Duelo televisivo en la alta política estadounidense
El reto de convertir las Convenciones Demócrata y Republicana en grandes eventos audiovisuales para un público en cuarentena ha recaído en un puñado de veteranos del mundillo
“Este es mi prometido y no podría estar más orgullosa de este hombre de lo que lo estoy en este histórico momento”. El mensaje lo compartió en Facebook Janis Friedlander Svendsen, exejecutiva de marketing y presidenta de una organización benéfica, junto a una fotografía casera. En ella se veía a su prometido, Glenn Weiss, descalzo, en camiseta y pantalón corto, en una habitación llena de cables y pantallas de televisión de todos los tamaños, divididas cada una en múltiples cuadraditos, en los que se aprecian banderas estadounidenses y planos medios de señores con corbata. “Lleva meses con interminables llamadas de Zoom trabajando en aspectos de la producción y dirigiendo la Convención Nacional Demócrata”, explicaba la novia (a la que, por cierto, Weiss le pidió famosamente matrimonio en directo en una gala de los Emmy). “Primero se iba a ir a Milwaukee, después a Delaware y al final, como había tantos directos en remoto, ha hecho que se le instale una sala de control entera en nuestra casa”.
Un total de 287 ponentes, 50 de ellos en directo. Conexiones con el público en sus casas. Miles de personas involucradas. El productor y el director separados por más de 4.000 kilómetros. Y el centro de control en el salón de una casa de Brentwood (California), en medio de una ola de calor, funcionando con el servidor casero de Internet de Weiss y con el respaldo de un generador en el jardín trasero que el propio director encendía cada día 15 minutos antes del show.
Cuando, después de meses de cambios de planes impuestos por la pandemia, el Partido Demócrata tomó la decisión de renunciar al tradicional espectáculo en vivo y que su Convención Nacional sería un evento enteramente virtual, el director Glenn Weiss y el productor Ricky Kirshner se enfrentaron a un trabajo distinto a cualquiera que hubieran abordado en sus largas carreras. Ocho horas de televisión, divididas en cuatro noches, con piezas emitidas desde decenas de localizaciones desperdigadas por todo el país. Con varios premios Emmy a sus espaldas, nueve Kirshner y 14 Weiss, y una nueva nominación para la edición de este año por su labor conjunta en la ceremonia de los premios Tonys de teatro de 2019, tenían clara al menos una cosa. “Lo primero que dijimos es que esto no iba a ser una gigantesca llamada de Zoom”, explicó Kirshner en Variety. “Todo nuestro plan era cómo hacer que esto parezca televisión en directo”.
La convención resultó ser un espectáculo televisivo de lo más entretenido y eficaz, elogiado por figuras de ambos partidos, que colocó el listón alto para la Convención Republicana, que termina este jueves con el discurso de aceptación de Donald Trump. Un presidente con amplia experiencia televisiva, que ante la magnitud del reto decidió recurrir a uno de los productores de The Apprentice, el reality show que le lanzó al estrellato antes de emprender su carrera presidencial. Se trata de Sadoux Kim, que ejerció de consultor jefe de la producción de la Convención, según informó The New York Times. Kim también fue jurado de Miss Universo cuando Trump era propietario del show. Junto a Kim trabaja también Chuck LaBella, exejecutivo de entretenimiento de la cadena NBC, que ayudó a producir una pieza satírica sobre Trump en Comedy Central.
Contaron con aún menos tiempo que los demócratas para montar su espectáculo televisivo. El presidente renunció a sus planes de celebrar una convención tradicional en Jacksonville (Florida) apenas un mes antes de la fecha en que había de tener lugar. Cuatro semanas para un espectáculo de cuatro días, que suele prepararse con un año de antelación y que los demócratas, que descartaron antes la idea de la convención tradicional, planearon durante meses.
Un puñado de asesores del presidente, que incluía a su nuera, Lara Trump, según Politico, se sentaron ante una pizarra en blanco. No había un presupuesto establecido, ni un elenco de participantes, ni una sede. Para mayor estrés, el propio presidente, gran amante de la televisión, ha estado encima de cada detalle, corrigiendo una y otra vez la duración de cada discurso, y decidiendo cuáles debían ser grabados y cuáles en directo. También la primera dama ha estado implicada de cerca en la producción.
El resultado, en ambos casos, fue un innovador y poderoso producto televisivo, pero con menos audiencia que las convenciones tradicionales de hace cuatro años. Una caída del 29% para los republicanos, y del 27% para los demócratas, en la primera noche. El dato tiene truco: debido al auge del streaming digital, las audiencias de televisión son en general bastante más bajas que hace cuatro años. Y millones de espectadores vieron las convenciones directamente en sus ordenadores con la señal ofrecida en redes sociales, periódicos o por los propios organizadores. Respecto a si hubo un ganador, en la primera noche se impusieron los demócratas: 18,7 millones de telespectadores frente a 16 millones para los republicanos. Esos sí, como siempre, la cadena preferida para verlo fue Fox News, la preferida de los republicanos.
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