los distintos consorcios gestionados por Aguas Jaén (una empresa participada por la Diputación) los encargados de controlar la potabilidad de las aguas.

Disciplina

Los agricultores rechazan que se les pueda responsabilizar en exclusiva de esta situación. "Hay más disciplina y concienciación por parte de los olivareros, que hacen un uso racional de los herbicidas", apunta Cristóbal Gallego, de Asaja-Jaén.

La Consejería de Agricultura ha advertido de que los agricultores se exponen a perder las ayudas europeas de la Política Agraria Comunitaria (PAC) en caso de un uso inadecuado de los fitosanitarios. De hecho, la condición impuesta por Bruselas para el cobro de las subvenciones introduce un código de buenas prácticas agrícolas, entre ellas la obligatoriedad de mantener la cubierta vegetal intacta en el centro de la finca donde se utilizan los herbicidas, lo que reduce de manera notable el impacto de los productos químicos en los cultivos. Además, Cristóbal Gallego señala que la tendencia de los agricultores está siendo la de utilizar cada vez más herbicidas de contacto, como el Glifosato, empleados una vez que crece la hierba, en detrimento de los productos residuales, como Terbutilazina o Diuron, que se utilizan antes de que salgan las hierbas.

Desde la Asociación de Abastecimientos de Agua y Saneamientos de Andalucía (ASA), que representa a un centenar de empresas con un volumen de negocio anual de 2.000 millones de euros y 8.000 empleos directos, se ha venido denunciando que la mayoría de los pantanos andaluces están afectados por pesticidas, algunos de los cuales se siguen utilizando a pesar de que han sido prohibidos por la Unión Europea por su fácil filtración al agua y su alta persistencia. Esta asociación ha pedido a la Administración reforzar los controles y las campañas de inspección para cerciorarse de que los herbicidas y productos fitosanitarios se utilicen de forma correcta y, si es preciso, incrementar las sanciones para quienes infrinjan la normativa.

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