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Hadi Partovi: “En unos años programar ordenadores será asignatura obligatoria para todos los estudiantes”

El fundador de Code.org aterriza en España para expandir su proyecto de alfabetización informática que ya tiene más de 60 millones de alumnos y que cuenta con el apoyo de Biden, Trump, Sánchez o Aznar

Bernardo Marín
Hadi Partovi
Hadi Partovi posa en la Torre del IE en Madrid el pasado 21 de octubre.Andrea Comas

La vida de Hadi Partovi (Irán, 1972) va más allá del sueño americano. Es la historia de un niño que tiene que huir de un país en llamas y acaba codeándose con los hombres más brillantes de su generación. Criado en el Irán de la revolución, aprendió informática junto a su hermano gemelo Alí de la mano de su padre y luego de forma autodidacta con un ordenador Commodore 64. Cuando tenía 11 años su familia marchó a EE UU y allí descubrió lo útiles que pueden resultar algunos conocimientos para quien parte con la doble desventaja de ser pobre e inmigrante. Empezó trabajando para Microsoft y terminó creando con otros socios Tellme Networks, que fue vendida en 2007 a la compañía de Bill Gates por 800 millones de dólares.

El día que murió Steve Jobs, el 5 de octubre de 2011, Partovi tuvo una inspiración: difundir entre el máximo número de niños posible algunas de las habilidades que convirtieron al creador de Apple en un genio. De esa idea surgió Code.org, una ONG que ha enseñado a programar ordenadores a más de 60 millones de personas en el mundo y que acaba de situar en España una sede para expandirse por Europa, África y Oriente Próximo. De momento han ofrecido su ayuda al Ministerio de Educación -cuya titular, Pilar Alegría, participó el pasado viernes en la presentación del proyecto en Madrid- y a las comunidades para formar a profesores de primaria en ciencias de la computación.

Code.org, financiada entre otros por todas las grandes tecnológicas, cuenta con un insólito respaldo institucional. En EE UU ha sido apoyada por las administraciones de Obama, Trump y Biden. Y en España los cinco presidentes del Gobierno vivos —Felipe González, José María Azar, José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez― y otros políticos, como la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, o el líder del PP, Pablo Casado, han grabado un vídeo mostrando su adhesión al proyecto. Partovi recibe a EL PAÍS en la recién inaugurada IE Tower de Madrid, donde ha participado en EnlighTed, el congreso mundial sobre tecnología y educación promovido por la Fundación Telefónia, IE Universtiy y South Summit.

Pregunta. ¿Por qué han elegido precisamente a España para expandir su modelo?

Respuesta. Es una cuestión de momentum. En este país el interés por la computación es ahora mismo único, hay un consenso muy significativo entre líderes políticos y líderes empresariales.

P. En su caso personal, con una relación muy temprana con las nuevas tecnologías, ¿cómo cambió la informática su vida?

R. Empecé a programar en medio de una guerra [la que enfrentó a su país con Irak en los años 80]. La tecnología en mi caso era un escape, una alternativa a una realidad que no me gustaba. Pero, además, cuando nos mudamos a EE UU me di cuenta de las increíbles oportunidades que te da tener conocimientos en computación. Mi familia era pobre, yo era un inmigrante, pero empecé a trabajar en verano en compañías de internet a los 15 años. En mi caso me ayudó a desarrollar la creatividad y me abrió increíbles oportunidades de trabajo.

P. Pero, si no todos los niños van a dedicarse a la informática, ¿por qué es tan importante que aprendan programación?

R. Todos los lectores de este periódico habrán estudiado biología en el colegio, pero no se la enseñaron solo para formar biólogos. Aprender cómo funcionan nuestros cuerpos o la fotosíntesis de las plantas es fundamental, pero la computación es también un conocimiento fundacional en el siglo XXI. Nos puede dar fantásticas oportunidades laborales en el sector tecnológico, y además, trabajes en lo que trabajes, saber cómo funciona la tecnología, cómo está creada y cómo impacta en nuestras vidas se ha convertido en un conocimiento crucial.

