Cumpliendo
Tal vez habría que cambiar la rutinaria felicitación de Año Nuevo por el pragmático sálvese quien pueda
En los tiempos del cólera se sigue deseando al prójimo felicidad para el nuevo año. Yo también lo hago. Supongo que rutinariamente, contra la realidad y la lógica, con la vagancia de las frases hechas y los lugares comunes. Tal vez habría que cambiarlo por el pragmático que se salve quien pueda y los que quieran. Y a los que la nube negra les resulte intolerable que pudieran apagar sin el menor dolor, con placidez, el definitivo interruptor de la luz. Ha legalizado la piadosa e inaplazable eutanasia. Por algo se empieza. Y en el colmo de la nostalgia (¿o del masoquismo?) uno puede seguir emocionándose con aquella preciosa canción de Lucio Dalla que aseguraba: “Ah felicidad, en qué tren de la noche viajarás. Yo sé que pasarás, como siempre deprisa y que no te detendrás”.
Constato en la insoportable televisión la exaltación de aquello tan negociable de que mientras hay vida queda la esperanza, al repetir hasta la obscenidad imágenes de gente muy anciana que manifiesta su inmensa alegría al recibir la salvadora vacuna. Son los primeros, junto a discapacitados y sanitarios. Ojalá que prolongue la existencia de los que pese a sentirse devastados se empeñan en permanecer en este mundo. Pero espero, en nombre de la decencia y de la ética, no se le ocurra al márketing televisivo abarrotar sus informativos con secuencias de discapacitados expresando su infinito agradecimiento a los benefactores por haber sido los primeros en la lista para recibir la milagrosa inyección. Y no es caprichoso que recuerde Plácido y Viridiana.
Continúa el bochorno, además de preguntarme en qué coño consistirá el lema surrealista del Gobierno al afirmar: “Cumpliendo”. O el del PP: “Activemos España”. Mientras que se acuchillan, por supuesto. Y los invulnerables con su eterna brasa de que no pueden dormir pensando en los más vulnerables. Qué risa. Qué grima también.
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