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Barbados abre una embajada en el metaverso e inaugura la carrera de la diplomacia virtual

El micro-Estado caribeño ofrecerá desde enero sus servicios consulares en este entorno cibernético, desde el que pretende hacer promoción cultural y establecer contactos con más países

El dibujo de un pirata adorna una pared junto a una playa en Bridgetown, Barbados.
El dibujo de un pirata adorna una pared junto a una playa en Bridgetown, Barbados.JOE RAEDLE (AFP)
Manuel G. Pascual

La agenda política de Barbados estaba marcada hasta el domingo por un hito histórico: la pequeña isla caribeña de apenas 280.000 habitantes se convertirá a finales de mes en una república, siguiendo la estela de otros antiguos territorios de la Commonwealth. La excolonia británica eligió una nueva jefa de Estado, Sandra Mason, que sustituirá en sus funciones a Isabel II el 30 de noviembre. A este acontecimiento se suma ahora otro, aunque de distinta trascendencia: el Ministerio de Asuntos Exteriores y Comercio Exterior del micro-Estado anunció el fin de semana un acuerdo con Decentraland, uno de los mundos digitales más populares, para abrir una embajada virtual. Es la primera piedra del plan de Barbados: abrir embajadas en el metaverso.

Según un comunicado oficial al que ha tenido acceso EL PAÍS, el ejecutivo barbadense está en conversaciones para cerrar acuerdos con otros entornos virtuales, como Somnium Space y Superworld. Nada se dice del metaverso de Meta (la antigua Facebook), la compañía que ha puesto de moda el término tras anunciar que su futuro transcurre por allí. Las autoridades de la ínsula solo se refieren al metaverso que ya está en funcionamiento (el de Meta está todavía por construir). La apertura de la embajada está prevista para enero del año que viene, apenas un mes después de convertirse oficialmente en una república.

“El gobierno de Barbados está encantado de anunciar el lanzamiento de su iniciativa de embajadas en el metaverso”, dice el ministro de Asuntos Exteriores, Jerome Walcott, en el comunicado. “Esta plataforma será un foro importante en el que Barbados trabajará con sus socios tradicionales para profundizar sus relaciones en la arena diplomática, así como en las inversiones, negocios, turismo, industria cultural e interacciones entre la gente. Barbados espera recibir al mundo en sus embajadas del metaverso”, añade.

Para sumergirse en el llamado metaverso hace falta conexión a internet y unas gafas de realidad virtual. Los usuarios entran así en un mundo envolvente enteramente digital en el que adoptan la forma de un avatar, como si de repente se convirtieran en el personaje de un videojuego. En ese entorno pueden interactuar con otros avatares o con empresas que presten servicios allí. No existe un solo metaverso, aunque Mark Zuckerberg proclamó a bombo y platillo hace menos de un mes que quiere que el suyo sea el que prevalezca. Bloomberg Intelligence cree que el negocio que se mueva ahí (compra y venta de complementos para los avatares, experiencias, servicios, etcétera) pude rondar los 800.000 millones de dólares para 2024. Otras grandes tecnológicas, como Microsoft, ya han anunciado productos concretos en ese terreno, como la opción de usar avatares en las videollamadas.

Implicaciones políticas

Cuando un país abre una embajada en un emplazamiento está reconociendo de facto la soberanía (un Estado y un gobierno) del territorio en el que se ubica. ¿Otorga entonces Barbados legitimidad oficial a un entorno 100% virtual, es decir, inexistente en el mundo físico? Ese no es el prisma bajo el que conviene observar esta medida. “El término embajada en este contexto virtual no puede interpretarse como representación diplomática permanente ante un Estado, ya que solo ante Estados u otros sujetos de derecho internacional, como la Santa Sede o la Orden de Malta, se pueden tener relaciones diplomáticas”, opina Jordi Sellarés, profesor de Derecho práctico diplomático y consular de Esade Law School. “Aquí se puede utilizar en sentido laxo como plataforma de difusión de información, no como un reconocimiento de subjetividades internacionales, esto es, derechos y obligaciones de carácter internacional”. Aunque se le llame embajada no deja de ser una especie de web en un espacio virtual tridimensional.

Según el comunicado oficial del Gobierno barbadense, tener embajada en el metaverso le permitirá al país, además de prestar los servicios consulares a través de ese entorno, comprar terrenos en esos mundos ficticios. Desde Bridgetown explican su movimiento como un paso más en su estrategia para posicionarse como un hub americano de las nuevas tecnologías y como una forma económica de ampliar su red de contactos interestatales. “Es una herramienta que nos permitirá por un bajo coste establecer nuevos aliados, desarrollar relaciones con otros países y ofrecer servicios por todo el mundo”, sostiene Grabriel Abed, embajador de Barbados ante los Emiratos Árabes Unidos, en una entrevista con Coindesk. El diplomático, buen conocedor de la tecnología blockchain, la que hace posibles las criptomonedas, y fundador de tres empresas que operan en ese sector, está capitaneando el proyecto, si bien niega que el país en el que vive tenga nada que ver con el mismo.

