‘La templanza’, un lujoso folletín entre viñedos
La producción española de Amazon Prime Video basada en la novela de María Dueñas pasó demasiado desapercibida en la jungla televisiva
Soledad Montalvo pertenece a una familia dedicada al negocio de los vinos en el Jerez del siglo XIX. En sus planes de juventud no entraba lo que decide su abuelo por ella: se tiene que casar con un hombre mayor para no poner en riesgo el negocio familiar. Con su marido, se mudará a Londres y será madre de tres niñas. Mauro Larrea tampoco contaba con que su mujer muriera en el parto de su segundo hijo y tuviera que poner rumbo al Nuevo Mundo para intentar prosperar y asegurar el futuro de sus descendientes. Soledad y Mauro son los protagonistas de la serie La templanza, adaptación de la novela homónima de María Dueñas que, como si de una heredera espiritual de El tiempo entre costuras se tratara (comparten no solo autora del libro en el que se basan, sino también productora, Boomerang), estrenó Amazon Prime Video en marzo. Y que, como pasó por la jungla de las plataformas con más discreción de la que debiera, se merece una recomendación, aunque sea tardía.
La templanza es un melodrama con tintes folletinescos, una saga que recorre casi treinta años en la vida de los protagonistas para narrar sus caminos de auge y caída con bastantes paralelismos y que el espectador sabe que terminarán por juntarlos en Jerez. La historia de amor de Soledad y Mauro se cocina a fuego lento. Tan lento que durante la mitad de la serie, los dos protagonistas ni se conocen. Al igual que ocurría en el libro, en el que el guion de esta adaptación (que ha corrido a cargo de Susana López Rubio y Javier Holgado) incorpora algunas diferencias que favorecen la narración audiovisual, esta lujosa producción de 10 episodios se toma su tiempo para mostrar las motivaciones y formas de ser de los protagonistas. Mientras, también pinta a sus respectivos villanos, dos personajes con bastantes menos aristas que los principales.
Que el encuentro entre los dos protagonistas se demore tanto juega a favor de la serie y del interés del espectador, por paradójico que pueda parecer. Porque más que una historia romántica, La templanza es la historia de dos personajes, cada uno con su propia identidad y sus propias circunstancias, que por azares de la vida terminarán confluyendo.
Además de una gran producción y ambientación de época (el afán por reproducir el siglo XIX es tal que en bastantes escenas, sobre todo en los primeros capítulos, es complicado distinguir lo que ocurre en pantalla por la escasez de luz), destacan las actuaciones. Leonor Watling se luce con una interpretación bilingüe para dar vida a una mujer que se adapta a las circunstancias que le tocan vivir y que, cuando la salud de su marido empeora, tira del carro para intentar defender a los suyos, anteponiendo siempre el deber a su propio deseo. El colombiano Rafael Novoa encaja perfectamente en el perfil de galán luchador y perseverante en los negocios que también tiene como objetivo el bienestar de sus hijos.
La pena es que la serie no se vaya a ver en abierto, porque, por ritmo y propuesta, parece perfecta para la emisión semanal
Los dramas históricos son ya un clásico de la televisión española, casi tanto como las adaptaciones literarias. Aunque generalmente son del gusto de los espectadores, no siempre son fáciles de llevar a la práctica. De las últimas producciones, Dime quién soy (Movistar +) se podría poner como ejemplo de una adaptación que se quedó en un quiero y no puedo, con un guion que no fluía y un resultado por debajo de lo esperado. En el caso de La templanza, esos problemas no existen, o al menos son mucho menores (si nos olvidamos de su horrorosa cabecera).
La pena es que la serie, coproducida por Atresmedia Studios para la plataforma de Amazon, no se vaya a ver en abierto, porque, por ritmo y propuesta, parece perfecta para la emisión semanal, pausada, saboreando cada entrega, un ritmo parecido al de la lectura, más que el maratón que propician las plataformas. Por trama, aspecto visual, ambición y público objetivo, encajaba perfectamente en, digamos, Antena 3. Que una serie como La templanza pasara en su momento con más pena que gloria entre las propuestas seriéfilas del momento es una derrota para Amazon que les debe hacer plantearse qué hicieron mal, porque los ingredientes estaban ahí para haber logrado, al menos, un pequeño gran éxito.
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