Rafael Zornoza, un obispo obsesionado con el dinero
El prelado ha dejado en Cádiz un reguero de cristianos críticos con su labor pastoral, despidos injustificados y se ha significado por una gestión que busca el beneficio económico por encima de todo


EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es.
El obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza, al que investiga el Vaticano por una supuesta agresión sexual continuada a un menor, ha tomado decenas de decisiones polémicas desde que llegó a la ciudad andaluza hace 14 años, pero siempre con un faro muy claro: el dinero. Despidos improcedentes, desahucios injustificados, apropiación de tierras y bienes para el obispado, además de un reguero de represalias contra críticos internos. Así intentaba contar con el silencio del resto de la comunidad católica gaditana, entre ellos los sacerdotes que defienden una Iglesia menos ligada al beneficio económico y más pegada a los pobres.
“Es muy sectario, muy dictador, no empatiza, no dialoga y solo se rodea de los que le aplauden. Solo le preocupa la cuestión de cómo hacer dinero, nada que ver con los valores cristianos. Su actitud no es evangélica, sino mundana, tiene un perfil de empresario inmobiliario, siempre pendiente de solares, fincas, pisos“, relata Juan Cejudo, miembro del grupo de cristianos de reflexión y acción Bahía de Cádiz, que define sin titubeos la figura controvertida de Zornoza. Y añade: “Queríamos un obispo pastoral y dialogante con los curas, pero es autocrático, soberbio y un obispo nada sensible con los problemas sociales. Son posturas incompatibles con un cristiano normal, no digamos ya con un obispo”.

Este grupo, que recogió casi 300 firmas contra el prelado, ha denunciado su gestión de una década y media ante el papa Francisco, la Confederación Episcopal Española, el Dicasterio para el nombramiento de obispos y el Nuncio. Ninguna institución movió ficha todos estos años para apartar a Zornoza, de 76 años, pese a las denuncias internas.
Sobre la acusación de pederastia desvelada este lunes, un religioso asegura bajo anonimato: “Todos lo sabían, incluido el nuncio. Aparecieron cartas y la pedofilia viene de muy atrás, saldrán más víctimas, sin ninguna duda”. La víctima que denunció su caso al Vaticano relata abusos sexuales continuados durante los años noventa. Este diario ha intentado recabar la versión del obispado, que se ha remitido al comunicado emitido este lunes por la mañana.
Dos décadas más tarde, en 2011, Zornoza aterrizó en Cádiz con el beneficio económico por bandera y esta vez sus víctimas han sufrido los excesos económicos del obispo. Una postura muy controvertida, la del máximo rendimiento del capital, en una provincia azotada desde siempre por el desempleo, con problemas muy graves de falta de vivienda y el drama de la inmigración a flor de piel.
La última carta del grupo de cristianos gaditanos a la jerarquía eclesiástica, en este caso destinada al Dicasterio para el nombramiento de obispos, José Cobo, en enero de 2024, destilaba una dureza inusitada contra el prelado: “Necesitamos un obispo más sensible, como fueron los anteriores (…). Lo que el obispo dice se contradice con sus acciones, dirigiendo la diócesis de una forma autoritaria, despidiendo trabajadores del obispado sin ninguna contemplación y demostrando cada día, que lo que verdaderamente le importa no son las personas, sino los bienes materiales y económicos. Eso es lo que le importa de verdad: controlar todos los bienes de la iglesia, no para ponerlos al servicio de los más necesitados, sino para la rentabilidad económica de la propia iglesia ¿Qué sentido tiene La Nueva Evangelización si la reducimos a simples estrategias de marketing?”, interrogaban.
Las bases católicas gaditanas pidieron en 2013 al obispo que habilitara parte de un seminario, con capacidad para 150 personas y solo ocupado por una decena, que permitiera entrar a las personas sin hogar y refugiados para abandonar las calles, preñadas de humedad al estar la ciudad rodeada de mar. Pero el obispo se negó a facilitarlo. Solo dos sacerdotes han criticado su gestión en público, pero las represalias han sido muy duras, comentan fuentes del caso.
Entre los cargos represaliados por Zornoza destacó el director de Cáritas diocesana, Juan Luis Torrejón, por negarse a destinar dinero de esta organización a otros fines de la Iglesia. “El exdirector de la entidad eclesial denunció públicamente, y lo sigue haciendo, que el obispo le destituyó de su cargo por negarse a destinar dinero de los pobres a otros fines de la Iglesia como era por ejemplo, contribuir con 13.000 euros para una auditoría del obispado o pagar un alquiler a la Iglesia por un centro que Cáritas tenía cedido y había rehabilitado con sus propios fondos y con subvenciones”, reza la carta del grupo de cristianos denunciantes.
Durante sus casi tres lustros en Cádiz, Zornoza ha cesado a vicarios, se ha enfrentado con numerosos sacerdotes, ha despedido a una veintena de trabajadores del obispado y ha retirado los alquileres de sus locales a negocios centenarios, como el bar Rincón del Madueño. Mientras, otras personas han debido abandonar sus viviendas por no poder pagar las subidas del alquiler impuestas por el obispado. Entre sus decisiones más polémicas, muchos religiosos expresaron su protesta ante un decreto que el obispo sacó para fiscalizar más a las parroquias y otorgarle nuevos poderes al ecónomo diocesano para poder acceder directamente a las cuentas de cada parroquia. “Esta cuestión sembró una gran desconfianza y provocó el rechazo de muchos sacerdotes”, resumían los cristianos críticos.
Ildefonso Portillo, de 73 años, es un buen ejemplo de esa codicia que denuncian muchas voces críticas en la ciudad andaluza. Portillo y su esposa trabajaron como guardesa y albañil desde 1975 en el convento de clausura de las Capuchinas de San Fernando, hasta que las monjas se marcharon hace ocho años. “El obispo ordenó a las capuchinas que nos echaran, pero se negaron a obedecer. Hasta que se fueron y me llegó el burofax del obispado para echarnos, después de haber trabajado día y noche durante décadas para la Iglesia”, relata Portillo con sabor amargo.
El hombre ha pedido una solución a la diócesis sin lograrla, ya que carece de recursos, y ha interpuesto un recurso ante el Tribunal Supremo después de que los abogados de Zornoza hayan ganado el litigio en primera y segunda instancia. De momento, Portillo resiste en su vivienda, pero las obras de la capilla y el convento ya han comenzado tras un cambio en el Plan General aprobado por el Ayuntamiento isleño y ahora está pendiente del recurso ante el alto tribunal.
“Solo pido otro talante para ayudarme o prestarme una casa mientras yo viva, no para mis hijos, sino para nosotros, que nos veremos en la miseria, con una mano delante y otra detrás. A mi mujer nunca la dieron de alta y a mí me han pagado el salario mínimo y renuncié a muchas subidas que me correspondían. Yo creo en Dios, pero me he quedado desilusionado con este despotismo”, añade.
Una de las personas que ha luchado en los tribunales contra el Obispado de Cádiz esta última década, concluye bajo anonimato: “Para Zornoza la gente de Cádiz somos trogloditas, ha quitado sacerdotes de sus plazas para traer de Madrid otros más maleables. Tantas denuncias por irregularidades económicas del obispado se acaban de probar, porque el obispado ha presentado un beneficio de 1,8 millones, según el portal de transparencia de su página web. ¿Sabe la de personas que lo están pasando mal para que la Iglesia se vanaglorie de tener beneficios en Cádiz?”.
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