Ridley Scott: “La religión, la política y la tecnología son lo mismo y se controlan entre sí. Deben ser separadas”
El cineasta aterriza en televisión con 'Raised by Wolves’, una serie de ciencia ficción ubicada en un mundo donde la tecnología ha reemplazado a la religión
Ridley Scott, director de Alien y Blade Runner, y para muchos uno de los padres del cine de ciencia ficción contemporáneo, regresa a la pequeña pantalla, donde se forjó en los sesenta, para dirigir por primera vez en su carrera un episodio piloto. Raised by Wolves se ve en España en el canal TNT pero en Estados Unidos, donde es el proyecto estrella de la nueva plataforma HBO Max, nace con la responsabilidad de repetir lo que Juego de tronos hizo por HBO. Pero esta vez no se trata de una serie de fantasía, sino de ciencia ficción para los muy cafeteros.
Scott entró en el proyecto como productor pero asegura que su intuición le acabó llevando a dirigir los dos primeros capítulos “para marcar el ritmo y la cadencia de los personajes”, dice por videoconferencia, que comparte con los ladridos de su perrito. Cuando se trata de androides, del amanecer de una civilización y de mujeres fuertes, el director de Blade Runner, Alien y Thelma y Louise tiene experiencia de sobra. También en Raised by Wolves, los androides sueñan con ovejas eléctricas más de lo que les gustaría. Tras una guerra mundial que ha destruido la Tierra, un Adán y una Eva autómatas (Padre y Madre) son destinados a un nuevo planeta con la misión de repoblarlo y educar a un grupo de niños en un único dogma: la tecnología. Pero esta nueva oportunidad para la humanidad será boicoteada, claro, por humanos. Unos supervivientes terrícolas encuentran el planeta y lo reclaman para sí. Travis Fimmel (Vikingos) interpreta a uno de ellos, que empieza no creyendo en nada y acaba convencido de que es un mesías.
“De niño fui educado en la fe protestante y hasta cantaba en el coro de la iglesia” recuerda Scott. “La idea de la religión nunca me resultó del todo auténtica, pero siempre he creído que hay algo más. Así que acabé siendo lo que se llamaría agnóstico. En otras palabras, más me vale creer en Dios por si acaso. Entonces vi 2001, una odisea en el espacio. Al final de la película, un astronauta se embarca en un viaje con una máquina. A Kubrick le preguntaban constantemente lo que significaba y él o no sabía la respuesta o no quería darla. Yo pensé sobre ello y se me ocurrió que lo que llamamos Dios quizá sea una inteligencia que nosotros sencillamente no podemos comprender. ¿Es ese llamado poder tan específico como un objeto o una persona? Quizá no. Quizá sea algo que no podemos comprender”.
En el universo de Raised by Wolves, la tecnología ha reemplazado a la religión porque la humanidad ha evolucionado y madurado demasiado para seguir creyendo en (tal y como lo describen los androides) “cuentos de hadas”. Los humanos que quedan son devotos de un tal Saul y se empeñan en imponer su dogma, sin valores ni moral que guíen la conducta: uno cree en Saul y punto. La religión es más un concepto abstracto que una práctica concreta. La fe en la tecnología está más definida: conlleva aceptar tu misión, ejercer el pacifismo y respetar la existencia de todos los seres sin egoísmo. Pero también hay que aceptar que la muerte es el final.
El creador de todo esto, Aaron Guzikowski, considera que la humanidad se comporta como si los avances tecnológicos fuesen a revelar un propósito o significado superiores. “Y en este sentido, la tecnología no es tan diferente de la fe. Se da una tendencia a idolatrar la tecnología, a reunirnos en torno a ella. Las compañías tecnológicas tienen sus propios devotos”, analiza. Scott critica que el ser humano haya recibido varias advertencias y no quiera hacerse cargo de ellas. “Las maravillas de la tecnología son estupendas, pero debe tener sus propios recursos y su propio sentido común. Nos avisaron de la covid-19 hace cinco años y no escuchamos. Ahora no estamos mejor que en 1919. ¿Cómo puede pasar eso? ¿Estás de broma? La gente no está prestando atención a lo que tiene delante de sus narices. Es estúpido. La religión, la política y la tecnología son lo mismo y se controlan entre sí. Deben ser separadas” afirma.
El conflicto de Raised by Wolves acaba derivando en los niños. Los chavales soportan como pueden el peso del futuro de la especie humana sobre sus pequeños hombros, mientras sus padres (biológicos, adoptivos o impuestos) debaten sobre cuál es la mejor forma de educarlos. La androide tiene ciertas ventajas (puede hacerlos dormir a su antojo o rastrear su ubicación), pero carece de toda empatía. El humano considera que los niños son su propiedad. “Mi madre nos educó a mí y a mis dos hermanos. Ella era el hombre de la casa, porque mi padre trabajaba en un alto rango del ejército, y obviamente hizo un buen trabajo. Siempre sentí un gran respeto por mi madre y jamás he tenido una discusión en torno a la fortaleza de las mujeres. Siempre he contado con mujeres fuertes: Sigourney Weaver, Thelma y Louise, La teniente O’Neill. Contraté a Amanda Collin (Madre) para que fuese tanto masculina como femenina, pero más femenina. Para su imagen tenía en mente a David Bowie” explica el director.
Según Raised by Wolves, en un par de siglos los conflictos matrimoniales serán similares a los de hoy: desequilibrios de poder entre la madre y el padre, niños que hacen exactamente lo contrario a lo que les ordenan (en este caso, creer en Saul). El órdago que lanza la serie es que el espectador no podrá ponerse del lado de nadie. Una Virgen María 2.0 recibe con ira la noticia de que el fruto de su vientre es la única esperanza de la humanidad (“pues no lo quiero”) y los androides, para su desgracia, acaban pareciéndose a los humanos. ¿Soñarán ahora con reuniones del AMPA?
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