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Columna
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La boda del alcalde

Los programas de entretenimiento que no hacen jamás política se han encargado de contarnos todo al respecto del enlace de Martínez-Almeida y Teresa Urquijo

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, con Teresa Urquijo, en la sesión de constitución del Ayuntamiento de Madrid, el 17 de junio de 2023.
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, con Teresa Urquijo, en la sesión de constitución del Ayuntamiento de Madrid, el 17 de junio de 2023.Europa Press News (Europa Press via Getty Images)
Ángeles Caballero

A las doce de la mañana, la madrileña iglesia de San Francisco de Borja en Madrid será testigo del enlace de José Luis Martínez-Almeida y Teresa Urquijo. Lo sé yo y lo sabrán todos ustedes porque los programas de entretenimiento que no hacen jamás política —mi animal mitológico favorito— se han encargado de contarnos todo al respecto y tienen apostados a periodistas desde hace días para coger buen sitio. Bueno, todo aún no nos lo han dicho, porque aún no sabemos si la feliz pareja será de las que cortan la tarta y luego relamen la nata restante del cuchillo, si habrá manteo del novio y la liga de la novia se troceará como se ha hecho toda la vida de Dios en la mía y en tantas otras casas de España.

Con su boda el alcalde de Madrid ha vuelto a ser el de Filomena, “nuestro alcalde”, “el de todos” según obra y gracia de periodistas del reino, pero esta vez no ha sido por nada que tenga que ver con su gestión política, sino porque todas las cadenas nos han relatado que encontró novia por fin después de hacer aproximadamente un millón de chistes al respecto en los que lamentaba su mala suerte en el amor (otro concepto que…) con semejante percha y su chispeante personalidad.

Sabemos que son 600 invitados, que irán Juan Carlos I, su todavía esposa Sofía, las dos hijas del matrimonio y el nieto mayor. Sabemos que Isabel Díaz Ayuso irá con Alfonso Serrano en vez de con su pareja porque Sánchez no para de ponernos piedras en el camino. Que la novia es mucho más joven que él, pero no importa porque es una “chica preparadísima y discreta” que ojea vajillas en una tienda del barrio de Salamanca, que a lo mejor lleva joyas de su familia o a lo mejor no. Que se van de viaje a Maldivas, que las mesas del convite no están numeradas sino bautizadas con el nombre de los jugadores del Atlético de Madrid. Que desde hoy mismo “San Solterín” dejará de serlo, que sus compromisos profesionales le han dejado sin despedida de soltero en Marrakech —también es mala suerte— y que, quieto todo el mundo: “No he estado tan nervioso en toda mi vida, pero tampoco tan feliz”. Declaraciones recientísimas que el novio ha efectuado con la trasera del Ayuntamiento de Madrid. Para que digan que no todo es política. Para que digan que estamos en 2024. Como para no creer en el amor verdadero.

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