Juana Dolores: envidiable Nerón
Barrabasadas y alegatos violentos aparte, la comentadísima entrevista en TV3 es uno de los mejores momentos televisivos del año
Me han propuesto alguna vez —y no siempre en broma— impartir un seminario para escritores tímidos o torpes que no saben vender sus libros: unos consejos para hablar en público y responder con educación a preguntas estúpidas. Hasta esta semana, me veía capaz de formar a jóvenes padawanes letraheridos, pero desde que he visto la entrevista de Juana Dolores en TV3, he renunciado: no tengo ni idea de promocionar libros. Ni idea.
Para despistados: Juana Dolores es una poeta y artista catalana que concitó cierta admiración paternal entre las élites catalanistas con su anterior libro, Bijuteria, pues representaba el ideal de la charnega catalanizada, pero ahora se ha sacudido la condescendencia disparando ráfagas gramscianas y pasolinianas en TV3 contra el independentismo, ante el rostro sonriente y apenas desconcertado de Xavier Graset en el programa Mes324, transformado en un sketch de los Monty Python.
Barrabasadas y alegatos violentos aparte, la comentadísima entrevista es uno de los mejores momentos televisivos del año y nos traslada a un tiempo donde la espontaneidad en los platós no estaba pautada. No importa que el discurso sea ideológicamente denso, delirante a ratos e ingenuo de puro dinamitero. No es más que una canción punk con cierto soporte filosófico, pero eso es más valioso que cien mil declaraciones medidas y ensayadas sobre el sentido común. Los artistas como Juana Dolores no se deben a ningún sentido común.
Ya en 1824, en una época de reacción real, Franz Schubert, el epítome del refinamiento clásico, el antipunk, escribía: “¡Envidiable Nerón! ¡Qué fuerte fuiste al destruir a un pueblo corrupto con el sonido de los instrumentos de cuerda!”. Juana Dolores recuerda algo que conviene no olvidar: todo artista furioso contiene a un Nerón ansioso por quemar la ciudad. La diferencia entre una sociedad libre y otra reaccionaria es que la primera sabe que los versos y las notas musicales no prenden.
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