Día Mundial del Agua: el futuro, en juego
El Día Mundial del Agua nos recuerda cada año que el horizonte no es muy optimista. El futuro del agua pasa por una gestión sostenible basada en el consumo responsable, la disminución del im-pacto ambiental y la innovación.
El lema de este Día Mundial del Agua, “No dejar a nadie atrás”, es un claro aviso de que la gestión del agua continúa siendo un reto de difícil solución. Las cifras de la Organización de Naciones Unidas (ONU) alertan: 2.100 millones de personas viven sin agua en sus hogares. Algo tan ritual en Occidente como abrir el grifo se convierte en inalcanzable en muchas partes del globo. La escasez puede provocar que hasta 700 millones de personas se podrían ver desplazadas por no tener a su alcance el líquido elemento. Todos los informes, como el recién publicado Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, tienen al agua como uno de los protagonistas más dramáticos. Escasez y calidad, dos temas a solucionar.
En el horizonte aparece, aunque todavía lejano, el año 2030, fecha en la que todo el mundo debería beneficiarse del progreso que supone el desarrollo sostenible. Así lo atestigua el número 6 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 6), que se marca como meta garantizar la disponibilidad y gestión sostenible del agua y del saneamiento para todos de aquí en 11 años. La carrera ha comenzado, y no hay tiempo que perder.
En el gesto de abrir un surtidor y que salga agua potable o de tirar de la cisterna y saber que esa agua va a ser conducida a una depuradora y tratada para ser devuelta al medio natural en perfectas condiciones es donde se basa el ciclo integral del agua, uno de los instrumentos para garantizar un futuro más sostenible. Para ello, Naciones Unidas reconoce que el concurso de empresas especializadas es clave, ya que aportan mejoras de alto valor añadido, como sinergias, economías de escala, inversión, proyectos de investigación y alta calidad de atención al ciudadano, para optimizar los recursos disponibles y garantizar una mayor eficiencia en la gestión de los sistemas hídricos.
En España, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de finales de 2016, se suministró a la red urbana de abastecimiento público 4,2 millones de metros cúbicos, siendo los hogares los que más consumen (72%), seguidos del sector económico (13%) y municipios e instituciones (14%). El consumo medio de agua en los hogares españoles es de 132 litros por habitante al día, según el último informe de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS), que tiene fecha de 2018.
Las compañías del sector han asumido que en la calidad del servicio y el suministro están las bases sobre las que se sustenta una gestión eficiente. “En Aqualia subrayamos la triple sostenibilidad de los servicios de agua: social, de forma que llegue a todos los ciudadanos; medioambiental, con el máximo respeto al entorno natural en las actividades de ese ciclo integral; y económica, de forma que el sistema del que disfrutamos en nuestro país sea sostenible y esté garantizado”, asegura Juan Pablo Merino, director de Comunicación y RSE. En ese sentido, el desempeño de Aqualia en las poblaciones donde presta servicio se guía, no solo por parámetros técnicos, sino también por valores como la transparencia, el compromiso, la conexión con la ciudadanía y la apuesta por la economía circular.
Las nuevas tecnologías aplicadas al ciclo integral del agua apuntan a la consecución de soluciones que pasen por la reducción del consumo, la generación de energías limpias y la disminución del impacto ambiental. La Estrategia de Economía Circular, impulsada por la UE, ha influido en los últimos estudios realizados sobre los servicios del agua urbana en España. Hay interés en los operadores por reducir la huella del carbono, mitigar las emisiones de CO2 a la atmósfera y favorecer el aprovechamiento energético. Una de las principales aportaciones del sector, según AEAS, es el aprovechamiento de 456 GWh al año como energía eléctrica. Un ejemplo: Aqualia produjo, en 2017, 177.460 gigajulios de energía renovable –biogás obtenido como resultado de los procesos de depuración de las aguas residuales–, lo que equivale al consumo anual de electricidad de poblaciones con 18.000 habitantes.
La huella hídrica –volumen de agua dulce total usada para producir los bienes y servicios que se consumen– también deja mal rastro. España, que es el país más árido de la Unión Europa, ocupa el segundo puesto, tras Portugal, de los países con mayor huella hídrica en Europa (6.700 litros por habitante al día). Para descender peldaños en este ‘ranking negativo’, Mikel de Pablo, responsable de Proyectos de la Fundación Aquae, señala varias acciones: “Es un compromiso de todos. Los gobiernos deberían realizar políticas para un uso más eficiente del agua; las empresas deberían calcular su huella hídrica para conocer en qué utiliza el agua en su cadena de suministro, y los ciudadanos deberíamos ser responsables con nuestros hábitos de consumo”.
Innovar es uno de los antídotos contra el cambio climático. Hay diferentes proyectos en esa dirección. Por ejemplo, el Cien Smart Green Gas, de Aqualia, que está enfocado a la obtención de biocombustible a partir de aguas residuales. La empresa produce 17,5 millones de metros cúbicos de biogás al año en sus 25 plantas de digestión. Con esa cantidad se puede abastecer una flota de 10.000 vehículos a gas natural comprimido. Y el uso de cada vehículo de biometano supone una reducción de un 80% en las emisiones de CO2. Este proyecto fortalece el nexo “agua y energía” al obtener un biocombustible de las aguas residuales y lograr efectos beneficiosos tales como la reducción de la huella de carbono. Las cuatro líneas de los proyectos de I+D+i de Aqualia van dirigidas a la sostenibilidad, ecoeficiencia, calidad y gestión inteligente.
Otro caso de apuesta por la innovación es el Canal de Isabel II, cuyo presupuesto en I+D+i ha aumentado un 45% respecto al año pasado. “Tenemos más de 30 proyectos en fase desarrollo”, señala Juan Sánchez, director de Innovación e Ingeniería del Canal de Isabel II. Trabajos dirigidos a la instalación de avanzados sistemas de comunicación y automatización de la gestión en estaciones de depuración de aguas residuales. Así mismo, la visión del futuro se centra en el Plan Innova 100, que “pretende desarrollar 100 proyectos innovadores y de resultado viable y eficiente hasta 2022”, afirma Sánchez.
España es líder mundial en reutilización del agua a partir de las aguas residuales. Aparte de los usos más tradicionales de las compañías y contemplados por la legislación (riego de agricultura, urbanizaciones y campos de golf…), en Aqualia se apuesta por la economía circular, planteando nuevos usos, que permitan la obtención de productos de alto valor añadido como biocombustibles (proyectos All-gas), bioplásticos y biofertilizantes.
Y en el Canal de Isabel II sacan provecho de las aguas residuales que pasan por sus Estaciones de Depuración de Aguas Residuales (EDAR). De sus fondos extraen la estruvita, un fertilizante obtenido a partir de la cristalización del fósforo y del nitrógeno presentes en las aguas residuales. “Es una cuestión de economía circular –explica Miguel Ángel Gálvez, subdirector de Depuración y Medio Ambiente –. Se aprovecha un residuo para generar un producto valioso: un fertilizante de alta eficiencia a partir del fósforo, que es un elemento muy escaso y que no se puede producir artificialmente”. En Estados Unidos, la estruvita tiene un uso agrícola y se cotiza a 1.000 dólares la tonelada.
Por su parte, la Fundación Aquae encuadra sus proyectos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas para 2030. Destacan: ‘Agua para la Amazonía Peruana’ para lograr que más de tres millones de personas del Amazonas peruano tengan saneamientos dignos; y la Cátedra Aquae de Economía del Agua, creada en 2013 en colaboración con la UNED, que sirve para impulsar actividades de investigación, transferencia, divulgación, docencia e innovación sobre la economía del agua.