De pandemias e indencios forestales
Si nuestra economía fuera un paciente, podríamos decir que se encuentra en la UCI y sus médicos solo tratan los síntomas, sin entender o tener el coraje suficiente para solucionar las causas del problema
La crisis del coronavirus, así como las recurrentes crisis de incendios forestales que vivimos cada año en muchas zonas del planeta, son solo la punta del iceberg de una crisis mucho mayor: la de nuestro sistema económico. Un sistema adicto a los recursos fósiles y al crecimiento económico a toda costa que no ha sabido valorar ni incorporar el capital más fundamental de todos, nuestra principal fuente de bienestar y salud: la naturaleza. Este sistema económico, nacido de la revolución industrial y basado en el uso masivo de recursos fósiles, ha proporcionado un crecimiento económico sin precedentes en la historia de la humanidad, pero también ha alterado de una manera sin precedentes la biosfera y el clima, poniendo en riesgo, no solo la vida y la biodiversidad de nuestro planeta, sino el propio sistema económico.
Bioeconomía circular del bienestar
ENERGÍA
RENOVABLE
Materiales
Construcción
Químicos
Bioenergía
Empaquetado
Eficiencia
Ecodiseño
En cascada
Bioprocesado
Biomasa
Bioproductos
Comida
Farmacéuticas
Alimentación
Reciclar
Reducir
Rehusar
Biofuel
sostenible
Textiles
SOCIEDAD
Sin
deforestación
Valores de
mercado y no
de mercado
Biociudades
Bienestar
Prosperidad
Servicios
regulatorios
Provisión
de servicios
Servicios
culturales
CAPITAL
RENOVABLE
NATURAL
• Climáticos
• Agua
• Enfermedad
• Inundaciones
• Educación
• Espiritual
• Estética
• Recreacional
Barreras ecológicas
Funciones
de ecosistema
Biodiversidad
NATURALEZA
Fuente: Instituto Forestal Europeo.
Bioeconomía circular del bienestar
ENERGÍA
RENOVABLE
Materiales
Construcción
Químicos
Bioenergía
Empaquetado
Eficiencia
Ecodiseño
En cascada
Bioprocesado
Biomasa
Bioproductos
Comida
Farmacéuticas
Alimentación
Reciclar
Reducir
Rehusar
Biofuel
sostenible
Textiles
SOCIEDAD
Sin
deforestación
Valores de
mercado y no
de mercado
Biociudades
Bienestar
Prosperidad
Servicios
regulatorios
Provisión
de servicios
Servicios
culturales
CAPITAL
RENOVABLE
NATURAL
• Climáticos
• Agua
• Enfermedad
• Inundaciones
• Educación
• Espiritual
• Estética
• Recreacional
Barreras ecológicas
Funciones
de ecosistema
Biodiversidad
NATURALEZA
Fuente: Instituto Forestal Europeo.
Bioeconomía circular del bienestar
ENERGÍA RENOVABLE
Materiales
Biofuel
sostenible
Químicos
Empaquetado
Construcción
Eficiencia
Ecodiseño
En cascada
Bioprocesado
Biomasa
Bioproductos
Bioenergía
Reciclar
Reducir
Rehusar
Farmacéuticas
Textiles
Comida
Alimentación
Sin deforestación
SOCIEDAD
VALORES DE MERCADO
Y NO DE MERCADO
BIOCIUDADES
BIENESTAR
PROSPERIDAD
SERVICIOS
REGULATORIOS
PROVISIÓN
DE SERVICIOS
SERVICIOS
CULTURALES
• Climáticos
• Agua
• Enfermedad
• Inundaciones
• Educación
• Espiritual
• Estética
• Recreacional
Barreras ecológicas
CAPITAL RENOVABLE
NATURAL
FUNCIONES
DE ECOSISTEMA
BIODIVERSIDAD
NATURALEZA
Fuente: Instituto Forestal Europeo.
La ciencia lleva años advirtiendo de que la pérdida de biodiversidad, la deforestación y la urbanización descontrolada son factores claves en la emergencia y transmisión de nuevos virus de origen animal, como la covid-19.
