La farsa del ‘unicornio’: la invasión de series sobre los ‘vendehumos’ de Silicon Valley
La explosión de adaptaciones sobre los batacazos recientes de negocios milmillonarios responde a una fascinación por la estafa como quimera generacional
Adam y Rebekah Neumann, el excéntrico matrimonio fundador de WeWork, estaban convencidos de que la empresa que lanzaron en 2010 “elevaría la conciencia del mundo”. Elizabeth Holmes, creadora de Theranos en 2003, vaticinó que su idea podía vencer a la muerte (“en 2025 habrá menos gente que tenga que despedirse de sus seres queridos antes de tiempo”, profetizó). Travis Kalanick, quien lanzó Uber en 2009 y transformó la cultura de la gig economy (economía de plataformas que basan su modelo en no tener personal contratado), proclamó: “Desde nuestra empresa cambiaremos el mundo o, al menos, yo lo haré”. Estos gurús pretendían cambiar el curso de la humanidad, pero la suya es la historia del lado oscuro de algunas empresas unicornio (las que han alcanzado rápidamente una valoración de más de 950 millones de euros sin cotizar en Bolsa) con unos cimientos dudosos como la precariedad laboral o el fraude, y que al final hicieron perder millones a sus accionistas.
Expertos en vender humo a base de un ego y un carisma desmedidos, los Neuman lograron a base de palabrería mística que su negocio de espacios de coworking —que funcionaba bajo el lema “WeWork: haz lo que amas” y una ética que mezclaba el empoderamiento laboral con el lenguaje espiritual y el culto a sus jefes— llegara a estar valorado en más de 45.500 millones de euros, con pérdidas igual de espectaculares (casi 95 millones de euros a la semana). Holmes se convirtió en la milmillonaria más joven de este siglo y contó tan bien su mentira sobre su proyecto de análisis de sangre personalizados que su empresa alcanzó casi los 8.500 millones de euros de valía y estafó unos 150 millones a las fortunas más viejas de su país. El pasado enero fue declarada culpable de 4 de los 11 cargos de fraude que se le imputaban. En 2017, el fundador de Uber tuvo que abandonar su cargo de consejero delegado de la plataforma de transporte compartido, valorada en 66.400 millones de euros (y que hoy sigue perdiendo dinero). Una serie de escándalos sobre la cultura empresarial de Uber, que incluían desde discriminación laboral hasta acoso sexual, acabó con su reinado en el sector tecnológico.
Todas estas historias sobre el auge y la caída en desgracia de estos emprendedores que salieron de la nada, y a los que hasta hace dos días nadie había cuestionado ni les había exigido rendir cuentas, conviven en la parrilla televisiva en una explosión de series y documentales que confirman el poder de atracción de los relatos sobre timadores. La delirante historia de los Neuman se narra en WeCrashed (Apple Tv+), una adaptación del podcast WeCrashed: the Rise and Fall of WeWork, protagonizada por Jared Leto y Anne Hathaway, y en un documental producido por el canal Hulu. Tras el éxito de The inventor, en busca de sangre en Silicon Valley, el documental de HBO sobre la historia de Theranos, Amanda Seyfried ha deslumbrado a la crítica con su interpretación de Elizabeth Holmes en The Dropout: auge y caída de Elizabeth Holmes (disponible en Disney+ desde el 20 de abril).
El advenimiento y el hundimiento del fundador de Uber, interpretado por Joseph Gordon-Levitt, se puede seguir en Super Pumped: la batalla por Uber, en Movistar Plus+. “¿Quieres trabajar en Uber? Tengo una pregunta para ti. ¿Eres un capullo?”, dice su personaje a un futuro trabajador en la serie: “Si no lo eres, nunca serás de Uber”. Toda una declaración que resume el comportamiento que se toleró en Silicon Valley en la década pasada y que ha dado pie a múltiples memorias del desencanto y de la cultura tóxica de todas esas empresas.
“He estado disfrutando de toda esta nueva cosecha de series de estafadores”, explica la periodista Anne Helen Petersen en su newsletter Culture Study, “trileros que han dado que hablar a nuestra generación, pero que también representan esta idea más amplia de lo que se necesita para tener éxito en una economía capitalista de rápido crecimiento posterior a la gran recesión”. Petersen considera que “estas series descubren algo profundamente milenial: la cultura del emprendedor hasta sus máximas consecuencias (en el inglés, la hustle culture), los trabajos enrollados y todo lo que el capital de riesgo exige a sus sujetos”. De ahí que tenga tanto sentido que las narrativas en las que se expone la farsa del entusiasmo laboral hayan invadido las pantallas.
Para Petersen, analista de cultura laboral y autora de No puedo más: cómo los millennials se convirtieron en la generación quemada (Capitán Swing, 2021), si Hollywood ha reclutado a muchos de sus oscarizados y conocidos rostros para narrar estas historias de fraudes recientes es porque estos gurús no son una anomalía, sino una consecuencia del neoliberalismo y de la precarización que han dominado este siglo. “Con estas series hay una sensación de que alguien nos susurra: ‘Mira lo que me has hecho hacer’. No puedes decidir si son imbéciles o han sido engañados para conseguir todas esas metas”, apunta sobre unas series que sostienen la tesis de que aquellos que entregaron toda su energía a esa especulación desmedida cumplían con lo que la economía más salvaje les había enseñado.
Y no solo pasa en Silicon Valley. Los productos culturales centrados en las historias de jóvenes timadores se están multiplicado en lo que va de década. Series como Quién es Anna; documentales como Fyre. The Greatest Party that Never Happened, Fyre Fraud, Bad Vegan o El timador de Tinder, o el reciente podcast Scamfluencers (que en inglés une la palabra timo con el término influencer) refuerzan la idea que la ensayista y periodista Jia Tolentino describió en La historia de una generación en siete estafas, uno de los ensayos de su antología Falso Espejo (Temas de hoy, 2020): “Para esta generación la quimera se ha convertido en la estructura dominante a la que aspirar”.
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