La ínsula caribeña cuenta con una veintena de misiones diplomáticas, una representación acorde al tamaño del país, cuya población cabe en la ciudad de Gijón. Gracias al metaverso, y suponiendo que su implantación acabe cuajando, Barbados podría relacionarse con facilidad con los casi dos centenares de países reconocidos por la ONU. Abed reconoce que ganar eficiencia en sus relaciones con otros estados ha sido un importante motor en el impulso de la medida. Él también lo ve como una forma de diplomacia cultural: “con esta embajada podemos ofrecer nuestro arte y artesanía de forma sencilla a países como Polonia o Rusia”.

Detalle de la Estatua de la Emancipación de Bridgetown, la capital barbadense, que conmemora la abolición de la esclavitud en la isla.
Detalle de la Estatua de la Emancipación de Bridgetown, la capital barbadense, que conmemora la abolición de la esclavitud en la isla.JOE RAEDLE (AFP)

El embajador esgrime asimismo el argumento medioambiental: tener una presencia oficial en el metaverso puede permitir llegar a muchos puntos del planeta evitando desplazamientos en avión. Tampoco esconde que su apuesta por el metaverso puede funcionar como atractivo para los nómadas digitales, los profesionales que trabajan en remoto (normalmente para compañías tecnológicas occidentales) mientras viajan por el globo. Ofrecer a este colectivo una experiencia inmersiva para ver qué servicios pueden disfrutar en la isla puede ayudar a que se decidan a trasladarse hasta allí.

Para Andrea G. Rodríguez, analista del think tank Cidob y especialista en ciberdiplomacia, es deseable aprovechar un canal que se espera que se convierta en mainstream (en este caso el metaverso) para hacer promoción cultural de tu país. “Lo que parece más delicado es que es un espacio hipercentralizado e hipervigilado del que, además, tampoco hay garantías de que se vaya a convertir en lo que Zuckerberg prometió”, sostiene. “Tampoco se pueden obviar los riesgos de ciberseguridad y para la privacidad implícitos en ese entorno, que seguro que los habrá, y que precisamente son dos de las cosas que más preocupan en las embajadas”.

Luego está la naturaleza misma del lugar (o entorno) en el que se desarrollarán las labores diplomáticas o consulares. ¿Puede eso suceder en un ciberespacio creado y gestionado por una o varias empresas privadas? “Las empresas, como las ONGs o los individuos, no son sujetos de derecho internacional. Pero los límites se difuminan en ámbitos en que las compañías asumen un papel parecido o tareas que hasta entonces eran exclusivas de los Estados. Los vuelos espaciales y el control de satélites, por citar dos ejemplos”, reflexiona Sellarés. Existe el precedente además de las Compañías de Indias, predecesoras de las mercantiles actuales, que tuvieron relaciones diplomáticas.

El antecedente de Second Life

Barbados no es el primer país en abrir una embajada en un mundo virtual. Ese mérito se lo lleva Maldivas: en 2007, el archipiélago del Índico inauguró oficialmente su oficina diplomática en Second Life, que en su momento también parecía que iba a asentarse como el entorno cibernético en el que todos querrían estar. A los pocos días le siguió Suecia. Luego vinieron Estonia, Colombia, Serbia, Macedonia del Norte, Filipinas, Albania, Israel y Malta.

¿Qué se podía (y se puede) hacer allí? Hablar con tu avatar al de un funcionario de la embajada para obtener información sobre visados, comercio y otras gestiones consulares. “La validez jurídica [de abrir una oficina en un entorno virtual] es total; su utilidad, relativa”, resume Sellarés, de Esade Law School. “Se trata más bien de una acción simbólica que de otra cosa”, coincide Antonios Kouroutakis, profesor de la IE Law School (IE University). “En todo caso hay que tener en cuenta que el metaverso es un entorno virtual que puede ser moldeado por entidades públicas y privadas, y por tanto regulada por ambas. Lo que será interesante ver es cómo interactuarán el mundo virtual con el real”, añade. Por ejemplo, si un usuario sufre un trauma en el metaverso, ¿puede recurrir a la justicia ordinaria? ¿Qué pasa si se comete alguna ilegalidad en una embajada virtual?

Abed, el impulsor del proyecto de las ciberembajadas de Barbados, se muestra convencido de que detrás de su país vendrán más. Sucedió con Second Life y, en su opinión, se repetirá con el nuevo metaverso.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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