Un medio ambiente sano, aliado contra los supermicrobios
La resistencia a los antimicrobianos (RAM) podría llegar a matar durante el próximo cuarto de siglo a más de 39 millones de personas de forma directa y a otros 169 millones indirectamente en todo el planeta. Cuidar el medio ambiente, depositando los antibióticos sobrantes en el Punto SIGRE, es una de las formas de luchar contra esta pandemia silenciosa
Desde hace casi un siglo, cuando Fleming hizo crecer un moho en un cultivo, de forma casual, y descubrió que producía una sustancia, la penicilina, que mataba a varias bacterias que provocaban enfermedades, los medicamentos antimicrobianos han sido la solución más efectiva para tratar la mayoría de las infecciones bacterianas, tanto en los seres humanos como en los animales. Cada año salvan millones de vidas en todo el planeta. Pero el uso excesivo e inadecuado de estos medicamentos se ha convertido en uno de los mayores problemas de salud pública global, al ser el principal causante de lo que se conoce como la resistencia a los antimicrobianos (RAM).
Cuando una población de microorganismos se halla expuesta a un antibiótico mueren todos los gérmenes sensibles a él, pero sobreviven los resistentes, que son capaces de transmitir esta resistencia a sus descendientes, que se vuelven farmacorresistentes y dejan, por tanto, de responder a los medicamentos. Ello hace más difícil el tratamiento de las infecciones e incrementa el riesgo de propagación de enfermedades.
El uso excesivo e inadecuado de los medicamentos antimicrobianos se ha convertido en uno de los mayores problemas de salud pública global, al ser el principal causante de lo que se conoce como RAM
A la RAM también se la conoce como una “asesina invisible”: es la responsable directa de 1,27 millones de muertes cada año e indirecta de otros cinco millones a nivel mundial. Un peligro que “le puede pasar a cualquiera, en cualquier lugar”, tal y como advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS) y todos los expertos en esta materia. Es más, se estima que la RAM podría llegar matar en el próximo cuarto de siglo a más de 39 millones de personas de forma directa y a otros 169 millones indirectamente, según una investigación publicada por The Lancet recientemente.
La lucha contra la RAM requiere la colaboración entre el sector farmacéutico, los profesionales sanitarios, las instituciones académicas y las administraciones, con un enfoque One Health que fomente la investigación y el buen uso de los antibióticos. Sin embargo, hay razones para el optimismo ya que se pueden adoptar medidas en todos los niveles de la sociedad para reducir el impacto de este fenómeno y limitar su propagación. Una de ellas, al alcance de todos nosotros, es cuidar y proteger nuestro entorno.
¿El motivo? Según un nuevo informe de la ONU, el medio ambiente es un importante factor en la aparición, transmisión y propagación de estas resistencias antimicrobianas, todo ello derivado de la triple crisis planetaria actual: cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación. Un caldo de cultivo perfecto para la RAM.
El sector farmacéutico contribuye a esta lucha a través de SIGRE, la entidad sin ánimo de lucro creada por la industria farmacéutica, con la colaboración de la farmacia y la distribución, para garantizar la correcta gestión medioambiental de los residuos de medicamentos que generamos en nuestras casas desde una triple perspectiva: salud, medio ambiente y sensibilización.
Revisar el botiquín, imprescindible
Desde el punto de vista sanitario, se debe seguir insistiendo en la importancia de la revisión periódica de los botiquines. Por ello, una vez finalizado un tratamiento, es necesario que los medicamentos que sobren –o hayan caducado- y sus respectivos envases se depositen en el Punto SIGRE. Se reduce así la tentación de una automedicación incontrolada, un aspecto clave en el uso adecuado de los antibióticos. “Todos los medicamentos, incluidos los antibióticos, incorporan en su prospecto una leyenda para promover entre los ciudadanos la adecuada eliminación de sus residuos, tanto restos de producto como envases, a través del Punto SIGRE de las farmacias”, señala Humberto Arnés, presidente de SIGRE.
En la actualidad, casi el 70% de los envases depositados por los ciudadanos en los Puntos SIGRE se reciclan
Este sencillo gesto evita el riesgo de contaminación de los ríos y suelos, más que probable al deshacerse de ellos por el desagüe, y se permite a la vez reciclar los materiales de los envases para darles un nuevo uso. Y es que está demostrado que el reciclaje es un aliado para cuidar la biodiversidad y combatir la crisis climática y, por tanto, también ante la RAM. En la actualidad, casi el 70% de los envases depositados por los ciudadanos en los Puntos SIGRE se reciclan. Un elevado porcentaje al que contribuye también el esfuerzo que la industria farmacéutica lleva a cabo en materia de ecodiseño. En las dos décadas de funcionamiento de SIGRE, las compañías farmacéuticas han aplicado más de 3.500 iniciativas en este ámbito favoreciendo, entre otras mejoras ambientales, que los envases sean más fácilmente reciclables.
Otra de las grandes contribuciones de SIGRE es la sensibilización social. Prueba de ello es el reciente lanzamiento de la campaña de concienciación a nivel nacional Reciclar es el mejor tratamiento para el planeta, que pone especial énfasis en el uso adecuado de los antibióticos, la importancia del cumplimiento de los tratamientos y los beneficios de una correcta gestión ambiental de sus residuos. El uso adecuado de los medicamentos es clave tanto para salud como para el medio ambiente, y finaliza cuando se depositan sus residuos en el Punto SIGRE. Una sencilla práctica que ya realizan tres de cada cuatro hogares españoles y que nos permite cuidar de la salud global.