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¿Se pueden reciclar las gafas que usa Bad Bunny?

Algunos de los objetos que la generación Z utiliza con frecuencia están hechos de plástico pero no se depositan en el contenedor amarillo porque no son envases

Black Triangle Retro Sunglasses
iStock

-¿Cómo reciclarías unas gafas de sol de plástico?

-Le quitaría los cristales y los tiraría al contenedor de vidrio. La montura, al ser de plástico, iría al amarillo.

El razonamiento y la minuciosidad de Carla Cabané, de 21 años, se agradecen. Pero está todo mal. Es justo reconocer que la pregunta es un poco tramposa. Incluye en el enunciado el material del que están fabricadas y de manera equivocada reciclar se puede asociar solo a depositar residuos en los contenedores específicos. Y es justo reconocer que esta alcarreña a punto de convertirse en antropóloga recicla mucho y bien en su casa de Pozuelo de Alarcón (Madrid).

Es un error habitual pensar que un envase de plástico (yogur) se trata igual que un objeto fabricado de este mismo material (gafas de sol). El contenedor amarillo acepta recipientes, tapones, bolsas de plástico, papel film... Cada ciudadano depositó 17,1 kilos en estos contenedores en España en 2019 (un 9,1% más que el año anterior), según Ecoembes. Tanto los cristales como la montura, que no son envases, han de llevarse a un punto limpio para que puedan reciclarse.

Igual que las gafas de plástico de no muy buena calidad y baratas para poder cambiarlas con la misma frecuencia con la que lo hace el reguetonero puertorriqueño Bad Bunny, existen un montón de elementos que definen a la generación Z (los nacidos entre la mitad de los noventa y la mitad de los dos mil) que se fabrican de plástico y no se depositan en el contenedor amarillo. Véase el soporte que se adhiere en la parte de atrás del teléfono, conocido como popsocket, los siempre presentes auriculares, que tienen muchas partes de plástico, o el coletero con forma de muelle, también de plástico. Todo van al punto limpio. Pero hay otros objetos tan interiorizados en la vida de estos jóvenes que sí se tiran al contenedor amarillo o al azul. Los ciudadanos depositaron en el contenedor azul 19,4 kilos de papel y cartón el año pasado, un 7,1% más que en 2018. Atención, hay novedades. La caja de pizza va al de papel y cartón aunque esté impregnada de grasa.

Cabané está habituada a comprar por Internet y contesta con seguridad qué hacer con cualquier envoltorio. Esta vez acierta. “Si la ropa viene en un sobre de papel, lo echo al azul. Si es de plástico, al amarillo. Y si es una caja a veces la reutilizo”, afirma esta madrileña de adopción que estudia en el campus de Somosaguas de la Universidad Complutense.

Qué hacer con el vaso de café

Claudia Villoria tiene 19 años y estudia Periodismo y Comunicación en las instalaciones de Getafe (Madrid) de la Universidad Carlos III. Las bebidas calientes que vendían en la cafetería de su facultad antes de que casi se acabara el mundo siempre las servían en vasos para llevar. “Diría que va al amarillo. Ah, no, no. Espera. La tapa, si es de plástico, sí. Pero el vaso es de cartón y se tira al azul, ¿no?”, dice esta madrileña que se habituó a reciclar gracias a las clases de concienciación que se imparten en el colegio.

Otro que aprendió a reciclar desde pequeño fue Pablo García, de 21 años. De ello se encargaba la dirección del colegio al que asistía en Albelda de Iregua (La Rioja). Cada día al salir al recreo sonaba por megafonía una canción que él recuerda y que canta por teléfono con mucha gracia como si fuera ayer: “A reciclar y recuperar todo lo que tiramos para volverlo a utilizar”. Las sagradas tres erres caben en el mismo verso. García se sabe mejor la letra que a dónde va cada recipiente. “Todo lo que contiene cosas, los recipientes, los tiro al amarillo”, zanja. Solo los grandes expertos aciertan todas las respuestas. García remite a su madre, “muy concienciada”. Aunque una película de plástico recubra el vaso de café para llevar, se ha de depositar en el contenedor azul porque el material principal de este envase es el cartón.

Cabané, Villoria y García coinciden en que las tarjetas de crédito o la tarjeta para el transporte cuando caducan se tiran al contenedor de la fracción resto. No son envases y por seguridad se recomienda destruirlas. Basta con cortarlas en trozos pequeños con unas tijeras.

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