‘Vigil’ : ¿Es tan buena o tan mala como dicen?
La BBC vuelve a arrasar en audiencia y a dominar la conversación con un producto de calidad. Al final puede tener sus defectos, qué serie es perfecta, pero ya les gustaría a muchos
Vigil, el nuevo éxito de la BBC que en España se puede ver en Movistar+, venía con polémica desde que, a finales de septiembre, se emitió el sexto y último capítulo en el Reino Unido. Los datos de audiencia de una serie que superó en algunos momentos los 10 millones de espectadores y se mantuvo en una media de más de siete nos llevaron a hablar de ella en su ecuador, al ritmo de los episodios semanales que se iban viendo en España. Terminada este lunes y todavía disponible bajo demanda, nos preguntamos: ¿se merece tantos elogios o críticas?
De los productores de Line of Duty o Bodyguard (tan polémica también en su final) la serie lleva a la detective Amy Silva al interior de un submarino nuclear británico para investigar un asesinato. Dos avisos: como todo análisis pertinente de una serie una vez terminada, tiene destripes; además, la trama, especialmente al final, quizás no sea apta para personas con claustrofobia.
Hasta el capítulo tres el ritmo es impecable, le sobra, como en toda la temporada, algún flashback demasiado explicativo para engordar la trama de los personajes, pero todo funciona. Empieza a partir del cuarto a jugar con las armas más clásicas del thriller, el esto no es lo que parece y el salto mortal y, cuando el espectador cree que todo se va a complicar demasiado, llega el quinto capítulo, uno de los mejores, y deja todo preparado para el polémico y último asalto, con la detective protagonista metida en una lanzadera de torpedos por obra del espía ruso infiltrado en el submarino.
Las reacciones tras el final de temporada iban desde el análisis concienzudo de The Guardian, dos extensos artículos a favor, hasta aquellos que viralizaron teorías de la conspiración y quienes acusaron directamente a los guionistas de propagandistas rusos. No hay rastro de esto en el capítulo final. Si se confirma una segunda temporada, pueden saltar chispas.
Por supuesto que la serie tiene defectos, es un poco cursi, por ejemplo, al apostar por un epílogo con piano de fondo e historias de amor y muerte que se van cerrando, pero no es para nada un final mediocre. Al contrario. Aguanta de nuevo el envite lanzado durante los seis episodios y mantiene el ritmo — a pesar de esa mezcla entre géneros que va del espionaje al melodrama pasando por el bélico o el policial— y también la calidad sin renunciar al entretenimiento. ¿Qué quieren?
Los actores no están todos al mismo nivel, nunca lo están en una serie coral, pero el hecho de que haya tantas interpretaciones solventes y que conozcamos a muchos de ellos vuelve a mostrar el músculo interpretativo de los británicos. Sobre la trama de espionaje, cualquier aficionado al género reconocerá en la maniobra rusa la paciencia y la habilidad que se ha de tener para triunfar en este mundo de engaños y traiciones. Cada pieza está en su sitio, alguna un poco obvia, quizás. Sí, hay detalles (cómo reacciona el agente nervioso, algunas condecoraciones, el ancho de los pasillos del submarino, cierto vocabulario) que no cuadran del todo, pero no olviden que esto es un espectáculo dramático.
La BBC vuelve, en definitiva, a conseguir una audiencia millonaria y a dominar la conversación durante semanas con una producción que puede tener algunos defectos, pero que es bienvenida en un mundo en el que la serie más vista del planeta es El juego del calamar.
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