P. ¿Debería entonces ser una materia obligatoria en los colegios?

R. Creo que en los próximos diez años lo va a ser para todos los estudiantes. Porque más y más gente se está dando cuenta de su importancia, y porque se abrirá una brecha entre quienes tengan estas habilidades y quienes no.

P. Sin embargo, en un mundo cambiante es muy difícil predecir cuáles serán las profesiones del futuro y qué habilidades requerirán.

R. Es difícil saberlo, pero está claro que saber programar será más importante en el futuro de lo que fue en el pasado. Porque es un campo que está impactando en el resto de sectores: drones, teléfonos, vehículos autónomos. Mi opinión personal es que las ciencias de la computación tendrán su mayor repercusión en el área de la medicina, donde ya se usan para curar o detectar enfermedades, y eso afectará de lleno a los ámbitos económico y personal.

P. Hablan siempre de enseñar a programar a los niños, ¿dan por perdidos ya a los mayores?

R. Nuestros cursos están diseñados para alumnos de primaria y secundaria, pero probablemente el 20% de la gente que los usa son mayores de esa edad y algunos mucho mayores. Cuando los lanzamos dijimos que eran para personas de ocho a 80 años, y la gente nos decía ¿qué pasa con mi hijo de seis años? ¿y con mi abuelo de 84? Ahora hemos ampliado el rango de cuatro a 104 y ya no recibimos quejas.

P. Otro asunto muy llamativo es la enorme brecha de género que se da en las carreras tecnológicas. Muy pocas mujeres se animan a seguirlas.

R. Las jóvenes son tan buenas en esto como ellos, pero los estereotipos sociales parecen indicar que las careras tecnológicas están hechas para genios a los que caracterizan como chicos blancos o asiáticos. No hay razón para ello, y debemos despejar esos prejuicios. Nosotros en los vídeos que producimos para nuestras clases introducimos la mayor diversidad posible, con hombres y mujeres y eso ayuda a cambiar esos estereotipos.

P. Una de las cosas que más llama la atención de su organización es el amplio apoyo que ha recabado en administraciones de distinto signo. ¿Cómo lo ha conseguido?

R. Creo que se debe a que el gran momento para nuestra idea ha llegado. Mucha de la división política tiene que ver con que las oportunidades no funcionan igual para todo el mundo, que el camino para vivir bien no está abierto para todo el mundo. Y es obvio que la computación, cuya enseñanza ofrecemos a los colegios, puede abrir ese camino. Por eso es un proyecto que cuadra a las empresas, a los niños, a los colegios. Es un esfuerzo beneficioso para toda la sociedad, y por eso no encuentra oposición, algo muy raro para cualquier movimiento social.

P. En los últimos años la tecnología está bajo sospecha. Aparece con frecuencia vinculada a noticias sombrías sobre pérdida de privacidad, envenenamiento del debate público por las redes sociales o amenaza para muchos puestos de trabajo. ¿Cómo podemos recuperar la fe en el progreso que trae la innovación?

R. No es algo nuevo. Durante miles de años, la gente ha sentido que las nuevas tecnologías traían problemas. Cuando apareció el tractor, los trabajadores agrícolas se sintieron amenazados. Son preocupaciones reales y debemos afrontarlas. Por eso en Code no solo le enseñamos a la gente lo que las computadoras pueden hacer, si no lo que deben hacer. Porque tenemos una gran responsabilidad en arreglar problemas globales, como el cambio climático, la pobreza, las enfermedades, y en no crear problemas globales. Son esos asuntos los que debemos solucionar usando robots o inteligencia artificial y no lo conseguiremos si no enseñamos computación a las nuevas generaciones.

P. Además de liderar Code.org usted es un inversor en nuevos proyectos. ¿Cómo elige sus inversiones?

R. Para mí es muy difícil predecir el futuro. Lo que hago es invertir en gente que me parece más lista que yo.

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Sobre la firma

Bernardo Marín
Redactor jefe en la Unidad de Edición de EL PAÍS. Ha sido subdirector de las ediciones digital e impresa, redactor jefe de Tecnología, director de la revista Retina, y jefe de redacción en México, donde coordinó el lanzamiento de la edición América. Es profesor de la Escuela de Periodismo de EL PAÍS y autor del libro 'La tiranía del clic'.

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