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Una médica de urgencias en uno de los epicentros de la pandemia en Brasil: “La gente muere sola, sola, sola”

La doctora Uildéia Galvão relata desde Manaos las difíciles condiciones de trabajo y el colapso del sistema. Los profesionales no cobran desde febrero

Josette Goulart
São Paulo -
Uildéia Galvão, médica brasileña de Manaos que atiende a pacientes de la covid-19.
Uildéia Galvão, médica brasileña de Manaos que atiende a pacientes de la covid-19.Divulgação

“Los pacientes que padecen de la covid-19 tienen mucha sed. Hay momentos en que quieren mucha agua. Ves que el paciente te pide agua y... no puedes dársela, no puedes, estás intubando a alguien, viendo a otro paciente más grave. Y no hay nadie que pueda ayudar a ese paciente”. La doctora brasileña Uildéia Galvão trabaja 12 horas al día, todos los días. A veces, 20 horas al día, para atender a los pacientes que llegan a las urgencias del Hospital 28 de agosto de Manaos, la mayor ciudad de la Amazonia. La capital del Estado de Amazonas es una de las más afectadas de Brasil por la crisis del coronavirus. Hospitales abarrotados, avalancha de cuerpos en los cementerios, cientos de muertos que no consiguen llegar al hospital y mueren en casa.

Galvão atiende las 120 camas de la sala de urgencias, donde se envían a los pacientes graves de la covid-19. Tras 25 años de experiencia, no es capaz de aceptar este nuevo tipo de “momento final” que ha traído el coronavirus: “Es difícil ver a las personas morir solas. Solas, solas, solas. Solas”. Repite “solas” cinco veces en entrevista telefónica desde Manaos. Como si no creyera las palabras que le salen de la boca.

En el Hospital 28 de agosto, no hay tiempo para hacer una videoconferencia con el móvil para despedirse. En el Hospital 28 de agosto, no hay tiempo para nada. “Ves pacientes que llevan cuatro días sin ducharse, sin que los limpien, porque no hay recursos humanos para hacerlo”. El colapso del sistema sanitario de Manaos podría haberse producido en cualquier momento, pero el coronavirus ha acelerado las cosas. La doctora Galvão dice que es cierto que muchos profesionales sanitarios han contraído el virus y están aislados, pero la verdad es que, según ella, hacía mucho tiempo que no había suficientes recursos humanos.

En plena pandemia, los sanitarios de las urgencias de Manaos aún no han cobrado el sueldo de febrero. Tienen que comprarse sus propios equipos de protección. Pasan muchos días sin que el laboratorio de salud pública del Amazonas recoja el material para hacer las pruebas de covid-19. “Y, mira, solo estamos atendiendo a pacientes realmente graves”, dice Galvão.

Oficialmente, en el Estado se han producido 476 muertes por coronavirus y hay 5.723 infectados (datos del 1 de mayo). Pero en las noticias, las imágenes de cementerios abarrotados y de familias desesperadas llorando dejan claro que el subregistro es enorme. La distorsión de datos es evidente. A lo largo de las semanas, Brasil ha visto imágenes tenebrosas de entierros en fosas colectivas en la ciudad de Manaos, incluso de madrugada. “Ni siquiera sé si son conmovedoras, no sé si son trágicas. Pero realmente reflejan nuestro día a día. Está siendo realmente muy difícil”.

Hace dos semanas, el alcalde Arthur Vírgilio publicó en las redes sociales que el promedio de entierros diarios se había triplicado en la ciudad. Ahora, se ha cuadruplicado. El domingo pasado, hubo un pico de 140 muertos. El promedio diario ha sido de 100. Otros años, el pico no pasaba de 35 entierros. Sin embargo, los datos proporcionados al Ministerio de Sanidad solo informaron ese día de 17 muertos por covid-19.

