Farmacéuticos para curar la soledad en mayores: “Recogen la medicación, se desahogan, comentan problemas y alegrías”
En España hay más de 22.200 farmacias y el 98% de la población puede llegar andando a una. Cantabria es una de las comunidades en las que funcionan como una red de ayuda contra el aislamiento
![De izquierda a derecha, Eva Fernández, Luis Noriega y Alexia García, quienes atienden la farmacia de Mataporquera, Valdeolea, Cantabria.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ACANZZ63V5HYDP4KUJS4KSHDT4.jpg?auth=2bb5e2a72e3f8f4d9933146042a21bc2353734b8e3b1bcd7e388c49d7453ac5c&width=414)
![Francesca Raffo](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fauthor-service-images-prod-us-east-1.publishing.aws.arc.pub%2Fprisa%2Fa305e4cf-a156-4f1e-b1a8-874b116ed979.png?auth=4425c824e55e314684f8a90d9e837b33632cf7b5df4b0b4b0f3906022853c854&width=100&height=100&smart=true)
“Mira, ese es otro restaurante que cerró hace poco”, dice Luis Noriega, un farmacéutico de 57 años, mientras conduce hacia La Quintana, uno de los pueblos de Valdeolea, un municipio rural al sur de Cantabria, donde algunos no llegan ni a los 10 habitantes. “Más soledad”, resalta, “una cafetería se vuelve muy importante porque sin ellos es un lugar menos a donde ir”. La soledad. Este es el tema por el que Noriega va camino a la casa de Otilia Varona, de 77 años.
Va con la tarea de presentarle un proyecto del Gobierno de Cantabria que hace actividades con adultos mayores para que estén acompañados. Noriega, hace unos días, detectó que Varona podría estar sintiéndose sola, pues cuando acude a su farmacia, en Mataporquera, la capital del municipio, busca cháchara, un café con alguien, un momento para paliar la soledad. Como farmacéutico funciona como “radar” para detectar la soledad no deseada en quienes acuden a la farmacia, especialmente en mayores. En otras zonas de España hay iniciativas similares articuladas a través de los colegios profesionales, como en Madrid, Barcelona o el País Vasco.
Rita de la Plaza, tesorera y coordinadora de la estrategia social farmacéutica del Consejo General del Colegio de Farmacéuticos, explica sobre su profesión: “Es el recurso sanitario más accesible, cercano y disponible”. Añade que tiene gran extensión pues son 22.222 farmacias y el 98% de la población llega a su farmacia andando: “Nuestro objetivo es convertir la red en una contra la soledad”. “Queremos lanzar algo desde una perspectiva total, para todo el territorio”, dice. En 2023 firmaron un protocolo de actuación con Imserso y ya han hecho diversos cursos y formaciones.
Es una mañana lluviosa de invierno y las calles de los pueblos se ven aún más vacías: “Hay mucho tiempo donde te encierras y no hablas con nadie”, dice Varona, en referencia al clima. No sabe que a la mañana siguiente caerá una nevada que dejará el pueblo, y sus montañas, completamente blanco. “A veces voy donde el farmacéutico y le doy un poco la chapa”, cuenta. Noriega le presenta el programa: “Tiene actividades para gente que quiere pasar un rato juntos. Organizan muchas cosas por ahí: paseos, talleres, manualidades, teatros”.
![Luis Noriega conversa con Otilia Varona en su casa en La Quintana sobre el Programa Viernes del Gobierno de Cantabria](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/TPMRGPPIJVCZJGJWS6JC3RRIZ4.jpg?auth=55715f13565e01b727bd1b904c498c9161886637d87660ddde2f663ff430e455&width=414)
Varona vive en un pueblo de seis habitantes, lo dice después de contar cada nombre. “La vida en el pueblo la tienes que tener muy clara: hay muchos momentos de soledad y los tienes que gestionar”, cuenta. Ella regresó a La Quintana tras su jubilación, antes estuvo en Bilbao más de 40 años trabajando como enfermera. Ahora vive con su hermano. “Yo doy muchas vueltas por ahí, cojo las albarcas y me voy, o paseo en el coche, o me voy por un café. Yo no puedo estar tres días sin hablar con alguien. Me comen las hormigas”.
