La dama de hierro de la televisión pública
Rosa María Mateo concluye un mandato de casi tres años en RTVE marcado por el inmenso poder que ha concentrado en sus manos
“Yo he venido aquí a hacer el favor de llenar un hueco que estaba vacío”. Rosa María Mateo argumentaba así su incorporación al frente de RTVE en julio de 2018. Llegó de carambola. Un par de diputados se confundieron, supuestamente, al votar el nombramiento de un nuevo consejo de administración en el Congreso y se frustró la renovación por apenas un voto. La periodista, jubilada ya, decidió asumir el cargo “por responsabilidad” hacia una empresa en la que trabajó durante tres décadas.
Nadie tuvo tanto poder en RTVE. Era la administradora provisional única, sin un consejo al que rendir cuentas. Ni siquiera a la hora de hacer nombramientos o firmar destituciones. Ahora está a punto de ceder el testigo de una empresa con más de 6.400 trabajadores, un presupuesto de 1.100 millones, cinco canales de televisión, seis emisoras de radio, una web y una plataforma digital.
Su carácter enérgico propició serios desencuentros con los periodistas de TVE. El más grave se produjo en abril de 2019, cuando decidió, en contra de buena parte de su equipo de confianza, cambiar la fecha de un debate electoral que beneficiaba a los socialistas. Tras una sonora rebelión de los trabajadores, dio marcha atrás. También fue cuestionada la entrevista a Arnaldo Otegi y la extensa cobertura de la odisea del Open Arms y el rescate de migrantes en el Mediterráneo en el verano de 2019.
A causa del bloqueo institucional, la etapa provisional (prevista para tres o cuatro meses) se ha prolongado casi tres años. Emelina Fernández, doctora en Comunicación Audiovisual, observa que “las interinidades nunca son buenas, sobre todo, porque RTVE necesitaba y sigue necesitando legitimidad, innovación y mucha eficacia”. Y detalla: “Legitimidad para poder reclamar recursos imprescindibles con los que no cuenta. Innovación, porque el mundo audiovisual está cambiando aceleradamente y quien no está en vanguardia fracasa. Y mucha eficacia, porque los medios públicos no se pueden limitar a ofrecer lo que a otros no interesa, sino que deben de hacerlo sirviendo de referencia y ejemplo”.
Cuando se reincorporó a RTVE, Mateo tenía 76 años y una exitosa carrera profesional que se vio truncada en 2003. De aquella época ha dicho que fue expulsada de Antena 3 con un ERE “cuando el PP nombró a la señora Gloria Lomana directora de informativos” de la cadena privada. Lo dijo en una de las primeras comparecencias ante la comisión de control parlamentario y esa declaración marcó sus convulsas relaciones con el principal partido de la oposición.
Desde entonces, el PP no ha cejado en sus críticas. Ha arremetido contra “el clamoroso sectarismo”, la “purga inmoral” y la gestión “nefasta, dañina y llena de despropósitos”. “Mateo no tuvo ni un minuto de respiro”, incide Fernández, que fue presidenta del Consejo Audiovisual de Andalucía. “Todo lo tuvo en su contra y, a pesar de ello, ha dirigido RTVE con muchísima dignidad”.
Rosa María Mateo llegó a RTVE con una concisa lista de intenciones: recuperar unos informativos veraces, plurales e independientes y apostar por contenidos de servicio público en pro de la integración social y territorial.
Una de las primeras medidas fue no prorrogar Hora punta, presentado por Javier Cárdenas. Y una de las peor gestionadas, el relevo en la dirección de informativos de TVE, con la salida de Begoña Alegría y la frustrada incorporación de Almudena Ariza. La cancelación de programas emblemáticos, como La 2 Noticias, y la puesta en antena de otros como Las cosas claras desencadenaron una oleada de críticas internas y externas.
Los 31 meses de esta etapa insólita han supuesto un significativo desgaste en el terreno de las audiencias.
El grupo captaba en septiembre de 2018 una cuota de pantalla del 16,7%, porcentaje que en febrero de 2021 caía al 13,9%. TVE-1, el buque insignia de la corporación, pasaba en el mismo periodo del 10,2% al 8,6%. Mateo tenía una particular visión del hundimiento de las audiencias: “Los espectadores huyen a miles y vuelven de uno en uno. Hubo una diáspora cuando el PP se hizo cargo de TVE y ahora hay otra diáspora, la de los seguidores del PP, que también se han marchado”. La radio pública ha perdido igualmente la confianza de los oyentes y los seguidores han caído de manera notable.
Desde la perspectiva de las audiencias, la evaluación del sociólogo Javier Callejo es “bastante mala”. Incide en que “un medio de comunicación tiene distintos tipos de capital: uno simbólico, lo que significa como marca, y otro, la audiencia”. Detrás de la falta de identidad subyace el hecho de que, en principio, la etapa de Mateo se preveía “con un horizonte temporal corto y eso ha impedido establecer una estrategia de gestión y de producción”.
Callejo percibe que la corporación carece de una identidad que vaya más allá de los informativos, donde se concentra el ruido. “Ha faltado estrategia como gran medio de comunicación, sobre todo en áreas como la transformación digital o la innovación. Los informativos del canal público tienen una capacidad de recursos de profesionales y de medios técnicos muy superior a los de las privadas, pero no se ha gestionado bien. En TVE, los telediarios enganchaban al resto de los programas y eso se ha dilapidado”.
El problema, como apunta un directivo de la cadena, es la crisis de reputación de RTVE, además de su incapacidad de poner en la parrilla productos atractivos para el espectador. En estos últimos tres años, TVE ha vivido de las rentas. Ningún gran éxito quedará asociado en la memoria colectiva a la etapa de Mateo. Ni siquiera Prodigios.
El “teatrillo” de comparecer en las Cámaras
Antes de asumir el cargo como máxima responsable de RTVE, Rosa María Mateo tenía el convencimiento de que las comparecencias ante la comisión mixta Congreso-Senado de control eran un “teatrillo”. Pronto comprobó que eran, además, un teatrillo desagradable y aburrido. “En fin, hay que atenerse a él porque la ley así lo dice y entonces la democracia lo merece”, admitió.
En su última cita en el Senado, a finales de febrero, reprochó al PP haberla sometido a un calvario durante los 31 meses de su mandato. En ese tiempo recibió una larga ristra de descalificaciones por parte de los partidos de la oposición: “incompetente”, “corrupta” y “nefasta gestora”, entre otros. Fue acusada incluso de “politizar como nunca el ente público” y de convertir TVE en “la televisión más manipulada y sectaria de todas las cadenas públicas europeas”.
Mateo nunca se calló. A un diputado del PP le llamó “mezquino y miserable”, tras haberle mencionado una sociedad en la que participaba su hijo. “Por mucho que algunos de ustedes me ataquen, me acosen o me difamen, no van a manchar mi legitimidad, la legitimidad que me otorgó este Congreso con 180 votos”, dijo.
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