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Zapatos con césped vivo y hierba en las chaquetas: así se diseñan las prendas más innovadoras

La diseñadora Paula Ulargui expone en la segunda edición de Audi Summit for Progress sus rompedoras investigaciones sobre moda y sostenibilidad. Prendas efímeras que reconectan con la naturaleza para concienciar sobre lo urgente que es adoptar nuevas pautas de consumo

Paula Ulargui, en Audi Summit for Progress, donde explicó en qué consiste su original concepto de moda sostenible, a base de seres vivos. En este caso, plantas.
Paula Ulargui, en Audi Summit for Progress, donde explicó en qué consiste su original concepto de moda sostenible, a base de seres vivos. En este caso, plantas.

La industria textil es la segunda más contaminante del planeta. La voz de alarma procede de Naciones Unidas. Confeccionar unos pantalones vaqueros requiere de unos 7.500 litros de agua, lo que bebe de media una persona en siete años. El sector arroja al mar, anualmente, medio millón de toneladas de microfibra, lo que equivale a tres millones de barriles de petróleo. Y produce más emisiones de carbono que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales juntos, con las consecuencias que ello tiene en el cambio climático y el calentamiento global.

La situación es insostenible, y el propio mundo de la moda es consciente de que el futuro pasa por replantearse sus formas de producción. Eso implica, necesariamente, adoptar una actitud responsable con los recursos, los materiales, el medio ambiente. Los consumidores son la otra parte de la ecuación: el cambio de mentalidad implica nuevos patrones de consumo más respetuosos con la naturaleza, que de alguna manera reconecten con los orígenes.

A los pocos meses de que Paula Ulargui (Pamplona, 1998), comenzara a estudiar diseño y comunicación de moda en el Instituto Europeo di Design (IED) de Madrid, descubrió su verdadera vocación: formar parte del cambio hacia una industria de la moda más sostenible. Y fue en su segundo año de formación cuando se empezó a interesar por el uso de los biomateriales y la renovación textil. “Descubrí en Internet que había multitud de proyectos de artistas y empresas que estaban creando biomateriales a partir de ingredientes muy comunes, como el agar, un extracto que procede de las algas”, ha recordado Ulargui durante la segunda edición del Audi Summit for Progress, celebrado recientemente en Madrid.

En las zapatillas deportivas de Ulargui crecen las plantas. Su originalidad ha cautivado a grandes del sector, como Loewe, que ha colaborado con ella en uno de sus proyectos más originales de los últimos tiempos.
En las zapatillas deportivas de Ulargui crecen las plantas. Su originalidad ha cautivado a grandes del sector, como Loewe, que ha colaborado con ella en uno de sus proyectos más originales de los últimos tiempos.

Este evento, patrocinado por el fabricante de automóviles alemán, ha reunido a algunas de las mentes más brillantes del mundo de diferentes ámbitos (la tecnología, la automoción, el urbanismo, la empresa…). A lo largo de la jornada, los participantes han expuesto sus proyectos disruptivos para mejorar la vida de los ciudadanos. Un compendio de ideas innovadoras para alcanzar un planeta sostenible y convivir con la naturaleza en un momento marcado por la emergencia climática y sus incertidumbres.

Desde el líder empresarial Paul Polman, quien ha apelado a “hacer más entre todos para asegurar un futuro sostenible de calidad” para salvar la humanidad”, a la directora ejecutiva de la Fédération Internationale de l’Automobile (FIA), Natalie Robyn, quien ha adelantado algunas de las líneas diseñadas desde el mundo del motor para avanzar hacia una movilidad más respetuosa con el medio ambiente. De hecho, el director de Audi España, José Miguel Aparicio, ha confirmado que la misión de la compañía es “dar forma a la movilidad premium del futuro, que ha de ser sostenible, conectada y autónoma”. En la jornada también se ha hablado de cómo afrontar el cambio climático desde el urbanismo, con los arquitectos Kunlé Adeyemi y Kongjian Yu. O cómo la tecnología ayuda a brotar vida en el desierto, tal y como ha explicado el ingeniero Ties van der Hoeven.

El logro fue ofrecer a quienes visten estas prendas la experiencia de la naturaleza en su primera etapa de vida. Quería hacer de estos tejidos una segunda piel, una continuación de la propia biología del usuario, una conexión directa entre dos cuerpos orgánicos de diferentes especies
Paula Ulargui, diseñadora

Entre los jóvenes talentos españoles que han acudido a la jornada sobresalen la experta en inteligencia artificial y Big Data, Alicia Asín; el inventor Rodrigo García, quien ha desarrollado a través de su empresa Notpla unos envases completamente degradables –comestibles, incluso–, fabricados con algas, y la propia Paula Ulargui. La creadora ha explicado en qué consiste su original concepto de moda sostenible a través de una propuesta que explora nuevos límites y busca alternativas naturales, mediante la inclusión de seres vivos –en este caso, plantas– en los tejidos. Fue en su proyecto de final de carrera cuando la diseñadora se decidió a dar el paso. Ocurrió durante una charla sobre el Antropoceno. “Es una falsa época geológica creada por la comunidad científica para hablar de los impactos abusivos que los seres humanos hemos tenido sobre los ecosistemas terrestres”, comenta. Allí se planteó de qué manera podía acercar de nuevo a las personas al mismo nivel de la naturaleza “para dejar de sentir que tenemos todo el derecho a explotar los recursos como queramos”.

