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Álvaro Benito: “El fútbol nunca puede ser un drama”

El exjugador es uno de los comentaristas que ha heredado de Michael Robinson una forma de contar el deporte con naturalidad y humor

El comentarista Álvaro Benito, en un plató de Movistar+, el 7 de enero.
El comentarista Álvaro Benito, en un plató de Movistar+, el 7 de enero.INMA FLORES (EL PAIS)
Manuel Morales

En un calendario futbolístico con pocos días sin competición, a Álvaro Benito (Salamanca, 44 años) se le acumula el trabajo: comentar los partidos en directo y el análisis de la jornada en la programación de Movistar+, hacerlo también en el Carrusel deportivo de la cadena SER, su columna de As... y este exjugador tiene aparcada, que no descartada, otra de sus pasiones: la música, con su grupo, Pignoise, con el que prepara material para cuando se pueda volver a dar conciertos. Él es uno de los comentaristas que ha tomado el relevo del añorado Michael Robinson a la hora de contar el fútbol de una forma distinta, junto a compañeros como Gerard López, Gustavo López o el más veterano, Jorge Valdano. Benito empezó en los medios en 2008, cuando le llamó Josep Pedrerol para el programa Punto Pelota. “Al principio le dije que no porque la música me tenía absorbido, pero me insistió. Fui, me puse a hablar y algo se removió en mí”, dice Benito en la redacción de Movistar+.

En 2015, Jesús Gallego le invitó al Carrusel, en un momento en que había comenzado a entrenar a chavales. Precisamente, unos comentarios durante un Madrid-Barcelona en la SER motivaron su despido como entrenador en la cantera del Madrid. “El paso definitivo”, señala, le llegó con Movistar+, donde disfruta de su tercera temporada. “Soy natural, me dejo llevar por mi forma de ver y expresar el fútbol porque si no, no queda creíble. No le pongo aderezos”, añade.

Álvaro Benito era un zurdo rápido, con regate y buen disparo, que empezaba a hacerse un hueco en el Madrid. Hasta que una gravísima lesión de rodilla, la temible tríada, en un partido con la España sub 21, en 1996, cuando solo tenía 19 años, y un accidente de coche que le afectó a la misma zona, cuatro años después, le apartaron de la práctica profesional. Sufrió nueve operaciones. “La única espinita que tengo es no haberme visto en mi plenitud como futbolista, saber qué jugador habría sido con 25 años. Cuando volví, no era ni el 50% del que fui”.

Hoy lo que le toca es explicar “los porqués de lo que ven los aficionados por televisión”. “El amante del fútbol cada vez se interesa más, y eso se ve en las nuevas generaciones, por saber qué está detrás de que, por ejemplo, a su equipo le cueste ganar a un tipo de rivales, o qué motivo hay para que jueguen así…”. Sí, pero cómo contarlo para que sea atractivo. Benito destaca por sus comentarios certeros, eso que llama “saber leer lo que está pasando en el partido”. “La gente que está en casa no quiere que le des la chapa. Tienes que dar con cinco claves que las entienda cualquiera. Ni palabras muy técnicas, ni ser muy simple”. Así llega a una interesante comparación: “Hay que sintetizar para el espectador igual que para el futbolista. Este tiene un tiempo limitado de escucha y si lo aburres, no te escucha”. A que eso no suceda ayudan las pizarras, tanto en el análisis de un encuentro como en los vestuarios: “Ahí se entiende mejor”.

Pero para que no resulte solemne, el rasgo distintivo de esta manera de explicar el fútbol, de la que hizo escuela Robinson, es tirar de humor, sobre todo en el clásico El día después. “Me siento cómodo. El fútbol nunca puede ser un drama. Es para disfrutar, incluso cuando no ganas. No es para sufrir, ni para que te entristezca. Eso le decía a los chavales cuando entrenaba”.

Tampoco es coser y cantar. Benito reconoce que lo más difícil no es hablar, “sino adaptarse a los ritmos y espacios que te marcan, en cuánto tiempo tienes que comunicar algo y saber cuándo hacerlo”. Y luego está el factor externo: “No todos los partidos tienen qué contar, unos se comentan solos y en otros hay que hacer agujeros para encontrar el petróleo”, ríe.

Para factor externo condicionante, el jugar sin público por la pandemia. El pasado 5 de enero, EL PAÍS se hacía eco de un estudio a nivel internacional que señala que sin la presión de la grada, los equipos locales ganan menos, se señalan más faltas en su contra y reciben más tarjetas. “Claro que el entorno influye y afecta a árbitros, futbolistas… Si sales a un campo y hay 50.000 personas, tu cuerpo se pone en alerta. Pero ahora, esas teclas para salir con tensión las tienes que generar tú”. El comentarista apunta que los futbolistas con los que ha ido hablando le han confirmado que les ha costado adaptarse.

De esos excompañeros o entrenadores a veces debe hacer algún comentario crítico, que Benito siempre intenta “desde el respeto”. “Los futbolistas son personas, tienen familiares, que quizás te están escuchando. Y representan a un escudo por el que sienten afinidad sentimental miles, quizás millones, de personas. Con las palabras adecuadas, puedes decir lo que sea. También es mi trabajo, pero si te ganas el respeto por cómo te expresas, luego puedes emitir una crítica”.

Cómodo en YouTube

Además de su presencia en televisión, Benito tiene un canal de YouTube al que sube píldoras con comentarios sobre jugadores o aspectos del fútbol. “Me siento cómodo porque no tengo limitación de tiempo, pero me ha costado lo de las redes. Vivimos en una sociedad de autobombo: ‘Mira qué guapo soy, mira lo que acabo de hacer, lo que acabo de decir...”. El exjugador recuerda que cuando empezó en el Madrid su vida cambió. “Pasé de ser un universitario a no poder salir ni a la puerta de la calle. Le decía a mi padre: 'Yo no quiero ser famoso'. Y él: ‘¿Tú quieres jugar en el Madrid? Pues viene con eso’. Sé que soy famoso por todo lo que he hecho, pero no ejerzo de famoso”.

Sobre la firma

Manuel Morales
Periodista de la sección de Cultura, está especializado en información sobre fotografía, historia y lengua española. Antes trabajó en la cadena SER, Efe y el gabinete de prensa del CSIC. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y máster de Periodismo de EL PAÍS, en el que fue profesor entre 2007 y 2014.

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