Las mujeres del Cauca
Me inspiran todas las mujeres que, en medio de tantas dificultades, trabajan por la vida, la justicia, la paz y el cuidado del territorio como un espacio de vida
Hoy la vida en el mundo depende de dos elementos esenciales: El cuidado de las mujeres y el trabajo de las mujeres. Sin estos dos elementos, nuestro mundo y nuestras sociedades, no serían viables. Somos nosotras, las mujeres, las que parimos la vida y cuidamos de las generaciones, las familias, los saberes y los territorios.
Nuestras ancestras abrieron, con sacrificio, los caminos por los cuales avanza hoy la humanidad. Fueron nuestras mayoras, abuelas, madres, maestras y matronas quienes caminaron estos caminos antes que nosotras. Quienes tejieron, desde la raíz, los puentes necesarios con el mundo espiritual y emocional; quienes han asumido con dignidad y valentía la función especial de parir y sostener la vida, de sembrar las semillas de la esperanza, pero también de cultivar los frutos de la constancia para alimentar a sus familias. Fueron nuestras ancestras quienes preservaron y compartieron los saberes y sentires imprescindibles para vivir en armonía con la Casa Grande y para que hoy sigamos guiando a las generaciones con la sensibilidad necesaria para permitirnos soñar con mejores mundos.
Desde que tengo memoria, siempre he visto en las mujeres de mi familia y mi comunidad una inspiración. Ellas han sido mi máximo referente y su ejemplo me ha dado la fuerza necesaria para atreverme a desafiar las estructuras más patriarcales, verticales, racistas y hegemónicas de mi país. Paulina Balanta, mis dos abuelas y mi madre son mi inspiración. Me han enseñado a amar, respetar y proteger nuestro legado, me han inculcado la responsabilidad de cuidar el medio ambiente y a todos los seres que viven en nuestra Casa Grande, así como a luchar por la garantía de los derechos de todas las personas. Dicen las mujeres de mi comunidad, “Soy un eslabón de la cadena, y la cadena no se rompe aquí”.
Me inspiran todas las mujeres que, día a día, resisten y le hacen frente a la discriminación, a las violencias, a las injusticias y a la estigmatización. Me inspiran todas esas hermanas que no se rinden; que se erigen como esa columna vertebral que brinda fortaleza, que se extienden como brazos acogedores llenos de cariño, que se alzan con una mirada futura, por encima de los horizontes convencionales de la visión machista y que avanzan con pasos firmes sobre las espinas de las rosas que les regalan en días como hoy, mientras el resto del año las siguen sometiendo a la subordinación.
Me inspiran todas las mujeres que, en medio de tantas dificultades, trabajan por la vida, la justicia, la paz y el cuidado del territorio como un espacio de vida.