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COLUMNA
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‘Partisan’, una reflexión sobre la intolerancia

La serie trata el auge del supremacismo blanco, del anhelo del totalitarismo en importantes sectores de la ciudadanía del llamado “primer mundo”

El actor Fares Fares, en una escena de 'Partisan'.
Ángel S. Harguindey

En 2020 fue galardonada como mejor serie del año en el Festival de Televisión de Cannes. Y, ciertamente, es una estupenda serie que, además, invita a reflexionar sobre algo inquietante y constatable: el auge del supremacismo blanco, de la intolerancia, del anhelo del totalitarismo en importantes sectores de la ciudadanía del llamado primer mundo. Ahí está el encumbramiento de Trump o del más doméstico Vox. Hablamos de Partisan (Sundance TV), una producción sueca dirigida por Amir Chamdin y protagonizada por Fares Fares, un sueco de origen libanés conocido ya por la también excelente serie danesa Los casos del departamento Q.

El leitmotiv musical es The Partisan, de Leonard Cohen, tan coherente como toda la trama de sus cinco capítulos: “Oh, el viento, el viento sopla,/ a través de las tumbas el viento sopla./ La libertad pronto vendrá;/ entonces saldremos de las sombras”, canta el canadiense. Y así ocurre en la serie.

Una granja dedicada a la agricultura ecológica en un paisaje idílico a la que llegan dos hermanas adolescentes huérfanas y un camionero. Es una comunidad cerrada en la que conviven 200 personas. Poco a poco comprenderemos que el bucólico paisaje nada tiene que ver con quienes trabajan en Jordnära, inmersos en las sombras de lo que pretenden: la creación de una nueva Europa que, en realidad, es el viejo nazismo. Un sistema que desprecia a quienes no son como ellos, que realizan experimentos genéticos para propagar a los de su especie, con una, al parecer habitual, fascinación de sus componentes por el culto al cuerpo a través de la gimnasia y, quizá lo más inquietante, que todo ello lo hacen desde una amable tranquilidad: es el horror encubierto en una cotidiana moderación.

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