El regidor hizo otra advertencia: hay un porcentaje muy alto de personas que mueren en casa, sin atención médica. El lunes, más de un tercio de las personas que murieron lo hicieron en casa. La tormenta perfecta ha llegado a Manaos: un sistema sanitario ya frágil, una pandemia que ha llevado una avalancha de pacientes a los hospitales, una población envejecida a los 60 años con una serie de enfermedades propicias para el coronavirus y, para rematarlo, un total desprecio por el aislamiento.

Según los datos de la start up In Loco, que ha estado monitoreando el movimiento de los móviles en todo el país desde el inicio del distanciamiento social, a mediados de marzo, Amazonas era el Estado con menos adhesión al #Quédateencasa.

Pero todavía hay otro ingrediente: el gobernador del Estado, Wilson Lima, del Partido Social Cristiano (PSC). El lunes, la Asamblea Legislativa del Estado aprobó una solicitud para que el Gobierno federal intervenga el sistema de salud de Amazonas. La cámara aprobó una petición del Sindicato de Médicos para que el gobernador sea destituido. El Gobierno del Estado no ha respondido a las diversas preguntas realizadas para este reportaje.

La doctora afirma que algunas cosas han mejorado desde que hablamos con ella por primera vez. Los equipos de protección han empezado a llegar, aunque racionados. “Pero es bueno que estén racionados, así no faltan”. Se han dispuesto más camas, lo cual ha ayudado a descargar las urgencias. Y el Gobierno del Estado ha abierto una línea directa de comunicación con los médicos y ha prometido organizar un cronograma para actualizar el pago de los sueldos de 2020, para que no se retrasen más.

Galvão muestra su resentimiento, aunque sutilmente, hacia los gobernantes del Estado. Habla de los que acuden a los medios de comunicación para decir que las personas mueren porque les falta atención médica. Estas acusaciones recaen sobre el personal que está en primera línea, trabajando cuatro veces más que ellos y enfrentando la indignación de la población. “La población tiene grandes dificultades para comprender que los sanitarios no son los responsables de crear una estructura de atención razonable para que la probabilidad de éxito sea la mejor. ¿Sabes? Y nosotros no conseguimos desmitificarlo”.

—¿Qué le da miedo?

Al otro lado del teléfono, un segundo de silencio y la respuesta:

—Me da miedo que esto se alargue mucho. Por el cansancio. Es agotador. Muy agotador.

—¿Hace cuántos días que lleva este ritmo?

Suspira más profundamente que antes:

—¿A este ritmo? Desde el 20 de marzo... más o menos.

—Hace 30 días.

—Sí, ya hace 30 días.

Cuenta su desesperación ante la falta de cuidados con los profesionales, que no tienen un líder que elabore un plan de acción. Cree que ya ni siquiera hay tiempo. Sufre al constatar que las familias abandonan a sus ancianos en los hospitales. “Le comenté a mi hija que no siempre es solo un problema del sistema sanitario. También hay una crisis humanitaria”.

—Si pudiera dirigirse a todo el país, ¿qué le diría?

La doctora responde, sin pestañear:

—Quedaos en casa. Quedaos en casa todo el tiempo que sea posible y necesario. Cuidad a vuestros ancianos, a vuestros padres... Tenemos que aprender algo de esto. Hoy vemos que la polarización no existe solo en la política, está en todo, en las ideas, los sentimientos: o eres esto o eres aquello. Creo que tenemos que repensarlo todo y ver hacia dónde queremos ir con nuestro país, con nuestra política. No es posible que no aprendamos que debemos ser más humanos, más amables y más educados y saber elegir mejor a quienes definirán el futuro de nuestros nietos, bisnietos. Hoy tenemos lo que tenemos, tenemos que aprender a convivir con esto y darlo todo. Pero, en el futuro, no es posible que no tengamos algún mecanismo de cambio.

Josette Goulart es la fundadora y editora del periódico digital Lagartixa Diária, @LagartixaDiaria.

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