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La resistencia de las mascarillas: “Me la voy a seguir poniendo porque el bicho sigue aquí”

Desde este miércoles, solo es obligatorio llevar el tapabocas en centros sanitarios, farmacias y para los trabajadores y visitantes de centros sociosanitarios. Pero hay quienes no se piensan despedir de ella

Javier Jurado, taxista de Sevilla que sigue llevando mascarilla.
Javier Jurado, taxista de Sevilla que sigue llevando mascarilla.Alejandro Ruesga

Casi tres años después de que estallara la pandemia, este miércoles ha dejado de ser obligatorio en España llevar mascarilla en el transporte público, además de en ópticas, ortopedias y centros auditivos. Con la publicación de esta medida en el Boletín Oficial del Estado (BOE), ya solo debe utilizarse el tapabocas de forma obligatoria en centros sanitarios, farmacias y para los trabajadores y visitantes de centros sociosanitarios. A pesar del alivio para la mayoría de la ciudadanía, algunas personas continuarán llevando mascarilla. Como cuentan, siguen teniendo miedo a contagiarse.

Inmaculada González, en un vagón del Metro de Madrid este miércoles.
Inmaculada González, en un vagón del Metro de Madrid este miércoles.JUAN BARBOSA

Inmaculada González, de 61 años, administrativa de Madrid: “Yo me protejo a mí misma, los demás que hagan lo que quieran”

En un vagón del metro de Madrid, Inmaculada González viaja llevando mascarilla, “por precaución propia”. Ella se contagió y todavía siente fatiga a la hora de realizar actividades sencillas. Ya se ha vacunado con todas las dosis (como el 59% de las personas mayores de 60 años), lo que asegura que debería hacer todo el mundo. Y tiene claro que continuará con el cubrebocas. “No solamente por covid sino porque nos hemos evitado gripes, catarros y otro tipo de virus”, afirma, mientras cuenta las cuatro paradas que le quedan para su destino. “Yo me protejo a mí misma, los demás que hagan lo que quieran”, finaliza.

Rosario Véliz, de 59 años, cuidadora de ancianos de Barcelona: “Para cuidar tengo que cuidarme”

En la línea 1 del metro de Barcelona, una de las más utilizadas, casi la mitad del vagón sigue portando el cubrebocas. Además, se sigue escuchando por radiofonía el aviso donde se ruega a los viajeros seguir usándolo. Rosario Véliz sigue llevando mascarilla, entre otros motivos, porque es asmática: “Aunque no haya covid, tenemos muchas gripes por el frío. Yo llevo muchos medicamentos encima. Entiendo que, sobre todo las personas mayores, sigan llevándola puesta porque son más propensos a enfermedades”. Véliz trabaja en el domicilio de una anciana, donde también la sigue usando por precaución: “Para cuidar tengo que cuidarme”.

Juani Sanguino, 70 años, ama de casa de Sevilla. “Yo no me la pienso quitar, por miedo”

En la ronda de Capuchinos de Sevilla, cerca de una marquesina de autobús, se pasea Juani Sanguino, ama de casa de 70 años. “Acabo de oír en la radio a un periodista que iba montado en un autobús y decía que casi nadie la llevaba. Yo me estoy pasando por aquí a ver cómo está el panorama. Pero yo no me la pienso quitar, por miedo”, afirma. Justo en ese momento se detiene en la parada el C3 y, desde luego, no debe ser el autocar en el que estaba el periodista de la emisora que escuchaba Juani, porque la media docena de pasajeros llevan el tapabocas puesto, incluido el conductor, por debajo de la nariz, eso sí.

Sara Ramírez, en un andén del Metro de Madrid.
Sara Ramírez, en un andén del Metro de Madrid.JUAN BARBOSA

Sara Ramírez, de 20 años, estudiante de Madrid: “Cuando la gente está mala va tosiendo a los demás”

En un andén del Metro de Madrid, Sara Ramírez, de 20 años, continúa llevando el cubrebocas. Cuenta que ya se contagió una vez de covid y, aunque no fue grave, asegura que tiene que seguir teniendo precaución porque es asmática. “Seguiré usando la mascarilla porque creo que me protege”, afirma. Estudiante de un grado superior en medicina nuclear, esta joven piensa que no está de más la mascarilla: “No tenemos conciencia de la salud pública porque cuando la gente está mala va estornudando o tosiendo a los demás”. Antes del metro, cogió un autobús y “todo el mundo venía con mascarilla”. Una amiga que la acompaña, interrumpe y dice entre risas: “Teníamos miedo de que no nos dejasen entrar”.

Francisco Javier Jurado, 58 años, taxista de Sevilla. “Me la voy a seguir poniendo porque el bicho sigue aquí”

En una parada de taxis de Sevilla, espera la llegada de clientes Francisco Javier Jurado. Tiene 58 años y lleva 24 detrás del volante. Está sentado en el asiento del copiloto, con la mascarilla puesta. “Me la voy a seguir poniendo, porque el bicho sigue aquí”, asegura. En lo que va de mañana ha hecho ya dos carreras y una de sus clientas también la llevaba puesta, pero la otra ha viajado sin ella, explica.

Ruben Cruz, pintor de Madrid.
Ruben Cruz, pintor de Madrid.JUAN BARBOSA

Rubén Cruz, de 57 años, pintor de Madrid: “Me costó mucho recuperarme”

Para Rubén Cruz, que trabaja de pintor en Madrid, la mascarilla forma parte ya de su vida. Cuenta que hace un año estuvo hospitalizado dos meses por covid. “Cuando salí del hospital me encontraba bastante mal, no podía caminar”, dice. “Daba unos cuatro o cinco pasos y me cansaba, me costó mucho recuperarme”. Para él, el cubrebocas sigue siendo obligatorio.

José Manuel, funcionario de Valencia.
José Manuel, funcionario de Valencia. Mònica Torres

José Manuel, 65 años, funcionario de Valencia. “Al final te habitúas y no ha sido ningún problema”.

José Manuel, de 65 años, es funcionario del Ministerio del Interior. Coge el transporte público todos los días. “Llevamos dos años con el tema de la mascarilla, al final te habitúas y no ha habido ningún problema”, asegura, mientras espera el metro en una céntrica parada de Valencia a las 8.40. José Manuel ha presenciado alguna discusión a causa de una mascarilla mal puesta o por alguien que no la llevaba, pero en general la gente ha respetado la normativa. “Yo cumplo y creo que la gente también, creo que solo una minoría de personas ha sido poco sensible”, señala este funcionario, con dos hijos. José Manuel se muestra comprensivo con las medidas que ha adoptado el Gobierno —“yo acato, sea del color que sea”, apostilla— en una situación de alarma y de pandemia.

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