Oye, perdona, se te ha caído esa botella de plástico
Centímetro a centímetro, botella a botella, mascarilla a mascarilla o mandarina a mandarina (pelada y en envase individual), se plastifica un planeta. Qué puedes hacer tú, qué puede hacer tu empresa
El titular de este artículo es el eslogan de una campaña del proyecto LIBERA, que así interpelaba a quien arrojaba una colilla, una mascarilla —ambos objetos incorporan sustancias plásticas— o cualquier otro residuo para engordar la “basuraleza”.
La frase tiene su ironía, obvio, pero palidece ante el sarcasmo de lo pulcros que somos en nuestra casa y lo sucios en la casa de todos. No dejan otra conclusión los informes sobre la basura en general y los plásticos en particular por su tenaz resistencia a degradarse, dicen que 500 años.
Aquí va una andanada de datos avalados por Naciones Unidas, el Foro Económico Mundial, Fundación Ellen MacArthur, Greenpeace, Nature Sustainability, Break Free From Plastic o el propio LIBERA —compartido por Ecoembes y Seo/BirdLife— citando la literatura científica reciente:
Mafia sucia por definición
Más del 80% de los residuos que Europa arroja a sus mares son plásticos. Las costas del viejo continente ocultan escenas grotescas como el mayor vertedero del Mediterráneo, en el estrecho de Messina, donde la Mafia italiana, que controló el negocio de la basura como sus primos neoyorquinos, volcaba los camiones al mar como quien esconde pelusas bajo la alfombra.
Peccata minuta comparada con los diez mayores desagües planetarios: ríos asiáticos que atraviesan China, India, Malasia, Filipinas o Tailandia y arrojan al océano el 90% de toda la basura marina. Tal que en un iceberg, el 75% nunca se ve, está bajo la superficie, como las 650.000 toneladas de redes de pesca fabricadas en su mayor parte con nylon 6, el más resistente.
Esto no funciona, no habrá suficientes bosques, ni vertederos, ni agua para este modelo de consumismoJavier Goyeneche, fundador de Ecoalf
Cada año el mundo consume 500.000 millones de bolsas de plástico con una vida útil, o inútil, de menos de 30 minutos, desde la tienda a casa. En Estados Unidos se ha puesto de moda vender naranjas o mandarinas peladas y encerrarlas en envases individuales. Quizá acaben siendo el alimento de ese tercio de peces para consumo que contienen microplásticos.
Javier Goyeneche, fundador de la marca de ropa reciclada Ecoalf, lamentaba en la reciente Barcelona New Economy Week que una multinacional textil haya quemado 4.000 hectáreas de bosque en Etiopía para plantar algodón y fabricar camisetas. “Además de beberse 2.500 litros de agua cada una, terminarán en un vertedero en menos de dos años. Esto no funciona, no habrá suficientes bosques, ni vertederos, ni agua para este modelo de consumismo”.
Tierra, mar y aire
Como reflejan estos datos, buena parte del análisis se enfoca en las aguas marinas, sin embargo las conclusiones de LIBERA tras casi cinco años de recoger y categorizar basura terrestre, incluidos ríos y lagos, es de una gravedad equivalente, al menos en España.
Sara Güemes, coordinadora de Ecoembes para este proyecto, pone el ejemplo de 140 espacios españoles de alto valor ecológico, los santuarios que atraen a amantes de la naturaleza supuestamente más concienciados. No solo se topan con colillas capaces de contaminar 50 litros de agua durante un cuarto de siglo o ahora esas máquinas de liberar microfibras que son las mascarillas: “Hemos encontrado varios de los 80 contaminantes analizados en todos los espacios, algunos tan inesperadas como el goretex de las botas y la ropa de los visitantes”.
La situación es tal que algunos científicos proponen la medición de los residuos plásticos como indicador de la era geológica del Antropoceno, la del efecto de la actividad humana en el clima y la biodiversidad. Desde ese punto de vista, es como si ese material que brota de las entrañas planetarias en forma de petróleo tendiese a plastificar su superficie.
¿Qué hacemos?
