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Paca La Piraña: “Me quité del puteo para cuidar a mi madre”

La artista, una de las pregoneras del Orgullo LGTBI+, se interpreta a sí misma como mejor amiga de La Veneno en la serie homónima de los Javis que vuelve esta noche a la pantalla

Paca La Piraña, artista.
Paca La Piraña, artista.B.P.
Luz Sánchez-Mellado

Quedamos en su casa de Madrid, un minúsculo piso que le paga la productora de la serie, y donde ha pasado el confinamiento “muerta de aburrimiento, engordando como una vacaburra” y haciendo pelucas nuevas con sus “más de 30″ pelucas viejas, cosiéndoles casi pelo a pelo a las mallas. Viene de comprar fruta porque está a régimen para volver a caber en sus vestidos de travesti de discoteca. Nos saludamos con los ojos, ambas con mascarilla. Me llama Bárbara porque decide que me doy un aire a la Streisand, y así me alude durante toda esta charla que una hubiera deseado no acabar nunca. No narra: hipnotiza. Francisca Arancil en el DNI, Paca La Piraña en la calle y la antena, habla como una metralleta con tantos pelos y señales que ves lo que cuenta. Y lo que cuenta es su vida en prosa. Una prosa que, sin ser en absoluto poética, al final resulta casi lírica de tan descarnada y sincera. Lo que sigue es solo un brochazo del autorretrato de una mujer trans hecha a sí misma en el más literal sentido del término en una época que parece lejanísima pero de la que no hace tanto. Una de esas voces que oímos pero nunca escuchamos.

Hace 15 años que es Francisca en el DNI, pero ¿desde cuándo es mujer, Paca?

Desde que me parió mi madre. Lo que pasa es que tú no lo sabes hasta que tu mente te lo dice. Yo veía que era un niño raro. Tengo seis hermanos. Las dos mayores son chicas y cuando mi madre se iba a limpiar, o a coger patatas, a echar unas horas trabajando, yo me ponía sus vestidos y jugaba con ellas a las casitas. Bueno, con la mayor no, porque era un poquillo marimacho.

Vaya por Dios

Sí, siempre se lo he dicho: estamos cambiadas: tú tendrías que haber nacido con mi pito y yo con tu chumino. Y me hubiera cambiado la vida. Bueno, no se sabe. A lo mejor hubiese sido una desgraciada, una mujer maltratada, todos los años pariendo un niño. Si volviera a nacer, me gustaría ser hombre o mujer, una de las dos cosas, pero travesti no.

¿Tan mal se pasa siéndolo?

No lo he pasado mal, pero tampoco bien. Más que nada cuando te miras al espejo, que te ves una mujer con la pipa colgando, como yo digo.

¿Es lo que peor ha llevado?

No, porque si tú te sientes mujer por dentro, eres una mujer aunque tengas esa joroba. Verme eso no me gustaba, pero también tenía miedo de quitármelo. Y a los 32 años, que ya fue cuando me puse mis pechos y mis cosas, por culpa de los hombres no me puse chumino. Y por la hipoteca. Tuve que elegir; o hipoteca o chumino. Entonces, elegí hipoteca. Porque la casa es para siempre, y además, yo el chumino lo tengo atrás y así me va bien.

¿No se operó por agradar a los hombres?

Sí. Porque yo tenía a mi marido, una pareja que me quería como era, y luego los clientes querían pito. Entonces, dije: “¿Para qué me voy a poner chumino? Si hay miles de chuminos en el mundo”. Nosotras somos como mujeres con sorpresa, como digo yo. Y dije, prefiero tener un techo y el chumino ya vendrá. Cuando sea vieja y no se me empine ya me lo pondré.

'PACA, ¿DÍGAME?'

Así se llama el desternillante consultorio "de la vida" que ofrece Francisca Arancil, 'Paca La Piraña' (Almería, 58 años) en Atresplayer Premium. Paca, mujer trans de 58 años, fue la mejor amiga y quien le puso el apodo a la fallecida Cristina Ortiz, 'La Veneno', malograda protagonista de toda una época social y televisiva, y se interpreta a sí misma en la serie homónima de los Javis que estrena esta noche su segundo capítulo tras el parón del rodaje por la pandemia. Además, Paca, es una de las pregoneras del Orgullo LGTBI+ 2020. Al cierre de estas líneas aún estaba pensando en su arenga. "Quiero dejar mi brochazo para la historia", dijo. Vista su labia y su léxico, caben pocas dudas al respecto.

¿Los hombres se han aprovechado de usted o usted de ellos?

No, los tíos ni se han aprovechado ni me he aprovechado yo de los tíos. Yo he dicho “cariño, tanto valen mis servicios” Me lo han pagado y listo. Yo he tenido clientes de 20 años de verlos que son los que me han dado de comer y alguno aún me llama. Pero al final ya no podían porque uno tenía azúcar, a otro no se le empinaba… Se me han jubilado.

¿Y usted también?

Sí, me retiré hace tres años ya. Podía haber seguido, pero mi vida cambió porque me fui a cuidar de mi madre a Almería y dejé el puteo por cuidarla. La prostitución ya me da miedo, cogí como ansiedad. Veía que los hombres venían con droga, con coca, que habían matado a travestis a puñaladas y dije ‘¿qué necesidad tengo?’. Además, el trabajo aflojó mucho. Tenías que bajar los precios, yo estaba acostumbrada a cobrar en condiciones y dije, no merece la pena, esto no te saca de la pobreza. Así que me fui a vivir con mi madre y me colocó mi hermano limpiando en un centro de salud.

