Así es ‘Rapa’, el ‘thriller’ rural que descose las convenciones del género
Tras el éxito de ‘Hierro’, los creadores Fran Araújo y Pepe Coira cuentan las claves de su nueva serie, una producción de Movistar Plus+ con Javier Cámara y Mónica López
“Bueno, ¿qué hacemos ahora?”, se preguntaron Fran Araújo y Pepe Coira mientras la segunda temporada de Hierro estaba en posproducción. La pareja de creadores no son muy dados a la inactividad o el aburrimiento y enseguida establecieron el punto de partida de su próxima serie. Por un lado, el lugar, Galicia, origen de ambos; por otro, la escena inicial: un hombre perdido en la niebla en un monte se encuentra a una mujer agonizando, tendida en el suelo con un golpe en la cabeza, y escucha sus últimas palabras. Este es el punto de partida de Rapa, producción propia de Movistar Plus+ estrenada este jueves, un thriller rural dividido en seis capítulos y que juega con los tópicos del género (pareja investigadora, pequeño pueblo sacudido por el crimen…) para estirarlo y sacarlo de la zona de confort.
“Respetar el género es evitar manierismos. Hacer el esfuerzo de entender al asesino y que ese asesino esté cerca de ti es algo muy poderoso. Si no entiendes las razones por las que alguien hace algo no sabes cómo escribirlo”, defiende Coira. “Cuanto más normal sea el asesino más interesante resulta”, añade Araújo. La conversación con este diario se produjo el martes, en la cafetería de la Academia de Cine en Madrid, donde participaban en un coloquio sobre la serie, que ha generado mucho ruido antes de ser estrenada. “Cuando salió Hierro no había ninguna expectación. Y eso lo echas de menos. Pero también dices, que nos quiten lo bailado”, comenta Coira divertido, con la complicidad de su compañero.
Rapa, dirigida por Jorge Coira y Elena Trapé, es la historia de un asesinato, el de la alcaldesa de Cedeira, Amparo Seoane, y de una búsqueda policial y vital, la de la sargento de la Guardia Civil Maite (Mónica López) y la del profesor de literatura Tomás (Javier Cámara), un hombre desahuciado por la ELA, aferrado a este misterio como última razón de vida, impertinente e incómodo. “Como Javier [Cámara] genera tal grado de empatía consigues que no sea insoportable, pero el tío es un cretino. Prepotente, mal padre, mal profesor, un dechado de defectos”, resume Araújo. “La serie tiene el tono que tiene y su sentido del humor y siempre hablábamos de un personaje que no fuera el detective convencional, el tipo duro... y Javier era como nuestro sueño. Nos pareció apasionante la historia de alguien que está investigando una muerte cuando está casi muerto”. Enfrente, al lado, en una pareja con una dinámica compleja y complicada de sustanciar, una sobresaliente Mónica López. Él da palos de ciego con una voluntad que solo puede tener el que no va a perder nada pase lo que pase. Ella investiga con ahínco pero dentro de los márgenes oficiales, poco a poco más encerrada en su obsesión. “Lo que hace es dificilísimo”, concreta Coira sobre la actriz.
El asesinato es solo la excusa para abrir la mirada y mostrar un lugar y sus gentes, sus odios y rencillas, sus corruptelas. Hay en la trama odios políticos y personales, historias del pasado mal cerradas, injusticias nunca reparadas y un proyecto para construir una mina y extraer un mineral raro que destruiría el paisaje, pero llevaría a la zona ingentes cantidades de dinero. Para contar eso la serie se apoya en un grupo sólido de secundarios gallegos y en la otra pata del misterio: Norma (una enorme Lucía Veiga), la mujer que el espectador sabe desde el final del primer capítulo que es la responsable del asesinato. He ahí el otro riesgo adoptado en Rapa. O no, según se mire. “Desde el principio hablábamos de establecer una relación con el espectador en la que cosas que normalmente suceden en otro punto de la historia aquí sucedieran muy pronto. Más que cómo se va a resolver es cómo va a continuar porque el espectador se queda en un lugar que es muy difícil”, explica Araújo.
— Señalar a la culpable al final del primer capítulo es casi una ventaja porque así ya podemos contar desde ella— comenta Coira.
— Pero acuérdate que estábamos acojonados (risas). Cuando mandamos el piloto todo el mundo decía, ¿estáis seguros? Y de hecho esa decisión nos ha regalado una historia— responde Araújo.
Resulta tópico subrayar el paisaje de la zona de Cedeira como un elemento esencial de esta producción, pero la aproximación de Rapa al entorno es más orgánica, alejada de la fotografía de postal, más integrada en el relato. Así explican la relación entre la tradición de la rapa das bestas que da título a la serie, la fuerza de los caballos salvajes que todavía hay en una zona que mantiene la propiedad comunal, y el asesinato: “Ahí teníamos una cosa que ocurre también con el paisaje, cómo las cosas pueden ser suaves y duras, cómo es algo que puede ser muy armonioso y violento, es casi zen. Es algo que está todo el tiempo en la historia y era una metáfora muy potente. Porque la rapa es un rasgo de identidad potentísimo y que puede estar a punto de desaparecer”.
Es complicado contar algunas de las otras apuestas creativas sin destrozar el argumento, destriparlo para quienes se dispongan a verlo a partir de hoy. Digamos que es una serie en la que el procedimiento es tan importante como el resultado, en la que la obsesión por la verdad pesa tanto como los medios para conseguir llegar a ella, en la que el azar y los cabos sueltos juegan un papel esencial. Si el género negro en su versión más clásica o normativa tiende a reconfortar al espectador o lector a través de una imagen conciliadora del mundo, aquí no ocurre. El viaje que el espectador empieza con Norma, cuando va viendo las razones de sus actos, complica todo. “Al jugar con las dos caras de la moneda, cuando llegas al final, cuando has conseguido entender bien las motivaciones de alguien y humanizarlo y que no sea un loco estereotipado puedes decir ‘quiero que lo cojan, pero hay una parte de mí que no lo quiere”, analiza Araújo.
Hierro y su segunda parte supusieron un éxito rotundo que luego Movistar Plus+ ha repetido, por ejemplo, con La unidad y que se extiende a otras producciones, plataformas y géneros. ¿Dónde está la clave? “Entender que la ficción televisiva no es un determinado tipo de historias, o de formato, sino que es tan amplia potencialmente como la cinematográfica. Ponerse a jugar a hacer cosas de todas clases”, analiza Coira. “Libertad y presupuesto para gente que tiene mucho talento”, remata Araújo. Y en este contexto, ¿habrá continuación de Rapa? “Vamos a ver primero cómo va la primera parte”, responden casi a la vez, miradas cómplices, antes de seguir con la promoción.
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