La hipótesis de un edema enfrenta a los forenses del ‘caso Diana Quer’
Dos grupos de médicos coinciden en que El Chicle usó la brida para estrangular a la joven pero discrepan sobre si una hinchazón en el área genital se debe a una violación o al agua del pozo
Escenas como la de este jueves pocas veces se ven en un juicio. Siete forenses y un matemático han protagonizado una extensa e intensa discusión sobre hipótesis del caso Diana Quer que son clave para probar, o no, esa violación que supondría para El Chicle una condena por asesinato con prisión permanente. La bomba, ante un jurado sorprendido, un juez contrariado y unos compañeros atónitos, la ha soltado José Blanco Pampín, el forense que dirigió, meses más allá del funeral de Diana, una "revisión" de la verdadera autopsia. Poco después de empezar su exposición, Pampín ha comentado que en una fotografía había apreciado un "importante edema en los labios mayores", producido claramente en vida y "fijado en el tiempo" por las condiciones del pozo, que podría haber "tenido lugar en un acto sexual con maniobras intempestivas". Hasta esta mañana nadie sabía nada de esto. El propio médico no lo había recogido en su informe judicial. Y el magistrado, Ángel Pantín, le ha exigido molesto: "Esto merece una explicación, señor Pampín".
Por un lado, en la sala, se sentaban los tres médicos que se responsabilizaron de la auténtica autopsia del cadáver en el Imelga (Instituto de Medicina Legal de Galicia), entre ellos el que está considerado como uno de los mejores antropólogos forenses de España, Fernando Serrulla. Por otro, tres especialistas y un profesor de Matemáticas que trabajaron bajo el mando de José Blanco Pampín, jefe de Patología Forense del Imelga, autor de autopsias tan sonadas como la de la niña Asunta Basterra y la de Ramón Sampedro. En el caso de la muerte de Diana Quer, este equipo había llevado a cabo la "revisión" sobre el papel de la primera autopsia. Y también, con ayuda del matemático, un estudio estadístico sobre crímenes sexuales basado en el Teorema de Bayes que concluye que El Chicle violó a su víctima "con un 99,99939% de probabilidad".
El anuncio, llegado el juicio, de que en el cadáver había un supuesto edema (o hinchazón por exceso de líquido) ha provocado el choque entre los expertos. Los forenses que examinaron directamente los restos mortales no lo interpretaron así en su momento y no aceptan la teoría de Pampín. Para ellos, la hinchazón estaba "por todo el cadáver" y era consecuencia de la enorme cantidad de agua absorbida por los tejidos tras tanto tiempo en el pozo. De hecho, el cuerpo de Diana Quer estaba en estado parcial de "saponificación", una transformación de la grasa corporal en jabón por reacción al contacto con el agua.
"El tejido laxo de la vulva se llena más de agua que el del resto del cuerpo", ha explicado Fernando Serrulla, "es un fenómeno claramente post mórtem", "en este caso, hasta los huesos rezumaban agua" al llegar al laboratorio. "Un cadáver tiene enfisemas, no edemas. Yo he visto miles de cadáveres de mujeres en estado enfisematoso. Pero este es un edema idéntico al que se aprecia en otras víctimas vivas", ha replicado José Blanco Pampín a su colega del Imelga: "Es un fenómeno vital y no lo he visto en ninguna otra parte del cadáver". "¿No es importante, para llegar a esas conclusiones, haber estado en la sala de autopsias?", ha cuestionado el juez al revisor del trabajo de los otros compañeros. "Es importante, pero a mí me basta una fotografía", se ha jactado Pampín. En el debate, los otros médicos y forenses públicos que lo acompañaban han cerrado filas con él.
Otro elemento de controversia ha sido el de la causa de las lesiones cervicales que presentaba Diana Quer. Alberto Fernández Liste, Einés Monteagudo y Serrulla, los forenses que estudiaron el cuerpo en todas sus capas, hasta la completa esqueletización por parte del último experto, constataron la rotura del hueso hioides (situado sobre la nuez) y "pequeños arrancamientos" en tres vértebras. Llegaron, como "hipótesis más razonable", a la conclusión de que esas lesiones se debían al estrangulamiento con una brida plástica como la que apareció enredada en la melena de la víctima de José Enrique Abuín. Las erosiones vertebrales, para ellos, se habrían producido porque la chica "luchó" por su vida. La tensión de la brida en los ligamentos y músculos del cuello que trataba de liberarse laceró la superficie de los huesos.
Sobre la mesa de autopsias, estos forenses no hallaron ningún hematoma, fisura o desgarro en la zona genital que pudiese revelar una violación, pero tampoco ninguna prueba de lo contrario. El cadáver había perdido su capa más superficial. De tal manera que esas lesiones, de haberlas, después de 496 días de maceración bajo el agua de un pozo (que en realidad era una "mina de agua que corría"), desaparecieron igual que lo hizo el tatuaje que tenía Diana Quer. Esta es la razón por la que también el piercing apareció suelto entre el lodo del fondo.
El equipo de Pampín, sin embargo, ha defendido hoy que la brida rompió el hioides, pero que esas mínimas fracturas de las apófisis espinosas de las vértebras no se debieron al arma homicida. Para este grupo de médicos, estas "avulsiones" se produjeron por un fuerte "golpe" que supuestamente recibió la víctima en la zona cervical, quizás para ser aturdida. La acusación les ha preguntado si son lesiones compatibles con "una pata de cabra o un desmontable", la herramienta de hierro que llevaba siempre El Chicle en su coche para abrir depósitos y robar gasoil. Los médicos han contestado que cualquier "objeto contundente" hubiera valido.
