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La idea de educar para un futuro que no existe

En Schiller International University están convencidos de que el futuro no es una amenaza, sino una invitación a reinventarse. En su estructura de cuatro campus repartidos por Europa y Estados Unidos, la IA tiene tanto protagonismo como el alumno, en el centro

Álvaro González López-Serrano

La inteligencia artificial (IA) encamina al mundo hacia una era en la que la inmensa mayoría de los empleos estarán relacionados con ella, y que en la actualidad ni existen. Se calcula que esa tecnología aún incipiente, según algunos expertos, creará 170 millones de empleos inéditos. Las profesiones se reinventan a la velocidad de una actualización de software, y la educación del siglo XXI no se conforma con transmitir conocimientos estáticos.

Por eso, las universidades se enfrentan al reto de preparar a estudiantes para puestos de trabajo que se desconocen, desarrollos tecnológicos que todavía no han sido inventados y desafíos globales que evolucionan cada día cambiando el tablero geopolítico y económico a un ritmo frenético. En este contexto de incertidumbre, Schiller International University ha decidido anticiparse.

Este centro educativo, de ADN internacional, nació en 1964 ya con una apuesta decidida por el aprendizaje experiencial y la práctica. Cuenta con cuatro campus que funcionan como un ecosistema global en los que los estudiantes se mueven, aprenden y crecen en contacto permanente con realidades culturales, económicas y sociales diversas: Tampa (Estados Unidos), París (Francia), Heidelberg (Alemania) y Madrid. No se trata solo de estudiar en diferentes países, sino de desarrollar una mentalidad capaz de adaptarse, conectar y liderar en entornos cambiantes.

“Hoy, educar ya no es transmitir información, sino enseñar a navegar en la complejidad”, explica Marta Muñiz, presidenta de Schiller International University. “Nuestro compromiso es preparar a ciudadanos globales, profesionales capaces de pensar críticamente, trabajar con equipos multiculturales y afrontar retos reales con soluciones innovadoras. Y eso solo se consigue viviendo el aprendizaje, no memorizándolo”.

Experiencial e inmersiva: aprender haciendo, aprender viviendo

La metodología de Schiller parte de situaciones reales para activar conocimientos, habilidades y desarrollo profesional. Los estudiantes trabajan en desafíos reales con empresas, instituciones públicas y organizaciones internacionales. Algunos ejemplos son tan gratificantes como diseñar estrategias de sostenibilidad para una multinacional, idear soluciones para el problema de alojamiento de estudiantes en una gran ciudad o colaborar con ONGs (Juegaterapia o Grandes Amigos, por ejemplo), o con marcas como ECOALF, en acciones de impacto social.

El estudiante se convierte siempre en el centro del proceso educativo, mediante un método experiencial, inmersivo y basado en retos (en inglés, challenge-basedlearning, “aprendizaje basado en desafíos”). Los pilares de esta metodología son el aprendizaje basado en retos, la activación de conocimientos, habilidades y desarrollo profesional.

Esta conexión constante con la realidad profesional alimenta el desarrollo de las soft skills (competencias y habilidades naturales que una persona presenta de forma natural, que también se adquieren con la experiencia y la relación con otras) más demandadas por la industria: pensamiento crítico, comunicación intercultural, liderazgo en entornos diversos, capacidad de adaptación, creatividad estratégica o resolución colaborativa de problemas. Competencias que, según el último informe del Foro Económico Mundial, serán las más valoradas en un mercado laboral donde la tecnología evolucionará más rápido que el ser humano.

“Ninguna herramienta tecnológica sustituirá la capacidad de formular preguntas relevantes, de entender un contexto o de liderar equipos diversos”, apunta Muñiz. “Las empresas buscan profesionales completos, no solo expertos técnicos”.

Hoy, educar ya no es transmitir información, sino enseñar a navegar en la complejidad. Preparar a ciudadanos globales, profesionales capaces de pensar críticamente, trabajar con equipos multiculturales y afrontar retos reales con soluciones innovadoras
Marta Muñiz, presidenta de Schiller International University.

Un multicampus que une un mismo mundo

La fortaleza global de Schiller reside también en su estructura multicampus. Cuatro instituciones con una perspectiva única cada una.

•Tampa, un entorno empresarial y tecnológico en plena expansión en Estados Unidos. Cuenta con un laboratorio de informática, aulas con pizarras inteligentes, una biblioteca, una sala de estudiantes y varias oficinas administrativas. Todo ello a 15 minutos del aeropuerto de Tampa y con conexiones por carretera de fácil acceso. Se encuentra en el piso 17 de un edificio de 36 plantas.

