Por qué 13 de cada 100 personas con VIH en España no saben que lo tienen
El mensaje de Onusida es claro: las pruebas diagnósticas de VIH han caído dramáticamente a causa de la convulsión que supuso la covid. También en España. Cuatro referentes de la lucha contra el sida explican la situación y apelan a incrementar los esfuerzos en detección precoz y tratamiento temprano
En España, 13 de cada 100 personas con VIH desconocen que tienen la infección. En un país que se puede enorgullecer de que su sanidad, gratuita y universal, es capaz de ofrecer los mejores tratamientos antirretrovirales, fallamos por la base: se diagnostica tarde, y eso supone un claro problema de salud pública.
Precisamente en la importancia de la prevención y de la detección precoz del VIH y de las hepatitis se basa la European Testing Week (ETW), desarrollada por la Organización Mundial de la Salud desde 2013 y que este mes, del 22 al 29 de noviembre, une a organizaciones sociales, administraciones públicas y empresas privadas para fomentar que se hagan este tipo de pruebas, siempre de manera gratuita y confidencial, y colaborar así con el fin del estigma y la discriminación. Cuatro referentes españoles de la lucha contra el sida, cada uno en su área, explican la importancia de lograr esta meta.
“Siempre es importante que se hable de VIH, que se provoque el interés en la sociedad”, señala el doctor Vicente Estrada, jefe de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clínico Universitario San Carlos de Madrid. “Conocer la enfermedad puede contribuir a que se detecte y se ponga tratamiento”. Este objetivo tiene una especial importancia en la edición de la ETW en 2021 ya que, como señalan sus organizadores, “a raíz de la covid-19, y según datos de Onusida, hubo disminuciones significativas en los servicios de pruebas del VIH en casi todos los países con datos disponibles”. Ahora más que nunca, “es necesario celebrar esta semana para no olvidar que esta enfermedad sigue presente y que, cuanto antes nos diagnostiquemos, mejor calidad de vida tendremos y también evitaremos infectar a otras personas”, explican.
Hablamos de los beneficios de la detección precoz pero, como continúa Estrada, “no se trata solo de beneficios para la salud y la calidad de vida de la persona con VIH, sino también para la comunidad: una persona en tratamiento antirretroviral, con carga indetectable, no puede transmitir el virus. Por tanto, cuanto antes se empiece a tratar, menor será el periodo de tiempo durante el cual puede transmitírsela a terceros”.
Es en detección precoz, precisamente, donde más fallamos en España. Si miramos el objetivo 90-90-90 que Onusida se propuso cumplir para 2020 (que el 90% de los casos positivos estén diagnosticados; de ellos, el 90% en tratamiento y, de estos, el 90% con carga viral indetectable), nos encontramos con que no hemos alcanzado el primer 90, lo que lastra no los porcentajes posteriores como tales, pero sí el número de personas en tratamiento e indetectables: “Estamos en el 87% de personas con VIH diagnosticadas; es nuestro punto más débil”, advierte Reyes Velayos, nombrada recientemente presidenta de la Coordinadora Estatal de VIH y Sida (Cesida). Velayos se lamenta: “Desde hace casi una década no bajamos de 4.000 nuevos diagnósticos al año”, y añade que también fallamos en otra cosa: “Las tasas de diagnóstico tardío están próximas al 50%”.
Un diagnóstico que se conoce en soledad
Con la ETW como pepito grillo de los retos pendientes en detección precoz, toca también repasar otros desafíos, como la lucha contra el estigma y la discriminación. A ello añade Ferran Pujol, director de Barcelona Checkpoint, “la importancia del acompañamiento y apoyo en el momento de informar de la presencia de una infección que, siendo gravísima y que si no se trata es potencialmente mortal, casi siempre se diagnostica en soledad”.
Pujol conoce en primera persona lo que se siente cuando te dicen que eres positivo en VIH, pero a su vivencia añade la del contacto con los cientos de personas que cada año reciben este diagnóstico en Barcelona Checkpoint: “Aunque es verdad que ya no tiene por qué causar el mismo impacto que décadas atrás, cuando apenas había tratamientos eficaces, recibir la noticia de que eres VIH positivo, y que lo seguirás siendo por el resto de tu vida, supone un choque emocional muy fuerte”.
En ese momento, se trata de escuchar y ayudar a arrumbar el sentimiento de culpa: “Sería ideal que algo así se comunique por alguien también con VIH o, al menos, que se facilite ese contacto para que esas personas puedan trabajar las emociones: vergüenza, cómo voy a contarlo, mi vida sexual queda marcada… Todo esto se puede reconducir, y con mucho éxito”.
Las otras ITS que sirven de aviso
Diagnóstico, detección, discriminación… La parte clínica y la social, entreveradas siempre en una infección con tanta carga de prejuicios, algo que comparte el VIH con las hepatitis virales y otras infecciones de transmisión sexual (ITS). La European Testing Week hace hincapié también en ellas, marcadas igualmente por el estigma de la marginación.
Es algo que conoce bien Berta Torres, médica especialista de la Unidad de VIH del Hospital Clínic de Barcelona: “Se trata de infecciones que suelen compartir las mismas vías de transmisión”, precisa. Son enfermedades que se conocen como indicadoras, ya que “pueden guiar al clínico a sospechar que ahí también puede haber una infección por VIH”.