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Cronología de un desencuentro: Sam Altman y Elon Musk, una década de enfrentamiento permanente

Los dos responsables de gigantes tecnológicos cofundaron OpenAI en 2015 y, desde entonces, su animadversión mutua no ha parado de crecer

Sam Altman (izquierda), CEO de OpenAI, y Elon Musk.Foto: Getty | Vídeo: EPV
Raúl Limón

Hace una década, en la lista de los principales fundadores de OpenAI, la empresa creadora de uno de los mayores desarrollos de inteligencia artificial (IA) hasta la fecha, figuraban dos socios cuyas personalidades han terminado protagonizando el más impactante choque de la élite tecnológica mundial: Sam Altman y Elon Musk. El último episodio, la oferta del segundo para adquirir la compañía de IA, es solo el epílogo provisional de 10 años de enfrentamientos. Esta es la cronología del largo desencuentro dirimido en las redes, los tribunales, el mercado y en los círculos de poder de la Casa Blanca.

Nace OpenAI. Una decena de inversores, entre los que se encontraban Sam Altman y Elon Musk, recaudan unos mil millones de dólares para fundar en 2015 OpenAI. El objetivo, desarrollar los avances en redes neuronales para conseguir el siguiente paso, una inteligencia artificial capaz de responder y aprender a partir de una interacción humana básica para realizar todo tipo de tareas, incluidas las creativas. En el concepto empiezan a surgir las primeras diferencias. Altman defiende que la organización no tenga ánimo de lucro y busque poner la IA al servicio de la humanidad. En solo dos años, poco antes del lanzamiento de ChatGPT, Elon Musk hace evidente sus discrepancias con el rumbo e insta a los gobernadores de Estados Unidos a supervisar y evitar los riesgos de la IA, que califica como “la mayor amenaza existencial para la humanidad”.

Musk abandona la compañía. El magnate propietario de Tesla y SpaceX, considerado el hombre más rico del mundo, intenta hacerse con el control de la compañía al creer que había intereses de otras empresas multinacionales. Altman y los otros fundadores rechazan su propuesta, Musk abandona OpenAI en febrero de 2018 y retira su plan de inversión sobre la misma.

Críticas continuadas a OpenAI. A pesar de su marcha, o su despido, según algunas fuentes de la compañía de inteligencia artificial, Musk nunca deja de tener en la cabeza la corporación y la critica abiertamente, especialmente con mensajes que contradecían el espíritu fundacional que defendía Altman: “Transparencia”. Musk declara a MIT Technology Review que “OpenAI debería ser más abierta”, que está basada en una cultura del secretismo y carece de la seguridad necesaria.

Musk compra Twitter y nace ChatGPT. El magnate adquiere la red social en octubre de 2022, la despoja de todos los límites de la moderación de contenidos y la utiliza para sus proclamas ideológicas, incluidos los continuos ataques a la empresa que dejó. “OpenAI se inició como una organización de código abierto y sin fines de lucro. Ninguna de las dos cosas siguen siendo ciertas”, dijo en su nueva red social. Altman replica que se trata de una “corporación de beneficios limitados”. “Queremos aumentar nuestra capacidad de recaudar fondos sin dejar de cumplir nuestra misión y ninguna estructura legal preexistente que conozcamos logra el equilibrio adecuado”, justifica el director de OpenAI. Un mes después, ante el lanzamiento de ChatGPT, el robot conversacional que lleva la IA a los ordenadores y móviles de todo el mundo, Musk acusa a Altman de haber usado su plataforma social para entrenar a ChatGPT.

El intento de frenar ChatGPT. El éxito de esta aplicación, con millones de descargas, solo aviva el enfrentamiento entre las compañías tecnológicas. Musk acusa a Altman de convertir la compañía en una “empresa de código cerrado y de máximo beneficio controlada efectivamente por Microsoft. No es lo que pretendía en absoluto”, según proclama en X. Hace solo dos años, el magnate se suma a una carta firmada por un millar de personalidades que pedían una moratoria de seis meses en el desarrollo de la IA para afrontar los “riesgos potenciales de la IA para la humanidad” y asegurar que los efectos sean “positivos y manejables”.

Pelea pública y contraofensiva con xAI. Durante estos 10 años, los enfrentamientos públicos han continuado, especialmente tras la adquisición de Twitter para convertirla en X. Musk defiende la operación para proclamarse en “absolutista de la libertad de expresión”. “Absolutismo de la libertad de expresión con esteroides”, replicó Altman. En 2023, Elon Musk presenta xAI, una compañía centrada en la inteligencia artificial para competir cara a cara contra la empresa de la que fue fundador. A pesar de todo, el director general de OpenAI, con una personalidad opuesta a Musk, ha intentado rebajar el enfrentamiento sin éxito en alguna ocasión: “Tenemos diferencias de opinión en algunas partes, pero a ambos nos importa eso [la seguridad de la IA] y él quiere asegurarse de que nosotros, el mundo, tengamos las mayores opciones de obtener un buen resultado”.

La rivalidad llega a los tribunales. Estos intentos de paz son infructuosos. Musk demanda por primera vez a Altman y OpenAI en marzo de 2024 alegando que la dirección de la empresa en los últimos años ha violado sus principios fundacionales, que se ha transformado en “una subsidiaria de facto de código cerrado de la compañía de tecnología más grande del mundo [Microsoft]”. Posteriormente, Musk retiró la demanda, pero volvió a reclamar a OpenAI en agosto de 2024 porque, supuestamente, fue “engañado” para que cofundara la empresa. También acusa a OpenAI y Microsoft de constituir un lucrativo monopolio. OpenAI respondió con una acusación contra Musk por, presuntamente, montar una campaña de acoso.

Celos ante el poder. La contribución económica y de la red social de Musk a la carrera presidencial de Donald Trump llevan al magnate tecnológico a convertirse en el “primer amigo” del nuevo presidente de EE UU y este le premia este año con la dirección del Departamento de Eficiencia Gubernamental. Su ascenso político aviva la animadversión contra el director de OpenAI al que apoda como “Fraude Altman”. Pero Trump no entra en la pelea y anuncia una alianza (el proyecto Stargate, que incluye a la compañía liderada por Altman) para invertir 500.000 millones. Musk niega la capacidad tecnológica y financiera del proyecto, a lo que el CEO de OpenAI responde, como siempre, escueto: “Falso, como usted seguramente sabe. ¿Quiere venir a visitar el primer sitio ya en marcha?”.

Escalada final. El final provisional del progresivo y permanente enfrentamiento entre los gigantes tecnológicos estalla este lunes, cuando un consorcio liderado por Elon Musk ha ofrecido 97.400 millones de dólares por la compra de la fundación que controla OpenAI. Altman respondió en X: “No, gracias, pero te compramos Twitter [nombre que tenía la red social antes de su cambio de propietario] por 9.740 millones de dólares, si quieres”. Musk no tardó en replicar, también en X, con un mensaje corto y un juego de palabras difícil de traducir en el que alteró con una letra el nombre de pila de su enemigo: “Scam [estafa] Altman”.

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Sobre la firma

Raúl Limón
Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, máster en Periodismo Digital por la Universidad Autónoma de Madrid y con formación en EEUU, es redactor de la sección de Ciencia. Colabora en televisión, ha escrito dos libros (uno de ellos Premio Lorca) y fue distinguido con el galardón a la Difusión en la Era Digital.
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