‘Grand Prix’: la España vacía vuelve al punto de partida
Se había avanzado un montón en la comprensión de toda esa realidad que quedaba más allá de la M-50. Y todo, ¿para qué?
La candidatura de España Vaciada en la provincia de Palencia obtuvo el domingo pasado 378 votos (un 0,39% del censo provincial). Fueron los resultados más raquíticos de uno de los fracasos más palmarios y menos comentados de estas elecciones. Llegaron a verse con grupo parlamentario propio y decidiendo gobiernos, y han acabado de extraparlamentarios. No seré yo quien haga leña de un árbol que no llegó ni a crecer. Simplemente, me pregunto: ¿dónde estaban esos votantes? Porque a Vox —que lleva intentando sacar partido del cabreo del campo desde la primera montería que organizaron— no se fueron.
La respuesta llegó el lunes, cuando Grand Prix se convirtió en el estreno más fuerte del año en televisión. La versión concursante de las fiestas populares acaparó el éxito que les fue negado a las plataformas provinciales de Soria, Teruel, Zamora et alii. En cierto modo, esto supone una vuelta al orden originario de las cosas en España.
En los últimos años se había cambiado la forma de mirar al campo, invirtiendo una inercia de siglos. Se ha vivido un debate político intenso, pero también en la universidad, en el mundo del pensamiento, en la literatura, en el arte y hasta en el cine (recordemos Alcarràs, Suro o As bestas). Se ha meditado sobre los imaginarios rurales y la importancia de los éxodos y se han periclitado muchos tópicos sobre la España negra o los chistes de paletos. Se había avanzado un montón en la comprensión de toda esa realidad que quedaba más allá de la M-50 y que para muchos solo eran paisajes encuadrados por la ventanilla del Ave. Y todo, ¿para qué? Para que Villarriba y Villabajo vuelvan a competir a ritmo de charanga. Falta que regrese Fernando Esteso a cantar La Ramona y ya estaremos todos en el lugar del que tanto nos costó salir.
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