Noriega cuenta que la relación con las personas “es muy intensa”. “Aparte de venir a retirar la medicación, se desahogan, comentan problemas, alegrías, hay mucha relación por lo que los conocemos, sabemos detalles y también riesgos”. Es así como detecta posibles casos, junto con Eva Fernández y Alexia García ―quienes también trabajan en la farmacia―. También lo hacen con quienes no van, a quienes echan de menos, los que luego de unas semanas no acuden por sus medicamentos y ellos saben que deberían.
Hace 17 años que Noriega tiene la farmacia en Mataporquera, un pueblo que llegó a tener más de 4.000 habitantes, pero ahora son unos 884, según el INE. “Está sufriendo despoblación, un alto porcentaje de personas mayores se están quedando aisladas”, dice. El trabajo contra la soledad no deseada lo realiza desde hace años, pero en 2022 se institucionalizó cuando el Gobierno de Cantabria comenzó a trabajar con el Colegio de Farmacéuticos de la región para el Programa Viernes.
El programa busca prevenir el aislamiento en municipios en riesgo de despoblación, explica Eduardo Rubalcaba, director general de Dependencia, Atención Sociosanitaria y Soledad no deseada del Gobierno cántabro. Desarrollan talleres sobre salud física, encuentros entre vecinos, paseos o cine, pero el objetivo principal es la relación interpersonal. Rubalcaba comenta que uno de los pasos más difíciles para combatir la soledad es la detección y, por ello, los farmacéuticos son puntos clave.
En Mataporquera, el Programa Viernes ha encontrado aliadas en la Asociación de Mujeres Santa Eulalia, que tiene entre 30 a 40 socias mayores de 50 años. Ellas, de por sí, hacen actividades casi a diario. Acciones que, según cuentan, “significan mucho, son vidilla”. Es su forma de luchar contra la soledad. También, son quienes participan de las actividades del programa y convocan a más gente.
En España, una de cada cinco personas sufre de soledad no deseada. Así lo afirma el Barómetro de la soledad no deseada 2024, y agrega que casi el 50% la ha sentido en el pasado o lo sigue haciendo. Adrián Tuñón, responsable de estudios del Observatorio estatal de la soledad no deseada, explica que “tiene una forma de ‘U’: es muy alta en jóvenes, desciende en adultos y crece en mayores de 75 años”. En los adultos mayores, algunos motivos son la viudez, pérdida de movilidad, fallecimiento de seres queridos, reducción del entorno de apoyo, indica.
—“Este martes hablaremos de la salud del pie, pero pasaremos un buen rato”, le dice Noriega a Varona sobre la próxima actividad.
—“Igual es una manera de comenzar”, responde Varona, “Luis, tú tienes fama de arreglar todos los problemas”, agrega.
Pedro Luis García de 71 años vive en otro de los pueblos del valle, Cuena. Noriega ha ido a su casa para dejarle unos medicamentos. García no tiene coche y moverse por la zona es casi imposible sin uno. Cuando el farmacéutico llega, García le dice rápidamente: “Necesito que me ayudes con el WhatsApp, quiero hacer una carpeta [haciendo referencia a un chat grupal]”.
Mientras García saca un rabel, un instrumento de cuerda que toca, Noriega cuenta: “A veces Pedro Luis va a la farmacia y deja los medicamentos que compra a propósito, dice que los olvida, pero es para que yo se los traiga hasta su casa”. García también canta en el coro del pueblo. Dos veces a la semana. Otra actividad que lo saca de la soledad que a veces siente.
