Levantar por fin la vista del microscopio para identificar el cáncer
La patología digital otorga rapidez y precisión al diagnóstico temprano de la enfermedad, antesala de la inteligencia artificial
“La tecnología digital ha superado al microscopio, con el que llevamos 400 años. Claro que la puedes criticar, pero dale tiempo, que llevamos con ella 15 años”. Marcial García, jefe de servicio de anatomía patológica del Hospital Puerta del Mar en Cádiz, resume la revolución silenciosa que recorre muchos sótanos de hospitales de todo el país: cuando en una biopsia un tejido llega al servicio de anatomía patológica para ser escrutado, hace poco más de una década que los patólogos levantan la vista del microscopio hasta la pantalla del ordenador para ver y contar las células cancerígenas. Con tanto detalle y resolución que las podrían nombrar una a una. ¿Qué ha cambiado para que el análisis de las muestras se acelere y sea hoy más certero?
Hasta ahora, los tejidos de citologías y biopsias que extraían los cirujanos se analizaban en los laboratorios y si el patólogo dudaba -para afinar el diagnóstico de un cáncer, comprobar si era benigno o maligno, o acotar su extensión- las muestras viajaban por mensajero hasta otro hospital -nacional o extranjero- para pedir una segunda opinión de otro especialista. Poco a poco, los hospitales compran escáneres potentísimos para desprenderse de los microscopios y ver las células cancerígenas con un aumento de 400 veces en la pantalla del ordenador e identificarlas por color y granulado, pero sobre todo para dotarse de la capacidad de almacenaje que permita conservar las imágenes, que ocupan petas de información [cada peta equivale a mil teras], y que necesitan el soporte de grandes empresas tecnológicas como Leica o Hamamatsu.
“Ahorras horas, pero sobre todo cambia la distribución del trabajo. Si el paciente necesita ser diagnosticado con urgencia, puedo resolver el diagnóstico desde el móvil o el ordenador. Y hasta ahora los patólogos dependíamos de favores personales, la patología digital nos está descubriendo el acceso a los expertos”, ejemplifica García, presidente de la Sociedad Iberoamericana de Telemedicina. Las muestras de diagnósticos complejos de sarcomas, melanomas o linfomas que antes viajaban desde Cádiz hasta Sevilla, Madrid o Londres por mensajero, ahora están en cinco minutos en el despacho de otro patólogo especialista en esos cánceres complejos, que accede a las imágenes anonimizadas con solo una dirección web y una contraseña. La Sociedad Española de Anatomía Patológica hace tiempo que ofrece ese servicio a los especialistas, para que suban una muestra digital a una dirección web y otro patólogo las revise. Entre expertos no se factura a no ser que intervengan seguros privados.
“La biopsia de una mama puede generar tres cortes y tres laminillas, que se traducen en 45 gigas de imágenes solo para una muestra, y cada hospital puede ver una media de entre 50 y 100 casos al día, y todos deben estar disponibles para el patólogo”, resume Agustín Cárdenas, responsable de transformación de empresas en Telefónica, que lidera un proyecto junto a la multinacional Dédalus para mejorar la patología clínica, que estos días testea García en el Puerta del Mar.
A pesar de su importancia como detectores del cáncer, la inversión pública en la patología ha sido tradicionalmente escasa. Pero este verano Galicia, Cataluña y Andalucía licitan concursos públicos para renovar sus equipos. La Junta andaluza ha destinado por ejemplo 10 millones para dotar de nuevos escáneres, sistemas de almacenaje y trazabilidad de muestras a 35 hospitales de esta comunidad, en gran parte financiados por fondos europeos. La previsión del Servicio Andaluz de Salud (SAS) es ahorrar más de 10 millones al año solo en mejora de calidad de diagnóstico que eviten tratamientos y estancias hospitalarias innecesarias. El ahorro también será en el coste actual de un estudio de muestras, datado en 150 euros. “Si el SAS tiene 478.000 casos y elabora 3,7 millones de preparaciones, puede ahorrar hasta 5,4 millones al año”, calcula Ignacio Orts, responsable del área de diagnóstico de Dédalus.
En el Puerta del Mar, llama la atención el contraste de su unidad de anatomía patológica: en un edificio con sabor y estructura rancios -suelos desvencijados, ventanas que dan a un muro con desconchones- los equipos de hasta 100.000 euros por unidad ofrecen una resolución y rapidez punteras. El pasado lunes Cristian Benavides, médico residente, cortaba con bisturí una sección de un útero extirpado por un cirujano. “El órgano debe estar bien fijado para el tallado macroscópico, con un grosor máximo de un centímetro”, explicaba. Tras recoger una lámina fina del tamaño de una huella dactilar y elegir el patólogo las muestras clave del tejido, los técnicos la cortan de nuevo. “De 0,5 milímetros a solo tres micras (0,003 milímetros) con el microtomo”, apunta Olga Soto, técnica especialista en biología molecular. Luego se incluye en un trozo de plástico denominado casete con parafina, para a continuación meterlo en una máquina teñidora y montadora, de la que sale ya lista la muestra para poder observarla en el microscopio o en la pantalla del ordenador. En este hospital, una media de 300 preparaciones al día. Antes, este teñido de la muestra para poder observar las células cancerígenas se realizaba a mano.
A pesar de toda esta digitalización que revoluciona la patología digital, el siguiente paso ya está en marcha: la inteligencia artificial que permite -mediante algoritmos que aprenden- mejorar el cribado del cáncer. Los ordenadores detectan cómo contar las células cancerosas y ahorrará ese trabajo al patólogo, por lo que se detectará mucho más rápidamente por qué zonas está extendida la enfermedad. “La máquina no se equivoca, el humano sí”, recuerda García. Uno de esos proyectos en marcha desde la ciudad andaluza integra redes que detectan patrones y predicen las mutaciones de los tumores.
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