Un aspecto en el que sí han estado de acuerdo todos los forenses es el de que la forzada postura con la que fue hallado el cadáver en el pozo (con las piernas y los pies abiertos, las rodillas flexionadas y la espalda llamativamente estirada) "no significa nada". Es una consecuencia de los cambios que se producen "durante la descomposición", y no esa "rigidez" causada por una experiencia "espantosa" que el viernes pasado defendían algunos buzos que declararon como testigos.
Una muerte de más de cinco minutos
Los forenses también han coincidido esta mañana en que para fracturar el hioides de una chica de 18 años hay que ejercer mucha más fuerza que en un hombre o mujer de más edad ("40 o 50 años"), en los que los huesos ya son menos flexibles. Pampín ha calculado que harían falta "30 newtons" ejercidos sobre el mismo punto; algo "imposible" para unas manos humanas y que, estima, equivaldría a la fuerza de "20 hombres".
Una brida fina puede producir este efecto mecánico y además explicar por qué, cuando se movió el cadáver en vertical para extraerlo del pozo, la cabeza se separó del tronco. "Las áreas traumatizadas se descomponen antes", ha aclarado Fernández Liste, "y esto mismo se puede extrapolar a las manos". La acusación cree que Diana estaba maniatada: en el fondo del pozo aparecieron dos cintas de 50 centímetros, ya sin adhesivo por el desgaste del agua.
"Es muy difícil romper accidentalmente un hioides: en 30 años de experiencia he hecho muchas autopsias de ahorcados y no se rompe si no es de una forma muy concreta", ha asegurado Serrulla. "No existe literatura médica" sobre estrangulamientos con bridas de plástico, porque extrañas veces los asesinos recurren a este método. Para comprobar los efectos de una brida, los autores de la autopsia han reconocido esta mañana que llegaron a sacrificar un cordero.
Abuín sostiene que la muerte de su víctima fue "accidental", al apretar con sus manos sin intención de matar el cuello de Diana, a la que luego trató de reanimar dándole varias "palmadas". Pero los forenses desmontan esta posibilidad. En un estrangulamiento, ha detallado Fernández Liste, "hay que presionar 20 o 30 segundos para que la víctima pierda la consciencia, y luego hay que seguir ejerciendo presión, para que muera, como mínimo cinco minutos".
La circunferencia cerrada que formaba la brida hallada solo tenía nueve centímetros de diámetro, lo suficiente, ha asegurado Liste, para matar "a cualquier persona, incluida una mujer menuda". Según Pampín, no solo es que esta correa de plástico emergiese unida a la melena larga de la muchacha, sino que hasta "en el cierre por el que pasa el extremo dentado" que se va apretando aparecieron "cabellos atrapados".
De la Policía Montada del Canadá a la vieja fábrica de gaseosa
Había mucha expectación por conocer el contenido del estudio estadístico que habían elaborado Blanco Pampín y el matemático jubilado Xosé Luis Otero sobre el perfil del agresor sexual. Lo que se sabía era el resultado al que habían llegado: que por las circunstancias que rodean el caso, José Enrique Abuín tenía un 99,999% de posibilidades de haber atacado a Diana Quer para violarla. Este jueves, en el llamado Salón de Bodas de la sección sexta de la Audiencia Provincial, el forense y el profesor de Matemáticas han explicado que para este informe, que no vale como prueba, han recabado décadas de datos sobre casos juzgados que guarda en su archivo la Policía Montada del Canadá, otros muchos del FBI y unos cuantos de otros países. Han utilizado estadísticas de informes extranjeros en los que se estudian patrones que se repiten en los delitos sexuales y han recurrido al Teorema de Bayes, utilizado tradicionalmente por la medicina en temas de genética, para calcular las probabilidades de que el caso Quer sea una violación.
Las variables que se repiten muchas veces en el "corpus" de delitos sexuales y que emplearon para recrear la escena que se produjo el 22 de agosto de 2016 en la nave de Asados (Rianxo) son ocho. Según ha explicado Otero, en la vieja fábrica de gaseosas reconvertida en mueblería el cadáver permaneció "oculto"; se "utilizaron medios de contención" para atenazarla; fue "estrangulada por ligadura"; era "una víctima agotada o exhausta"; el "cadáver se dejó en un lugar aislado"; las "pertenencias personales aparecieron dispersas"; "las ropas" también desaparecieron; y la víctima fue "golpeada". Todas estas circunstancias, en las tablas del estudio expuestas ante el jurado popular este jueves, han ido aumentando la probabilidad desde un 1% a un 99,999%.
La abogada que defiende a El Chicle ya había definido el primer día esta iniciativa de Pampín como un estudio "de catetos para catetos" y este jueves ha entrado a discutir las ecuaciones con el matemático. El juez tampoco ha perdido la ocasión y ha preguntado a los forenses de la autopsia original qué opinaban de todo esto.
"El estudio es muy interesante, pero es estadístico", ha respondido con diplomacia Alberto Fernández Liste. "A mí, personalmente, si me preguntan, no me cabe duda de que el móvil [de El Chicle] fue sexual", ha aclarado, "pero lo que pasó allí y si llegó a violarla ninguna o muchas veces no lo sabemos". "El Teorema de Bayes, en medicina, solo se aplica en genética", ha zanjado Serrulla: "No hay ninguna sociedad científica forense que autorice su uso en el ámbito judicial".
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