![Pedro Luis García afuera de su casa en Cuena, Valdeolea, Cantabria](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/B2WGSNDYNBDRBN5JMMGQPMK2DQ.jpg?auth=462750b524c685e93543c77fcc511d27e8de375529332a451a45d2dd058ba7e1&width=414)
Jaime Gutiérrez Rodríguez, vocal del Consejo General de Psicología de España, explica que algunos síntomas de la soledad no deseada son “parecidos a una depresión”. Desaparece la motivación por salir, hay malestar continuo y sentimientos donde no sienten el refuerzo social, indica. Agrega que esto puede influir hasta en enfermedades, como la demencia.
Alguien con quien comentar el día a día
Dafne Sicilia tiene 54 años y hace 26 llegó a una farmacia en el barrio del Eixample, en Barcelona. “Cuando llegué era un barrio de personas mayores y los comencé a conocer en la farmacia, que era el centro de reunión”, cuenta. Entendió, rápidamente, que algunos se sentían solos, así que comenzó hacer actividades: desde subir al Montjuic hasta ir a bailar a Sants.
Años después, Sicilia sigue haciendo ese trabajo, aunque enfocado en la detección, junto con el proyecto Radares de la capital catalana. “Vienen a preguntar dudas de todo tipo. Te cuentan que les han llamado del gas y les han dicho tal cosa. Ahí te das cuenta que a algunos les falta compañía y alguien a quien decirle que le llamaron de la compañía del gas”, dice Sicilia.
![Dafne Sicilia en su farmacia en el barrio L'Eixample en Barcelona.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/SUJYXE5AD5BSDEKYVZFULK25HQ.jpg?auth=fd7eeec1d60aa9f851f802ee3031392a7785e8560ef35dbe90005d3c29f03fe4&width=414)
Radares comenzó en 2008 y desde el 2017 tienen un acuerdo con el Colegio de Farmacéuticos de Barcelona. Busca paliar la soledad no deseada y conectar a personas mayores con su entorno con actividades y acciones en conjunto con voluntarios, vecinos, comercios o farmacias. Una vez los “radares” detectan un caso, “se establece un protocolo de detección y actuación”, explica el ayuntamiento. Añade que 4 de cada 10 hogares con personas mayores de 85 años son unipersonales.
Para Sicilia a veces la solución no siempre deriva en llamar a los servicios sociales, sino también en actuar. “Tal vez está en nuestras manos hacerlo”, dice.
Noriega está de acuerdo. Fue lo que hizo el año pasado cuando salió a caminar a la montaña con Luis De La Fuente, de 81 años, que vive en Mataporquera, a quien había visto decaído y solo. Sabía que él, durante toda su vida, había ido de ruta por Cantabria. Cuando De La Fuente tenía solo 20 años perdió el brazo derecho y la mano izquierda en un accidente en una fábrica: “Iba a la montaña a escapar”, cuenta. Caminó casi todas las rutas de Cantabria y las de otras regiones, subió a los picos más difíciles y lo hizo, también, en tiempos récord, recuerda. Sin embargo, hace unos 10 años cuando a su hermana le diagnosticaron Alzheimer, “se acabó todo”. De La Fuente entró en un cuadro depresivo fuerte y dejó de salir de ruta.
Años después, el farmacéutico lo vio e intervino: “Ponte en forma que vamos a andar”, le dijo. Y, así, meses después se fueron los dos, con otro compañero, a la montaña. Tenían que caminar unos 40 kilómetros al día. Entre risas, Noriega acepta que tal vez fue mucho esfuerzo; al final, algunos tramos los hicieron en coche y otros andando menos. Pero lo importante fue que De La Fuente volvió a la montaña: “La gente me dice que estoy loco, pero lo necesito”. Este año ya hizo cuatro caminatas.
![Luis Noriega junto a Luis De La Fuente en Mataporquera, Cantabria.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/EGY7K44LGNCPRMG3TZNNVWUIQE.jpg?auth=a5a476266aa77e1045c17cbe871a0f38aa6d582b8362531a7d80d2114fdd48ab&width=414)
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