_
_
_
_

La sublimación de la mafia en el cine de Martin Scorsese, el hijo de sicilianos que quería ser un cowboy

Un documental de Movistar Plus+ del crítico de cine francés Yal Sadat muestra los retratos (y autorretratos) que el cineasta hace de la comunidad italoamericana a través de sus personajes

Robert de Niro (izquierda) y Martin Scorsese, durante el rodaje de 'Taxi Driver' (1976).
Robert de Niro (izquierda) y Martin Scorsese, durante el rodaje de 'Taxi Driver' (1976).
Héctor Llanos Martínez

El crítico de cine francés Yal Sadat fue uno de los expertos que votaron a finales de 2022 en la controvertida lista de las mejores películas de la historia de la publicación británica Sight & Sound que dio como ganadora a Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles, de Chantal Akerman. Él no seleccionó a la cineasta belga entre sus 10 títulos predilectos. Situó en primer lugar a Taxi Driver (1976), de Martin Scorsese, clasificada en el puesto 29. Para canalizar su obsesión con el neoyorquino —llegó a ver cinco veces seguidas The Irishman (2019), que considera un testamento vital—, decidió grabar un documental, ya disponible en Movistar Plus+, con ayuda de la guionista Camille Juza titulado Martin Scorsese: Hollywood a la italiana.

Además de encontrar una excusa para pasar dos meses revisitando sin parar las películas de su ídolo, en este ensayo audiovisual coloca al director de Casino como el héroe del relato. Como si fuera protagonista del América, América, de Elia Kazan. Scorsese ha contado a través de muchos de los personajes de sus películas la historia de la inmigración en Estados Unidos, que es la de sus padres. El niño descendiente de sicilianos que creció junto a su familia en el barrio de Little Italy, enamorado de los westerns y las superproducciones históricas de Hollywood, se convirtió en un hombre que no ha dejado de explorar sus orígenes en pantalla.

“Su cine es una búsqueda de sí mismo y una forma de definirse en sus permanentes dualidades. Se nota sobre todo en sus inicios. Se preguntaba: ¿debo ser el nuevo John Ford o el nuevo Rossellini? ¿Soy un cineasta de Hollywood o uno de Nueva York?”, comenta Sadat a este periódico a mediados de enero en París, donde presenta este documental.

Sadat aprovecha lo accesible que el cineasta era con la prensa en sus inicios para recopilar muchos de sus testimonios. Y también se beneficia de la propia pulsión documental de Scorsese. Italianamerican (1974) mostraba a los espectadores la comunidad a la que pertenecía su familia a través del día a día de sus padres, Catherine y Charles. Charlan juntos en torno a la mesa y los fogones en un momento en el que “la distancia entre Little Italy y el resto del mundo era enorme”, recuerda Sadat.

Martin Scorsese: Hollywood a la italiana muestra a un hombre que se maneja siempre entre dos mundos y que da pie al francés a reflexionar de forma más amplia sobre “qué significa cuestionar la identidad a un nivel existencial”.

Martin Scorsese y Liza Minelli, durante el rodaje de 'New York, New York' (1977)
Martin Scorsese y Liza Minelli, durante el rodaje de 'New York, New York' (1977)

“Esa reflexión es lo que hace que las películas de Scorsese sean algo más que ejemplos de buen cine: les añade varias capas de profundidad. Él siempre se está preguntando a través de ellas quién es realmente. Incluso sus películas de género cuentan con una visión sociológica y una duda existencial. En cierto modo son política, al incluir de algún modo en ellas las desventajas que afrontaban sus amigos de su barrio de infancia”, defiende el crítico de cine.

En sus tiempos universitarios Scorsese intimó con otro aspirante a director con el que compartía raíces: Francis Ford Coppola. Él le ayudó a entrar en la industria y juntos formaron junto a Brian de Palma un pequeño lobby creativo. “Pero Scorsese quería hacer cosas tan diferentes que hasta rodó un musical que era un homenaje a un clásico de los cincuenta, New York New York. En su momento, nadie fue a verla a los cines e hizo que los críticos se cebaran con él”, recuerda Sadat.

En cuanto a todos esos guiños autobiográficos, Scorsese era muy fiel a lo que había sido su vida cuando se reflejaba en algunos de sus personajes infantiles, pero, con los personajes adultos, prefería jugar a la sublimación e imaginar de qué otras formas podría haber sido su vida. “En el montaje nos dimos cuenta de esas diferencias. Algunas veces se identifica con el parlanchín, chulesco e incluso violento Joe Pesci en Uno de los nuestros. Es como si jugara a imaginarse cómo hubiese sido su destino si no se hubiese dedicado al cine”, comenta.

Precisamente, Uno de los nuestros fue para Sadat el punto de inflexión con el que Scorsese logró hermanar sus dos identidades fílmicas, la más comercial y la más autoral. “Ocurrió casi por accidente, se puede decir. Fue una mezcla de Malas calles y El color del dinero. Es casi la metáfora de ese sueño americano y del Estados Unidos más capitalista que había tratado tantas veces a través de la mafia. El lobo de Wall Street, que en cierto modo es también una película de mafiosos y trata temas parecidos, demuestra que las intenciones de su cine no han cambiado tanto, solo que ahora lo hace recurriendo a un lenguaje más cercano al del gran Hollywood, al estilo de John Ford más que el de Cassavetes”.

Puedes seguir EL PAÍS Televisión en X o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Sobre la firma

Héctor Llanos Martínez
Redactor especializado en nuevas narrativas audiovisuales (streaming, pódcast, redes sociales) y en el género documental, con varios años como autor del blog 'Doc&Roll'. Formado en Agencia Efe y elmundo.es, antes de llegar a Verne y la sección de Madrid de El País, escribió desde Berlín para BBC, Deutsche Welle, Cineuropa, Esquire o Yorokobu.
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_