_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Depredador

Viendo ‘Jeffrey Epstein. Asquerosamente rico’, quedan pocas dudas sobre la abyección que practicó durante décadas ese ilustre ciudadano de Wall Street

Carlos Boyero
Un momento del documental sobre Jeffrey Epstein.
Un momento del documental sobre Jeffrey Epstein.Netflix (Courtesy of Netflix)

Amo incondicionalmente y a perpetuidad al difunto Leonard Cohen, su voz, su personalidad, sus canciones, sus poemas. También recuerdo algo que escribió en su libro La energía de los esclavos: “Las quinceañeras que yo deseaba las tengo. Es muy agradable, nunca es demasiado tarde. Os recomiendo a todos que os hagáis ricos y famosos”. Certidumbre tan provocadora y cínica no queda eximida de su condición de delito, está prohibido a los adultos practicar sexo con menores de edad, además de ser grimoso.

Recuerdo esas palabras de Cohen viendo la serie documental de Netflix Jeffrey Epstein. Asquerosamente rico. Este fulano utilizó su inmensa riqueza, su fama y su poder para comprar, alquilar y corromper carne joven. Lo pagó caro. Se suicidó (o le suicidaron, teniendo en cuenta su peligro) cuando estaba en el trullo esperando el definitivo juicio a sus desmanes.

Quedan pocas dudas sobre la abyección que practicó durante décadas ese ilustre ciudadano de Wall Street. Centenares de víctimas confirman el voraz apetito sexual del depredador. Montañas de mujeres que no habían cumplido los 18 años pasaron por su sala de masajes y por su cama. También veinteañeras. Al parecer, muchas de ellas aceptaron su dinero y las promesas que les hacía sobre su futuro. Reclutaron amigas y conocidas para alimentar el insaciable apetito del libertino. Pero no puedo evitar que los testimonios de algunas me suenen a interpretación cutre, sin credibilidad, sobreactuada, a seguir fielmente las consignas de los abogados. Había muchísimo dinero en juego con las indemnizaciones. Todo es muy turbio y fatigoso a ratos.

Los ilustres amigos de Epstein reniegan de esa relación. Trump asegura que se peleó con él. Clinton, ese hipócrita profesional, del que están registrados 26 vuelos a la isla privada de Epstein, niega haber estado allí. El príncipe Andrés no recuerda haber conocido a una chica con la que aparece abrazado en una foto. El hedor reina. Todo dios salió en estampida ante la ruina del siniestro personaje con el que debieron de compartir tantos goces prohibidos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_