Siete claves sobre la esclerosis múltiple
El 18 de diciembre se celebra el Día Nacional de la Esclerosis Múltiple (#DíaNacionalEM), una enfermedad que afecta a una de cada mil personas en España. Su evolución varía en cada paciente y el origen se atribuye, sobre todo, a causas ambientales.
La esclerosis múltiple es una enfermedad neurodegenerativa que padecen 2,5 millones de personas en el mundo, 47.000 de ellas en España. Lesiona las células del sistema nervioso central, formado por el cerebro y la médula espinal, y se manifiesta de manera distinta en cada paciente. Afecta más a las mujeres que a los hombres, en una proporción de siete a tres, y la incidencia es mayor en los países más distantes de la línea del Ecuador (norte de Europa, Canadá y EE. UU.). El origen de la patología se atribuye a una conjunción de varias causas, sobre todo ambientales, como la deficiencia de vitamina D, la acción de algunos virus, el consumo de tabaco o una dieta poco saludable. Está catalogada como una dolencia autoinmune, un concepto que engloba las enfermedades en las que el sistema inmunitario tiene un funcionamiento anómalo y deja de combatir las bacterias, virus y otros agentes externos que penetran en el organismo. En el caso de la esclerosis múltiple, se vuelve contra las neuronas dañando la capa grasa que las rodea, la mielina.
1. ¿Hay un tipo de enfermedad más grave que otros?
¿Tengo esclerosis múltiple? Tan importante como responder a esta pregunta es conocer qué modalidad de la enfermedad se sufre. Al 85% de las personas se les diagnostica esclerosis múltiple remitente recurrente (EMRR), que se caracteriza por la aparición de fases de agudización, denominados brotes, con síntomas que pueden durar días, semanas e incluso meses. Si no se trata, entre el 50% y el 60% de los pacientes desarrollan una modalidad denominada esclerosis múltiple secundaria progresiva (EMPS), en la que se registra un empeoramiento creciente de los síntomas. El 10% de los enfermos sufren esclerosis múltiple primaria progresiva (EMPP), que se distingue por la ausencia de brotes y por un empeoramiento de las funciones neurológicas desde el diagnóstico. Una minoría padece la conocida como esclerosis múltiple benigna, que presenta los síntomas más leves de todas y en la que, transcurridos 10 o 15 años del diagnóstico, la discapacidad es escasa.
2. ¿Existe algún tratamiento eficaz?
Los médicos y el personal de enfermería disponen de diversas opciones para encontrar la terapia más adecuada para cada paciente. Los tratamientos modificadores de la enfermedad (TME) pueden retrasar los daños que la esclerosis múltiple causa en el sistema nervioso central. La terapia no solo va dirigida contra los síntomas, su objetivo es tratar también la enfermedad subyacente. Como en otras patologías, un seguimiento constante de los profesionales sanitarios es fundamental ya que los tratamientos no funcionan igual en todas las personas.
3. ¿Por qué es importante un diagnóstico precoz?
Cuanto antes se conoce un problema, más eficiente puede ser la manera de abordarlo. En el caso de la esclerosis múltiple, aunque la persona afectada se sienta bien, no quiere decir que la evolución de la enfermedad se haya detenido. Esta puede permanecer activa e ir produciendo daños, lo que sugiere, según la investigación, que el tratamiento se inicie justo después del diagnóstico. No obstante, el criterio siempre deben establecerlo los profesionales sanitarios. En los tipos recurrentes de esclerosis múltiple, una intervención temprana con un tratamiento modificador de la enfermedad puede reducir las recaídas, limitar el daño causado en las fases iniciales, así como retrasar la discapacidad y su impacto a largo plazo en la salud física y mental, además de influir en el estado de ánimo.
4. Me fatigo mucho y me duele la cabeza, ¿tendré esclerosis múltiple?
Estos síntomas son comunes a muchas enfermedades y no son suficientes para hacer un diagnóstico de ninguna de ellas, por lo que debe valorarlos un especialista. Los daños que provoca la esclerosis múltiple se registran en distintas partes del sistema nervioso central, lo que hace que se manifiesten en una amplísima variedad de síntomas. Esta dolencia hace realidad el dicho de que no hay enfermedades sino enfermos porque los signos que muestran varían en cada uno de ellos. Es muy poco probable que una persona sufra todos los síntomas. La sensación de cansancio, si no está relacionada con una actividad intensa, es un rasgo muy común, afecta al 96% de los enfermos. Más del 90% presentan problemas de equilibrio y coordinación, y un 75% sufre trastornos visuales.
5. ¿Se puede prevenir la enfermedad?
La medicina no ha desentrañado todavía el origen de la esclerosis múltiple, pero sí ha demostrado que hay cuatro hábitos que contribuyen a su control y a la mejora de la calidad de vida de los pacientes, un elemento clave al hablar de una enfermedad crónica. El ejercicio físico es muy importante porque ayuda a mantener el tono muscular, mejora capacidades como la memoria y la atención, y también el estado de ánimo, lo que aumenta a su vez la tolerancia al estrés. En segundo lugar, la dieta mediterránea, con abundancia de proteínas y ácidos grasos de origen vegetal, disminuye los factores que promueven la inflamación y se relacionan con otras dietas ricas en grasas animales. La tercera rutina recomendable es tomar el sol 30 minutos al día, ya que facilita la producción de vitamina D cuyo déficit se relaciona con un funcionamiento anómalo del sistema inmune. Por último, se aconseja vacunarse todos los años contra la gripe porque, en ocasiones, las infecciones pueden desencadenar un brote de esclerosis múltiple.
6. ¿Los afectados llevan una vida normal?
Depende de la evolución de la enfermedad y esta no se puede prever. Se conocen algunos factores de riesgo que afectan a su curso y pueden desencadenar los brotes. Los estudios han asociado una progresión negativa con algunas conductas de riesgo como tener sobrepeso u obesidad, soportar un estrés continuado, seguir dietas que favorecen la inflamación (la esclerosis múltiple es una enfermedad inflamatoria y neurodegenerativa) o consumir tabaco. Se ha demostrado que fumar agrava el daño neuronal porque reduce la capacidad del organismo para sintetizar mielina. Por otra parte, el estrés y las infecciones pueden actuar como desencadenantes de los brotes.
7. ¿Si mi padre tuvo esclerosis múltiple, puedo sufrirla yo?
Las investigaciones sobre la probabilidad de tener esclerosis múltiple cuando la ha padecido algún familiar revelan que, si el enfermo es uno de los progenitores, la posibilidad de que la pase uno de los hijos es de un 5% (de 20 a 40 veces más que la población general). Si el afectado es el hermano, el porcentaje se reduce al 2%. Se estima que hay una treintena de genes implicados en el desarrollo de la enfermedad, pero eso no quiere decir que sea una patología de transmisión genética. Los factores ambientales son determinantes: actúan como un interruptor de la esclerosis múltiple, interfieren en el sistema inmunológico provocando anomalías en su funcionamiento. Una característica singular de la enfermedad es que las consecuencias de estos estímulos ambientales solo aparecen si la persona ha estado expuesta a ellos durante los primeros años de la vida.