Desde luego, asumir que parte del problema tiene mal remedio. Goyeneche comenta respecto a la basura marina, sobre todo la profunda, que no hay fortuna ni tecnología capaz de retirarla. Y la parte remediable requiere una reacción tan transversal como la propia basuraleza, desde la legislación a las campañas erre que erre de conciencia o el cambio de modelo de producción y consumo.
Brotes verdes hay, desiguales, pero en todos esos escenarios. Legislaciones como la europea para reducir los plásticos de un solo uso o la española en trámite sobre residuos y suelos contaminados. Las tiendas cero plásticos que usan botellas de silicona reutilizables o fundas de lino para móviles. Más de 90.000 voluntarios de Libera para recoger basuras por toda España, que en casi cinco años han categorizado unos 45.000 tipos de residuos diferentes. O proyectos empresariales a cientos en toda la cadena de valor.
Hemos avanzado mucho, cada vez hay más sensibilidad por parte de todos, pero nunca es suficiente porque aumenta el reciclaje, pero también los residuosJuan Baena, presidente de la empresa Preco
“Cuidado —advierte Juan Baena, presidente de la empresa de reciclaje Preco—, hemos avanzado mucho, cada vez hay más sensibilidad por parte de todos, aunque nunca es suficiente porque aumenta el reciclaje pero también los residuos. Hablamos de un cambio cultural de la humanidad que requiere mucha constancia. Y la responsabilidad no puede descansar en los ciudadanos porque tenemos que cambiar el modelo industrial”.
“También son muy importantes los incentivos a los consumidores. Hace años recuperabas dinero por dejar los cascos de las botellas, ahora se vuelve a plantear lo que se denominan máquinas expendedoras inversas, que brindan un entorno agradable para dejar el residuo y recibir una pequeña cantidad, casi simbólica, por depositar latas, botellas o plásticos”, añade Baena. Ya existe una iniciativa así en 30 localidades españolas, Reciclos, que agradece el gesto con billetes de transporte público y donaciones a oenegés, bancos de alimentos y otras causas sociales.
Sociedad circular
Alejandro Oliva, director de Estrategia e Innovación de Repsol, reclama “un marco regulatorio claro, flexible y revisable para adaptarlo a la evolución tecnológica”, pero también el papel clave de cada individuo y los ayuntamientos para seleccionar y separar residuos que las empresas puedan reconvertir masivamente en plástico nuevo, biocombustibles o biogás. Sociedad, no solo economía, circular.
Hasta 2030 la farmacéutica Novartis desarrollará el proyecto Plastic Free en su casa y en la de sus proveedores —el efecto dominó que la Fundación Economía Circular considera imprescindible desde las grandes a las pymes—. El primer año dejó de usar casi 1,5 millones de herramientas y utensilios plásticos, sustituyó botellas, vasos y cubiertos por otros de metal, cristal, madera reciclada o cartón, y va a eliminar papel film y envases mono-dosis. Solo en España, el año pasado redujo un 45% los residuos no reciclables.
“Nuestro objetivo es la neutralidad total en 2030 pera este material tan dañino por contaminante y la enorme dificultad para que se degrade y lo reabsorba la naturaleza, como se puede comprobar en nuestros bosques, campos y mares”, apunta Begoña Gómez, directora de Comunicación, Relaciones con Pacientes y ESG.
Reinvención del hueso de aceituna
Crecen las innovaciones de compañías españolas que producen bioplásticos o materiales alternativos a partir de huesos de aceituna, restos agrícolas, algas, azúcares, aceites vegetales o bacterias que transforman residuos orgánicos en materiales similares al polietileno o el polipropileno, pero biodegradables.
Green Cycles es una de ellas, con certificados que el gran público ni sospecharía como los de biodegradabilidad, no toxicidad y la facilidad para convertirse en compost de sus materiales alternativos. Su directora, Elena Moreno, asegura que en pocos segundos se disuelven en el agua para convertirse en CO₂, agua, sales minerales y biomasa.
Nuestro objetivo es la neutralidad total en 2030 para este material tan dañino por contaminante por la enorme dificultad de reabsorción en la naturalezaBegoña Gómez, directora de Comunicación, Relaciones con Pacientes y ESG de Novartis
Ecoalf también puede representar la dificultad y a la vez la capacidad acelerante del I+D. Comenzó hace poco más de una década y ya ha desarrollado más de 540 tejidos 100% reciclados, casi la mitad a partir de botellas marinas a razón de unas 50 por metro cuadrado de prenda. Si te pones un plumas, te estás abrigando con 70.
