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Los forenses del juicio contra Dani Alves concluyen que la víctima sufre estrés postraumático

Dos peritos contratados por Alves aseguran que iba bebido pero acaban admitiendo que “sabía lo que estaba sucediendo”

Juicio Dani Alves
La madre de Dani Alves, en el centro, llega al Palacio de Justicia de Barcelona acompañada por su abogada y uno de sus hijos.Enric Fontcuberta (EFE)
Jesús García Bueno

La tercera jornada del juicio contra Dani Alves, acusado de violar a una joven de 23 años en la discoteca Sutton de Barcelona ha provocado un encendido debate entre los expertos que exploraron a la víctima. Los forenses, que intervinieron por orden judicial, han concluido que la chica sufre un cuadro de estrés postraumático, una enfermedad severa; mientras, los peritos de la defensa han puesto en duda esas secuelas y han cuestionado, incluso, que fuera violada, con el argumento de que no presentaba lesiones vaginales, aunque han tenido que reconocer que no tiene por qué haberlas. En la sesión de hoy han declarado también dos expertas para acreditar que Alves bebió esa noche una gran cantidad de bebidas alcohólicas. A preguntas de la abogada de la víctima, sin embargo, han tenido que admitir que sus capacidades estaban solo “levemente afectadas” y que, en cualquier caso, “sabía lo que estaba sucediendo”.

Las lesiones físicas y las secuelas psicológicas han sido objeto de debate en un tenso diálogo en la Audiencia de Barcelona. Cinco peritos (tres forenses designados por el juzgado de instrucción y dos peritos contratados por la defensa de Alves) han discrepado sobre el origen y alcance de esos daños. La víctima, que tenía 23 años, presentaba hematomas en ambas rodillas como consecuencia, presuntamente, de la violencia ejercida por el exfutbolista en el interior del cuarto de baño. La exploración reveló que no sufría, sin embargo, lesiones vaginales fruto de la penetración sin consentimiento.

“¿Es imprescindible que haya lesiones vaginales para que haya violación?”, ha preguntado la fiscal. El perito de la defensa ha afirmado que la ausencia de esas lesiones es más propio de “relaciones consentidas”, aunque ha tenido que admitir que “todo puede suceder”. El forense ha sido más claro: “Es verdad que las lesiones son más frecuentes en relaciones no consentidas, pero no se puede establecer un nexo casual”. Idéntica discusión se ha dado con las heridas en las rodillas: el perito de la defensa ha admitido que “nadie puede decir al 100%” cómo se produjeron y ha puesto en duda la violación por el hecho de que no se encontraron otras heridas. “Es muy raro que no apreciemos nada (...) Me hace pensar que el coito no fue tan traumático”.

Cuando la discoteca activó el protocolo contra agresiones sexuales, la víctima fue trasladada al Hospital Clínic, donde fue explorada. “Estaba con tensión, pero se veía una chica coherente, que explicaba las cosas tal como las había vivido”, ha relatado el forense que la atendió esa noche. La chica no le dijo que el agresor “era una persona famosa”. Sí le contó que “hubo besos en el cuello, pero después quiso salir [del baño] y ya no pudo”. El forense ha añadido que tuvo lagunas de memoria (”no recordaba si llegó a hacerle una felación o no”), aunque sí tenía claro que había sido penetrada vaginalmente contra su voluntad. El hombre ha insistido en que su reacción en el baño, donde se quedó paralizada, es perfectamente normal (”es un mecanismo de defensa del cuerpo, no se puede controlar”), lo mismo que los sentimientos de vergüenza y culpabilidad que mostró. Ese sentimiento “suele estar asociado a la condición de víctima”, ha dicho otro de los forenses.

La Fiscalía pide 150.000 euros de indemnización para ella por los daños morales y las secuelas sufridas. En abril de 2023, durante la instrucción del caso, volvió a ser explorada y mostró “cierta ansiedad” y “fragilidad emocional”. Fue entrevistada, además, por una psicóloga forense y por una psicóloga contratada por Alves, que este miércoles se ha quejado de que solo le dejaron formular una pregunta. “Discutimos, me dijo que no podía preguntar nada del caso ni cuestiones íntimas”. La perito ha cuestionado las conclusiones de los forenses sobre el estrés postraumático. “Es algo muy severo, no se puede pasar con los 0,25 de Trankimazin [ansiolítico] que tomaba y la médico de cabecera ni le dio un diagnóstico ni la derivó a salud mental”.

Otras dos psicólogas contratadas por Alves han intentado avalar el relato de que esa noche había bebido y no era consciente de lo que hacía. La defensa del futbolista brasileño defiende su inocencia pero plantea que, en el caso de que el tribunal le condene, se le apliquen dos atenuantes: reparación del daño (por haber abonado los 150.000 euros de indemnización, aunque lo hizo como fianza y por orden judicial) y estado de embriaguez. Los amigos que salieron a Sutton con él dijeron que había bebido mucho y su mujer, Joana Sanz, declaró el martes que “olía a alcohol” cuando llegó a casa.

Las dos expertas han intentado dar hoy rigor científico a esas impresiones. Analizaron la ingesta de bebidas (vino, whisky, gin-tonics) a través de las imágenes, donde se ve “una descoordinación motora; parece que se caiga”. Alves “no está acostumbrado a la ingesta de alcohol” y por eso concluyen que esa noche sus capacidades “volitivas y cognitivas estaban afectadas”. A preguntas de la acusación, sin embargo, han tenido que admitir que sus capacidades solo estaban “levemente afectadas” y que sabía lo que pasaba.

El juicio a Alves no se está pudiendo seguir con normalidad. La declaración de la víctima fue a puerta cerrada (por orden del tribunal) y tampoco se han podido ver las imágenes de Sutton (para proteger a la víctima) que se han exhibido en la sala y solo para las partes del proceso. Tan solo han trascendido unos minutos de la conversación, grabada accidentalmente por el mosso que acudió a la discoteca a atender a la víctima. La mujer expresa, entre llantos, su deseo inicial de “no denunciar” por miedo a ser reconocida. “No quiero que salga en ninguna parte mi nombre”, insistió. Cuando la chica explicó que entró voluntariamente al baño y temía que no la creyeran, el policía trató de tranquilizarla: “Tu nombre no va a salir fuera del ámbito judicial. Tú puedes entrar de forma voluntaria y decir que no”.

Alves se sienta desde el lunes en el banquillo de los acusados por la violación de la joven, de 23 años, en los lavabos de la zona VIP de Sutton. Los hechos ocurrieron la noche del 31 de diciembre de 2022. Por indicación de Alves y del amigo que le acompañaba, un camarero invitó a tres jóvenes —la víctima, una amiga y su prima— a tomar una copa en la zona VIP. Allí, en la mesa 6, bailaron con Alves y el amigo hasta que el exfutbolista se acercó con intenciones sexuales a la víctima hasta que le invitó a cruzar el umbral de una puerta y entrar en la suite. Al lado de la mesa había un lavabo. La chica entró y, según su testimonio, cuando quiso salir, Alves se lo impidió. Siempre según la versión de la víctima, el futbolista intentó que le practicara una felación, la abofeteó, le insultó y finalmente la penetró con mucha fuerza contra su consentimiento, hasta que eyaculó.

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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