Olvídense de lo que creían saber sobre Los Javis: ‘La Mesías’ es otra historia
Desde las películas más inquietantes de Haneke, no recuerdo nada que me haya perturbado tanto como esta serie
Aunque el apelativo de Los Javis sea una marca, una forma de cariño y un título de nobleza, quizá sea hora de que los que escribimos sobre ellos empecemos a citarlos como Javier Ambrossi y Javier Calvo. Incluso me atrevería a ponerles un don delante y a tratarles de usted. Ya sé que el divismo convencional no va con ellos ni con los tiempos que vivimos, pero me parecería mal tomarme confianzas con los autores geniales de La Mesías, obra mayúscula que, antes de su estreno (este miércoles en Movistar), ya es historia del arte de contar historias con imágenes.
Se me queda cortísima esta columna para el ditirambo que merece. Desde las películas más inquietantes de Haneke, no recuerdo nada que me haya perturbado tanto. No descarto que mi condición particular (me resultaba muy difícil no ver en el niño Enric a mi propio hijo) haya sesgado un poco mi visión, pero no me tengo por un espectador melindroso ni impresionable. Y, sin embargo, lo primero que hice al terminar el primer episodio fue abrazar a mi hijo y resistir la tentación de meterlo en una burbuja para librarle de todo daño.
Sería una precaución estéril, pues el mal en La Mesías lo encarna la propia madre. Y qué bien lo cuentan Ambrossi y Calvo. Qué virguerías (impresionante el trabajo narrativo con el sonido, no he oído nada igual en una ficción española), qué personajes y qué actrices y actores (Ana Rujas, Lola Dueñas y Carmen Machi interpretando a la misma madre a lo largo de su vida es una genialidad, pero está soberbia también Macarena García, en un papel muy difícil, y la constelación de secundarios de un reparto lleno de aciertos insólitos, desde Rossy de Palma a Albert Pla, pasando por Cecilia Roth). Olvídense de lo que creían saber de Los Javis. La Mesías es otra historia.
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