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Columna
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Siempre colgado con usted, señora Faithfull

De esa dama turbia, guapa, sensual, solo puedo decir que la amaba. Su boca, sus ojos, su estilo, su pinta, el infinito sentimiento que transmitía con su preciosa voz

La cantante Marianne Faithfull, en 1973.
La cantante Marianne Faithfull, en 1973.Getty
Carlos Boyero

Que cada uno haga y sienta lo que quiera, sentenciaba mi amada madre, tradicional en su expresividad, pero liberal y ácrata en su fondo, aunque, pobrecita mía, jamás le permitieran identificarse socialmente con esas cosas. Y deduzco que el rap, el reguetón, el hip hop, son estilos en la música que forman el apasionado alimento de la gente joven. Yo, desgraciadamente tan anciano física y emocionalmente, no logro pillar el punto de su atracción, aunque esa música exprese el sentimiento y la hipnosis de las nuevas generaciones.

En mi senectud vacía de significado, con una depresión crónica en la que ya no esperas nada de nadie, a veces me alimento de sentimientos ancestrales mediante la infrecuente relación con algunas personas, o con el milagroso sentimiento que te sigue provocando el arte. En el cine, los libros, la música. Pero con la sensación de que casi todo pertenece al pasado, a ese mundo de ayer, frecuentemente maléfico, que describía el maravilloso escritor Stefan Zweig.

Y por ello percibo un sobresalto, una pena y un recuerdo infinitamente agradecido cuando me entero de que la ha palmado Marianne Faithfull. Hay músicos y cantantes a los que admiro mucho. Pero solo unos pocos me pueden despertar las lágrimas, son una inyección de vida y de sufrimiento, expresan con sentimiento épico o dolorido cosas que has sentido en tu piel y en tu alma. Me despiertan emoción y sentimientos intensos, aunque no esté necesariamente borracho. Me ocurre de siempre con Van Morrison, Cohen, Dylan, Ferré, Holiday, Joplin, Veloso. También Sabina y Serrat si hay que hacer justificada patria.

Y de esa dama turbia, guapa, sensual, conmovedora superviviente a millones de picos, esnifadas y borracheras, amante de tantos tíos incluidos los más cool como Jagger y Richards, incluso alquilando su cuerpo en el Soho en épocas desastrosas, solo puedo decir que la amaba. Su boca, sus ojos, su estilo, su pinta, el infinito sentimiento que transmitía con su preciosa voz. Me sirvió de consuelo y de plenitud. El que proporciona la belleza, la seducción, el sufrimiento trasmitido con arte. Existen dos discos suyos que he escuchado y sentido inagotablemente. Son Broken English y Blazing Away. Me acompañaron en momentos desoladores y en momentos de éxtasis. Seguirán ahí. Muchas gracias, señora. Me tocó el corazón con su voz, con su música, con su presencia.

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