Plantas vivas en la ropa

De entrada, la idea parecía complicada. Pero Ulargui ya había adquirido cierta experiencia previa en el uso de nuevos materiales y contaba con algunos conocimientos de horticultura. De esa suma de factores nació su proyecto Pieles siamesas, que busca reconectar la piel humana con la naturaleza. ¿Cómo? Haciendo crecer directamente las plantas sobre las prendas. Este trabajo se divide en tres ramas de investigación –Naturaleza comensalista, Naturaleza mutualista, Naturaleza simbiótica– y, en cada una de ellas, experimenta con un ser vivo diferente.

El comensalismo, sostiene la experta en moda sostenible, es un término que se utiliza para hablar de la relación entre dos seres vivos en los que uno obtiene beneficios del otro pero sin perjudicarle. Es decir, se establece una perfecta convivencia entre ambos. “Es justo lo que tienen las tillandsias. Son plantas que carecen de raíz y obtienen todos los nutrientes por las hojas. Crecen en las copas de los árboles, por ejemplo, y se benefician de esa sombra pero nunca parasitan al otro ser vivo”, explica.

Tras meses de experimentación y de estudio de las técnicas indígenas, consistentes en trabajar la tela con fibras naturales, Ulargui consiguió tejer la Tillandsia Usneoides, también conocida como musgo de aire. Su aspecto es de tejido rústico, pero en realidad es una planta que incluso puede florecer. “Se trata de una prenda viva, con periodos de vida prolongados y sostenidos en el tiempo. Fue sorprendente el pensar que podemos llevar ropa que en primavera florece”, añade.

En su segunda investigación, Naturaleza mutualista, el reto pasaba por demostrar la posibilidad de cultivar diferentes especies de hongos sobre telas para crear una prenda con ellos. La mayor dificultad fue inocular el micelio – el conjunto de pequeñas raíces que conforman la estructura del hongo– con las plantas. Este tipo de micelios ya se investigan en muchos campos. Y aunque su crecimiento es complejo, sus cualidades son infinitas. Al fin y al cabo, el hongo es el ser vivo más numeroso de la tierra y tiene una oferta enorme y exquisita de especies. Pese a la dificultad, Ulargui consiguió que brotaran un par de setas dentro del tejido, y la idea ahora es afianzar esta técnica en el futuro. “En Asia te encuentras con unas setas de colores y formas increíbles, y sería un pecado no aprovechar esa belleza para concienciar sobre un mensaje tan importante como es el que yo pretendo trasladar”, insiste. Porque uno de los objetivos de esta iniciativa tan personal es concienciar a las futuras generaciones sobre cómo pueden mejorar y cuidar el entorno que les rodea.

La diseñadora pamplonesa charla con las dos modelos qure presentaron sus creaciones en el evento organizado en Madrid por la compañía de automoción.
La diseñadora pamplonesa charla con las dos modelos qure presentaron sus creaciones en el evento organizado en Madrid por la compañía de automoción.

Por último, en Naturaleza simbiótica, Ulargui quiere mostrar la interacción entre lo humano y la naturaleza mediante el cultivo directo de plantas en diferentes tejidos. Para ello, la diseñadora estudia las semillas que pueden adaptarse a esta idea e investiga sobre sus necesidades de luz, temperatura, agua, nutrientes… La parte estética también juega un aspecto importante, ya que selecciona aquellas plantas más atractivas por su color, para hablar de una nueva naturaleza verde. “El logro fue ofrecer a quienes visten estas prendas la experiencia de la naturaleza en su primera etapa de vida. Quería hacer de estos tejidos una segunda piel, una continuación de la propia biología del usuario, una conexión directa entre dos cuerpos orgánicos de diferentes especies”, prosigue.

El resultado son unas zapatillas deportivas en las que crece el césped, abrigos con hierba natural en las mangas, pantalones con enredaderas. Prendas efímeras que se pueden mantener vivas durante cierto tiempo y que han cautivado a grandes del sector, como Loewe, que ha colaborado con Ulargui en uno de sus proyectos más originales de los últimos tiempos. En estos trajes, el cuerpo humano se convierte en el soporte para que la naturaleza crezca, brote, viva y cree su ciclo de vida. Una conexión que hace sentir la naturaleza sobre su piel a la persona que los viste. “El hecho de que sean prendas que hay que cuidar, nos hace prestar de nuevo atención sobre qué es lo que consumimos y qué impactos generamos”, sostiene.

Su aventura casi acaba de empezar, porque el reto ahora es incorporar nuevas especies de plantas en los tejidos, conseguir que estén más tiempo vivas, intentar adaptarse a los gustos de las diferentes marcas con las que colabora. “La biología que hay detrás de las prendas es un mundo por explotar que debería servir como modelo, como una vuelta de origen de contacto a la naturaleza”, concluye.

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