‘No digas nada’: la serie sobre los ‘Troubles’ con mucha acción y poca explicación
Una ficción de nueve episodios de Disney+ adapta la investigación periodística del estadounidense Patrick Radden Keefe sobre el sangriento enfrentamiento en Irlanda del Norte
Más de cuatro décadas de la historia reciente de Irlanda del Norte recorren los nueve episodios de No digas nada, la adaptación como serie de ficción del celebrado libro de Patrick Radden Keefe publicado hace seis años en EE UU (en español en 2020). En aquella premiada investigación, el periodista estadounidense partió del secuestro de una viuda madre de 10 hijos en 1972 por parte del IRA para abordar una historia compleja y brutal: el desgarro profundo en el siglo XX de la sociedad norirlandesa, inmersa en un atroz bucle de violencia que dejó cerca de 3.500 muertos. Keefe escarbó en la desaparición de Jean McConville y el misterio que, transcurridas más de tres décadas desde que unos encapuchados la sacaran de su casa delante de sus hijos, rodeaba su muerte, incluso después de que encontraran su cuerpo en 2003. La resolución de ese crimen, a partir de las grabaciones que custodiaba la Universidad de Boston de una historia oral del conflicto en la que participaron destacados miembros del IRA, le permitió a Keefe armar con excelente pulso una historia razonada de aquellos dementes y sangrientos Troubles. Su hipótesis sobre quién mató a McConville, nunca del todo confirmada, es la que cierra la serie.
Pero lo primero que hay que enfatizar al hablar del traslado a la pantalla de esa historia es que no se emplean recursos documentales, ni metraje vintage, y que cada uno de los episodios termina con la misma frase: “Gerry Adams siempre ha negado haber formado parte del IRA”. Lo narrado se ajusta a la realidad: desde el robo de un banco por dos mujeres del IRA disfrazadas de monjas hasta el interrogatorio voluntario al que se sometió Gerry Adams en 2014 cuando la policía norirlandesa finalmente investigó el crimen de McConville, pasando por el brutal trato que recibían los presos que emprendían huelgas de hambre en las cárceles o la emboscada que sufrieron los jóvenes que participaron en una marcha pacífica a finales de los sesenta en Belfast. Los hechos en esta serie no son inventados, pero no hay pistas, ni datos al respecto. Lo único que pone la historia en contexto es una voz omnisciente que en el arranque del primer episodio, mientras se proyecta una imagen aérea de Irlanda, advierte: “La cosa con la gente irlandesa es que hemos estado discutiendo sobre la misma mierda 800 años. Esto era todo Irlanda hasta que los ingleses empezaron a gobernarlo. Los irlandeses intentaron echarles peleando, pero no pudimos terminar el trabajo y así los británicos se quedaron con un trozo en el norte y el IRA está luchando una batalla sangrienta desde entonces para reunificar el país”. Al final del último episodio hay un breve texto sobre los desaparecidos durante los Troubles, otras personas cuyos cuerpos siguen sin encontrarse.
Gerry Adams, el líder del Sinn Fein, tiene un papel destacado desde el primer episodio, y su figura es capital en la historia que se cuenta, pero el eje central de la serie es Dolours Price (Belfast, 1950-Dublín, 2013), la destacada miembro del IRA en torno a cuya vida se articula esta adaptación. Ella participó en ese proyecto de historia oral impulsado por la Universidad de Boston —unas entrevistas confidenciales que pretendidamente garantizaban el anonimato y donde el centro se comprometía a no hacer públicos los testimonios recabados hasta mucho después de su muerte—. La biografía de Price es notable y ha inspirado otros proyectos como la película I, Dolours (2018), que partía de unas charlas con ella rodadas en 2010. En la serie de Disney+ la encarnan las actrices Lola Petticrew, cuando es joven, y una fantástica Maxine Peake, en la madurez.
Hija de una familia muy comprometida con el IRA, su padre formó parte de la organización y una de sus tías maternas, Birdie, perdió los ojos y las manos mientras preparaba una bomba para la causa. Dolours se metió con su hermana Marian en el IRA cuando Belfast ardía y contribuyeron a mantener las explosivas llamas vivas hasta su detención en 1973, apenas dos años después de su ingreso, tras los atentados con coches bomba en los juzgados de Old Bailey en Londres y el Ministerio de Agricultura, que se saldaron con cerca de 200 heridos. Fueron delatadas y atrapadas antes de dejar Londres. Cumplieron condena, y cuando salió Dolours se casó con el actor Stephen Rea, tuvo dos hijos, pero no logró dejar atrás su angustia y años oscuros.
En la serie, el convulso periodo con las bombas, robos, luchas callejeras, asesinatos, detenciones, palizas, interrogatorios, delaciones y huelgas de hambre en prisión tienen buen ritmo narrativo, buena música, buena ambientación y buen reparto. La nueva versión de No digas nada aborda en los episodios finales el enfrentamiento de los combatientes y camaradas con Gerry Adams, y en los primeros la revolución que supuso la introducción de las mujeres como combatientes al mismo nivel que los hombres. La Iglesia católica apenas aparece, la triste historia de los hijos de McConville tampoco está desarrollada, los atentados se muestran como una brillante idea de Dolours Price, no así en el libro.
Al fin esta gran producción no traduce el empeño de Keefe por explicar aquel periodo, desde lo particular —el secuestro, el crimen y quien participó— hasta lo general: qué ocurrió en Belfast durante los llamados Troubles y cómo Irlanda del Norte se convirtió en zona de guerra, en qué consistió ese encarnizado conflicto, cómo fue evolucionando hasta esos Acuerdos de Viernes Santo firmados en 1998. El silencio se rompió a medias.
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