Otro de sus productos, unas chanclas solo simples en apariencia, han ganado varios premios de innovación. No porque se fabriquen con neumáticos tras ensayar hasta 15 tipos distintos y descartar todos menos el único viable, de tractor, sino por el proceso industrial que amalgama el polvo de rueda sin pegamentos ni coagulantes, con calor.
Lidiar con lo que hay
Pero la penetración de nuevos materiales es de momento testimonial comparada con el clásico plástico sintetizado del crudo. Por eso urge más el reciclaje de ese material masivo. Dificultad: lo verdaderamente contaminante son los aditivos que aportan color, dureza, retardantes de llama… y separarlos del plástico puro de forma mecánica lo degrada. Oportunidad: nuevos procesos de reciclado químico como el de Preco en su planta toledana, que convierte la materia prima en biolíquido tras un proceso sin combustión ni emisión de venenos como las dioxinas.
“El plástico hoy por hoy es imprescindible —explica el presidente de la compañía— y no se trata de hacerlo desaparecer, sino de reducir su uso, recuperarlo y reciclarlo para introducirlo en la economía circular evitando que miles de toneladas sean enterradas, incineradas o acaben en el mar”.
Un suspiro de alivio: “España ya tiene tecnología y proyectos empresariales suficientes para absorber la mayoría de sus residuos plásticos”, asegura, pero no alcanzarán el óptimo sin agilidad administrativa para simplificar procedimientos. “No es lógico que, por ejemplo, ayuntamientos, diputaciones y autonomías no hayan incorporado en las bases de sus concursos de gestión de residuo cláusulas específicas sobre la reutilización de plásticos para evitar enterrarlos”.
La experiencia de Repsol va más allá, cubre buena parte del círculo desde el ecodiseño al reciclaje químico, apto para plásticos con fórmulas complejas o aplicaciones muy exigentes en seguridad, como los envases farmacéuticos, pero también mecánico en versiones mejoradas que reducen la degradación.
La compañía ya emplea hasta un 80% de plástico reciclado en sus propios productos, va a construir una fábrica en Puertollano para el reciclado químico de 2.000 toneladas anuales de poliuretano —la espuma de colchones, asientos de coche o sofás, muy difícil de tratar— e investiga cómo fabricar nuevo plástico a partir de CO₂ capturado.
De acuerdo con su director de Estrategia e Innovación, estos avances serán claves para el procesado a gran escala del plástico usado y transformarlo, con menor huella de carbono, en productos de primera calidad como componentes de automoción “que tienen que ser resistentes a los impactos y a la deformación y al mismo tiempo ligeros”. “O para el sector médico, especialmente ahora, por eso no nos podemos permitir el lujo de prescindir de los plásticos”.
Comodidad, pereza y basura llamando a la basura
El proyecto LIBERA, de Ecoembes y Seo/BirdLife, se ha convertido en una referencia para conocer qué, cómo, por qué y dónde se arrojan todo tipo de residuos, no solo plásticos.
Cada año publica un informe de Actitudes frente a la basuraleza, elaborado a partir de más de 5.000 encuestas, y el de 2021 apunta que los principales motivos para ensuciar el mundo son la comodidad (56%), la pereza (47,8%) y el efecto llamada de la basura (25,2%). Javier Goyeneche, fundador de Ecoalf, comparte esa impresión: “Cuando la gente ve basura, como que le incita a tirar basura”.
Una conclusión curiosa: casi el 80% dice estar muy concienciado en temas medioambientales, si bien algo más del 57% no considera positiva su propia actitud. La opinión es más negativa cuando se trata de juzgar el compromiso del resto de ciudadanos, gobiernos y empresas.
Otro dato que contrasta: casi el 37% desconocía que abandonar geles, mascarillas o guantes afecta a la naturaleza. Además, este año ha crecido el sentimiento de indignación y repulsión al ver basura en entornos naturales como playas y montañas: en concreto, 8 puntos la rabia y 4 el asco.