•Madrid, hub internacional de negocios, diplomacia y emprendimiento. Ocupa 3.000 metros cuadrados en pleno centro neurálgico de la capital de España, cerca de las calles Serrano, Goya y el Paseo de la Castellana. Alberga espacios de aprendizaje avanzados y ofrece las condiciones necesarias para alcanzar el nivel de calidad y excelencia.

• París, capital cultural y epicentro de organizaciones globales. El campus está en el corazón de la ciudad, a pocos metros del Arco de Triunfo, en el extremo oeste de los Campos Elíseos. Incluye un laboratorio de informática, una sala de estudiantes y muchas otras instalaciones. También se puede acceder a la Biblioteca Americana de París y a otros recursos relevantes de la zona.

• Heidelberg, ciudad universitaria por excelencia y un referente de investigación y ciencia en Europa. La sostenibilidad es una de sus grandes obsesiones: ha sido reconocida como una de las comunidades de cero emisiones más grandes del mundo y ya es sostenible en un 70% de su actividad.

Los estudiantes pueden rotar de campus en campus a lo largo de su programa, lo que les permite vivir experiencias diversas, ampliar su red de contactos y adaptarse a entornos multiculturales. Esa movilidad global, integrada en todos los grados y másteres, convierte la educación en un viaje formativo que va mucho más allá de las aulas.

“Uno no se convierte en global leyendo sobre otras culturas, o pasando un periodo de medio o incluso un año entero estudiando en otro país, sino experimentando ese entorno multicultural cada día”, afirma Marta Muñiz. Y es precisamente esa vivencia la que, según Schiller, forja una mentalidad preparada para liderar en cualquier parte del mundo.

Piensa, Planifica, Pregunta

Mike Beattie, profesor de Informática en Schiller, tiene claro como afrontar el futuro de los modelos educativos, tras la irrupción de la Inteligencia Artificial: “La IA no elimina la necesidad de aprender, la transforma. Hoy, lo importante no es memorizar, sino saber utilizar las herramientas con criterio. La tecnología es poderosa, pero solo es realmente útil en manos de personas capaces de pensar, planificar y preguntar”. Lo que él denomina las tres pes.

Según Beattie, la IA no es magia, es “lógica”. “Y la lógica necesita pensamiento crítico. Esas tres pes enseñan a los estudiantes a usar la tecnología de forma estratégica, ética y creativa", afirma Beattie. Se refiere a un marco pedagógico que ha incorporado en sus cursos y se ha convertido en una guía fundamental para la comunidad de Schiller, antes de lanzarse a utilizar la IA.

Primera P: “Piensa”. Antes de usar cualquier herramienta de IA, el alumno debe pensar: ¿Cuál es el problema que quiere resolver? ¿Cuál es su objetivo? ¿Cuánto puede pensar antes de pedir ayuda? Cuanto más piensa previamente, mejor salen los resultados después.

Segunda P: Planifica. Hay que intentar planificar los pasos a tomar. Se deben ampliar las ideas y los pasos que tomaría, e introducirlos en un plan.

Tercera P: Pregunta. Sólo cuando lo haya pensado, y sólo cuando el estudiante tenga esos pasos preparados, debería pedirle a la IA que le ayude. Que le facilite consejos sobre cómo puede activar o poner en práctica mejor lo que tiene pensado. Y después, tomar la decisión de incorporarlos o no.

La IA no elimina la necesidad de aprender, la transforma. Hoy, lo importante no es memorizar, sino saber utilizar las herramientas con criterio. La tecnología es poderosa, pero solo es realmente útil en manos de personas capaces de pensar, planificar y preguntar
Mike Beattie, profesor de Informática en Schiller

Educación que transforma, habilidades que perduran

A los ojos de Schiller International University, el futuro no es una amenaza, sino una invitación a reinventarse. Preparar a los jóvenes para un porvenir incierto significa ofrecerles herramientas flexibles, experiencias globales y confianza para enfrentarse a lo desconocido. “El mundo cambiará, pero la capacidad de aprender siempre será la mejor garantía para prosperar. Eso es lo que nos mueve: formar profesionales que no solo se adapten al futuro, sino que lo lideren”, concluye Muñiz.

En un momento en el que las instituciones educativas deben decidir si mantenerse en su zona de confort o abrazar la complejidad del mundo, Schiller elige lo segundo. Y lo hace con un mensaje claro: no se trata de educar para lo que ya sabemos, sino prepararse para hacer frente a lo que todavía no existe.

Sobre la firma

Álvaro González López-Serrano
Graduado en Periodismo en 2018 por la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid), consiguió su sueño de ser periodista tras hacer las prácticas ese año en AS en la sección de Fútbol y haciendo directos. Actualmente es redactor de Branded Content en AS y EL PAÍS y le apasionan las entrevistas y cubrir eventos presencialmente.

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