¿Nunca vio otra alternativa que la prostitución?

A ver, yo no he sido nunca puta, puta. Yo soy artista, transformista. Lo que pasa es que, estando fuera de tu casa, y queriéndote poner tus pechos y pagarte tus cosas, siempre te hace falta dinero. Una vez, ya tenía yo mis pechos, una amiga nos invitó a su casa y vi que se sacaba 10.000 pesetas por tío anunciándose en el periódico y ahí empecé a hacerlo yo también. En un tiempo hacía espectáculo, calle y casa, y ganaba mucho dinero. Ahí fue cuando me metí en el piso.

¿Cómo ve a los chicos y chicas trans de hoy?

Yo creo que los niños de ahora sufren igual que hemos sufrido nosotras, lo que pasa es que ya son gente que son universitarios, que estudian… Con las redes, los padres modernos de ahora saben más, están más puestos en el mundo y ya no los tiran a la calle. Sé de padres que hasta han pedido préstamos para ponerles sus chochos y sus cosas.

¿Les envidia?

No, yo nunca he sido envidiosa. ¿Sabes lo que he envidiado en la vida? Una buena mata de pelo, porque a los 40 empecé a perderlo y me tuve que poner pelucas: ahora estoy a ver si me pueden hacer un injerto. Eso sí lo envidio, pero no a la más guapa, ni a la más rica ni a la más nada.

Me refería a si envidia su libertad para vivir como son.

No, me da alegría de que ellos tengan sus padres que los acepten, los apoyen y les ayuden. Que no tengan que irse a ningún sitio y verse por ahí solas en pensiones, sin cariño de nadie, sin saber dónde ir. Que cuando pasa eso te coge gente que te engaña y abusa de ti, te cogen los chulos y te meten a puta y te chulean el dinero.

¿A usted la han chuleado mucho?

No, porque yo no he sido mujer de hombres, sino de mi casa. Yo trabajaba para mi casa y mi espectáculo y por comprarme vestuario y porque la gente me viera guapa. Yo chulos, no. Mi marido: uno. Y como al final se torció dije: nunca más.

¿Ha sido su propia jefa?

Sí, la dueña de mi dinero y de mi cuerpo y de mi pensamiento y de mi vida. Yo a mi marido lo tenía por la compañía y por el placer, y cuando el placer se me acabó, lo dejé. Bueno, también se lió con una y le dije que se fuera con ella, pero cuando la otra lo echaba, como no tenía ninguna, volvía y yo lo acogía.

Qué buena es usted

Como me crie con las monjas tengo el amor de Dios dentro de mí. Siempre he sido muy buena persona. Mira, yo he ayudado a todas las travestis que he conocido. Tengo el título de peluquera y maquilladora, venían a mi casa, las pelaba, las peinaba, les daba de comer, se duchaban… La que no tenía casa, la tenía conmigo, yo no le cobraba habitación ni nada de eso. Y a todo el mundo le ayudaba. Algunas eran agradecidas y otras te criticaban. Eso lo llevo mal. Por la traición no paso.

¿Ha sufrido o disfrutado más de la vida?

Mira, nena, yo he disfrutado de mi cuerpo por delante y por detrás y por arriba y por abajo. Ahora lo echo de menos. Me gustaría tener una pareja, un follamigo. Pero no para vivir juntos, porque mi prioridad es mi madre. Pero alguien que te guste, que te llame, que te diga: “¿Dónde estás?, ¿quieres que vayamos al cine?, ¿quedamos este fin de semana? Esa ilusión”.

Ahora es una estrella de la tele. Igual liga más.

Cuando me llamaron los Javis yo no quería venir, porque me costó mucho encontrar trabajo de limpiadora a los 58 años. Pero me convencieron y yo les digo: aprovechaos y hacer conmigo lo que queráis, que en cuanto vuelva a Almería me va a costar más venir.

¿Se lo toma como una diversión?

No, nena esto para mí es como pensar que a lo mejor el día de mañana puedo ser una buena actriz, porque me han dicho que soy una actriz reveleison, que soy un escándalo.

¿Y se lo cree?

Pues sí porque a mí de toda la vida me ha gustado. Como me sentía mujer, cuando yo veía a esa Liz Taylor de Cleopatra, pues me hubiera gustado ser como ella, en esos decorados, en esa época, enamorarme de los actores tan guapos…

¿Sigue en pie su idea de operarse de mayor?

Es que ahora me da igual. A lo mejor por estética. Pero por el sexo no, porque el sexo es que es muy amplio, nena. Hay hombres que con que les des las gracias y unos besitos se consuelan, o le haces una pajilla… Encima, como soy bisexual, tengo más campo. Yo se lo digo de broma a las jóvenes que se quieren hacer un chocho: “Cuando te lo pongas te lo voy a estrenar, te voy a dar un pollazo que te voy a dejar hueca”. Mira: en vez de un coño igual me gustaría ponérmela más grande, ponerme un cacho polla y decir: “Mira, la sota de bastos, toma, toma, toma”. Ay, nena, qué cosas.

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

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