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Columna
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Un cadáver en el armario

Si se contempla ‘¿Quién mató a Daigoro Tokuyama?’ la conclusión lo certifica: las púberes son un misterio insondable

Imagen: fotograma de '¿Quién mató a Daigoro Tokuyama? Vídeo: apertura de la serie.
Ángel S. Harguindey

Un síntoma del envejecimiento es que cada vez se entiende menos a los adolescentes. Si, además, son japonesas, lo apropiado es tirar la toalla en el primer capítulo. Pero si por el contrario se contemplan los 12 de que consta ¿Quién mató a Daigoro Tokuyama? (Amazon Prime Video), aunque afortunadamente de menos de 30 minutos cada uno, la conclusión se mantiene: las púberes son un misterio insondable.

En la escuela privada Keyaki, las alumnas de 3º C descubren al entrar en la clase que su profesor, el señor Tokuyama, está muerto. El desconcierto entre las alumnas es similar al del espectador de la serie al comprobar que la primera reacción del alumnado es hacerse selfis con el difunto. Superado el inicial trauma, el sufrido espectador comprueba también que la fuente esencial de la sabiduría de las jóvenes es la televisión: las decisiones las toman en función de si lo han dicho, o no, en el electrodoméstico. Añádanle que las alumnas se comunican con frecuencia con mensajes de WhatsApp aunque estén todas juntas, y el resultado es la perplejidad de quien dejó de ser adolescente hace décadas.

Naturalmente el ya muy experimentado Yasushi Akimoto, guionista y productor, sabe que con selfies y WhatsApp no se crea una trama, que hace falta algo más: por ejemplo, averiguar quién mató a Daigoro Tokuyama. Y puesto que el coeficiente mental de las adolescentes no es excesivo, lo apropiado es que oculten el cadáver en un armario a los profesores, al director, al conserje, a la policía, al hermano de la víctima y a su santa esposa, que irán pasando día a día por el escenario único de la serie: la clase de 3º C, mientras Tukuyama se pudre. Inolvidable.

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