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La ‘avalancha violeta’ saca a la calle en Francia a miles de mujeres

En vísperas del 25N reclaman políticas “ambiciosas” contra la violencia sexista y sexual

Silvia Ayuso

Ya no basta con liberar la palabra, hay que pasar a la acción. Un año después de la explosión del movimiento Me Too que dio a conocer los testimonios de incontables mujeres en todo el mundo denunciando haber sido víctimas de acoso, miles de francesas —y franceses— marcharon este sábado en París y en medio centenar de ciudades de toda Francia para exigir “políticas públicas ambiciosas” que contribuyan de manera decisiva a reducir el todavía alto grado de violencia sexual y sexista que se vive en el país

Manifestantes contra la violencia machista en Paris este sábado.
Manifestantes contra la violencia machista en Paris este sábado.OLIVIER MORIN (AFP)

Del Me Too al Nous Toutes. No es casual la decisión de pasar del “yo también” al “todas nosotras”, una señal de que, a un año del movimiento que liberó la palabra de la mujer, las francesas consideran que es hora de colectivizar un movimiento que reclama avances más claros contra la violencia sexista y sexual en toda la sociedad. Y acciones. “No basta con hablar, hay que pasar del testimonio a la acción”, sostiene la militante feminista Caroline de Haas. Y eso, a su vez, requiere de “políticas públicas ambiciosas”, reclamó en vísperas de la marcha de este sábado. Según la organización del evento, unas 30.000 personas marcharon en París y en total 50.000 en las 50 manifestaciones convocadas en toda Francia. La policía cifró en 12.000 los participantes en la capital. En cualquier caso, mucho más que las 2.000 personas que salieron a la calle hace un año. “Es la movilización más grande contra la violencia sexista y sexual que ha vivido Francia”, proclamó De Haas al término del recorrido, en la céntrica Place de la République.

 Si el problema de la violencia de género es conocido, la receta lo es más, subrayan las organizadoras: campañas públicas decididas y una mejor formación del personal responsable de atender casos de violencia de género, lo que requiere, sobre todo, suficientes fondos, el gran mal del que se quejan prácticamente todas las organizaciones de mujeres en el país. De Haas pone el ejemplo de las exitosas campañas de seguridad vial o de lucha contra el tabaquismo: “Hubo muchos debates sobre dejar de fumar antes de que se prohibiera fumar en los bares. Pero hoy a nadie se le ocurre ya encender un cigarrillo dentro de un bar”, señala. “Tenemos campañas públicas que han cambiado, con éxito, comportamientos sociales. Es decir, tenemos la receta. Si lo aplicamos a la violencia contra las mujeres, tendremos más éxito. Para cambiar, hacen falta políticas públicas ambiciosas”, insiste.

 Y cambiar, hay mucho todavía por cambiar. Las cifras hablan por sí solas. La media de mujeres de 18 a 75 años que declaran haber sido víctimas de violencia física o sexual por parte de su pareja en Francia es de 225.000 al año. En 2016, 123 mujeres murieron a causa de violencia de género, una cada tres días. Más de 250 mujeres son violadas cada día en Francia. Y esto son cifras oficiales que datan, en su mayoría, de antes de que el movimiento Me Too llevara a aumentar el número de denuncias de casos: en los siete primeros meses de 2018, las denuncias de violencia sexual aumentaron 23,1% respecto del mismo periodo del año anterior, según el Ministerio del Interior. Una encuesta presentada esta semana por la fundación Jean Jaurès indica que el 86% de las francesas dicen haber sufrido algún tipo de acoso o violencia sexual en la calle —desde gestos o comentarios groseros a agresiones físicas— en algún momento de su vida.

 “La gente tiene que tomar conciencia del peligro de la violencia sexual”, explicaba Marie-Claire, una mujer que, pese a sus 80 años, salió este sábado a recorrer varios kilómetros de la marcha.

“Se tienen que hacer grandes campañas de sensibilización y desde la infancia, hay que empezar pronto para inculcar buenos hábitos”, acotó Tatiana, una veinteañera que también acudió a la convocatoria en el centro de la capital francesa en la que también participaron muchos hombres, como Claude. “Los derechos de las mujeres son los derechos de todos. Y si reculan sus derechos, reculan los de todos”, resumió. Mezclado entre el grupo de feministas de origen latino —el pañuelo verde de la lucha a favor del aborto en Argentina estuvo bien visible en la protesta francesa— caminaba también David, un chileno veinteañero que contaba que fue su novia la que le hizo darse cuenta de que “vivimos sumidos en una cultura machista, desde los chistes entre amigos a la actitud en la familia, de la que no es fácil salir”. Por eso, señaló, “hace falta educación y acompañamiento”.

 Pese a haber sido convocada mucho antes y contar con una participación contundente, la movilización violeta de las mujeres se vio mediáticamente ahogada por los disturbios provocados por los “chalecos amarillos” que también se desplegaron este sábado por París para protestar contra el alza del precio de los combustibles y la pérdida del poder adquisitivo. “Pero no somos incompatibles”, aseguraba Wahiba, una sindicalista que se manifestaba con varias decenas más de “chalecos amarillos” en la plaza de la République cuando convergieron las feministas.

 Buena parte del éxito de la que apunta a convertirse en una de las manifestaciones feministas más concurridas de los últimos años en Francia se debe a la intensa movilización en la pasada semana.

 La petición en la plataforma change.org llamando a crear una “avalancha feminista” este 24 de noviembre, víspera del día internacional de la eliminación de la violencia de género, suma más de 176.000 firmas. Además, se han multiplicado los apoyos a la marcha, incluso de sectores que hasta ahora no se habían pronunciado de manera conjunta sobre el tema, como los sindicatos. Los principales líderes sindicales firmaron el lunes una tribuna en Le Monde a favor de la marcha. “Marcharemos para exigir normas estrictas en las empresas para proteger a las mujeres de esta violencia y para la implementación de medios de prevención y de control”, anunciaron los sindicalistas de todo signo. Después de otra columna en apoyo a la marcha firmada por 250 escritoras, artistas, intelectuales y activistas, el viernes fue el turno de 400 periodistas en apoyo a la marcha contra una lacra que sufren también estas profesionales y reclamando que los medios de comunicación participen también en la denuncia de “la violencia contra las mujeres, que son sistémicas y deben ser tratadas como tales en nuestros periódicos, nuestras webs y nuestras antenas”.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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