El año 2020 es el punto culminante de una década marcada por récords de temperaturas, amagos de varias pandemias y catástrofes naturales, incluyendo incendios forestales de una intensidad y extensión nunca vistos antes en muchos países: Australia, California, Chile, Portugal, Grecia, Alemania, Suecia…
Si nuestra economía fuera un paciente, podríamos decir que se encuentra en la UCI y sus médicos solo tratan los síntomas, sin entender o tener el coraje suficiente para solucionar las causas del problema. El paciente, después de seguir una dieta nada equilibrada a base de recursos fósiles durante más de 100 años, ha ganado peso de forma exponencial; en los últimos 30 años, el PIB y la clase media mundial se han triplicado, mientras que la pobreza se ha reducido de manera drástica. El problema de medir la salud del paciente solo en base a la rapidez con la que gana peso es que este se obsesiona con ganar peso, sin dedicar tiempo a ejercitarse y reflexionar sobre aquello que realmente genera bienestar. Para muchas zonas del mundo, ganar peso era necesario, ya que estaban desnutridas pero, en general, el sobrepeso ha tenido como consecuencia la pérdida de resiliencia y la aparición de dolores agudos en forma de incendios forestales, sequías, plagas y enfermedades, que impiden cada vez más la movilidad del paciente. La respuesta de los médicos a ese sobrepeso ha sido suministrar analgésicos que, lejos de solucionarlo, solo han empeorado la situación, ya que no solucionan el problema de raíz, sino que permiten seguir con el mismo modelo de producción y consumo impulsivo.
En cuanto al problema concreto de los incendios forestales, estos han existido desde que el hombre dejó los bosques para vivir en la sabana, pero su intensificación en la última década se explica por la aceleración mutua de dos problemas estructurales generados por la economía fósil. Por un lado, la crisis climática, especialmente palpable en las regiones mediterráneas. Por otro, una urbanización sin precedentes, que ha comportado el abandono de la economía rural y una pérdida generalizada de los vínculos que nos conectan con la naturaleza y sus ritmos biológicos y ecológicos. Pero “nuestros médicos”, en lugar de tratar las causas estructurales, han suministrado cada vez más calmantes en forma de medidas millonarias para la extinción de los incendios forestales que, lejos de curar al paciente, solo suprimen el dolor de manera momentánea y, además, a largo plazo solo empeoran el problema estructural (la llamada “paradoja de los incendios”), ya que desvían la atención (y los presupuestos) de las medidas de prevención y de gestión del territorio necesarias. Ahora bien, la solución a los incendios forestales, como a tantos otros problemas que cada vez son más aparentes (plásticos en los océanos, pérdida de biodiversidad, cambio climático...) solo pasará por un cambio de paradigma económico, por un cambio de dieta generalizada de nuestra economía. Debemos pasar de una economía fósil con un apetito compulsivo a una economía basada en una dieta equilibrada a base de recursos renovables. Una bioeconomía (bio significa vida) circular que ponga en valor la biodiversidad y nuestros recursos biológicos renovables. Una bioeconomía circular que atraiga inversiones, empleo e innovación al mundo rural para que este ejerza todo su potencial para generar bienestar y prosperidad y, al mismo tiempo, solucione por sí mismo las causas estructurales de problemas como el de los incendios. Este cambio de paradigma requiere romper con las grandes dicotomías que han caracterizado la era industrial. Un futuro sostenible debe estar fundamentado sobre una relación simbiótica entre ecología y economía, entre el entorno urbano y rural y entre la tecnología y naturaleza.
Las buenas noticias son que construir dichas relaciones simbióticas a través de una nueva bioeconomía circular nunca había sido tan factible como ahora, gracias a los grandes avances que la ciencia y la tecnología están experimentando en el ámbito de la biología, la biotecnología, los materiales, las energías renovables y, en definitiva, a raíz de la innovación que supone la colaboración entre disciplinas y sectores del ámbito biológico, digital y físico.
El reto ahora es transformar esta realidad tecnológica en una realidad económica. Para ello son necesarias políticas y políticos valientes, empresarios e inversores que no intenten predecir el futuro, pero que quieran crearlo y dejarlo como legado a las futuras generaciones.
Alguien dijo que los incendios se apagan en invierno, ahora ya no estamos a tiempo de ello, ahora solo podremos apagarlos desde una nueva economía donde la vida en mayúsculas (BIO) sea al mismo tiempo su motor y razón de ser: BIOeconomía.
Marc Palahí es director del Instituto Forestal Europeo.
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