Por la flexibilidad
Un nuevo debate se ha abierto en torno a la velocidad, en este caso por su posible aumento en autovías y autopistas, que estudiará el ministro del Interior, Jorge Fernández. Es un debate histórico que data de los años setenta, cuando se establecieron velocidades de circulación para contrarrestar la crisis energética que ya se sufría entonces. Desde esa fecha a la actualidad, los límites de velocidad en las carreteras españolas han sido cuestionados desde muy diferentes sectores, con argumentos a favor y en contra.
El 6 de abril de 1974 se estableció como límite máximo en las carreteras 130 kilómetros por hora. En 1976 se volvió a modificar, reduciéndose a 100; en 1981 se incrementó a 120, y el 25 de febrero de 2011 en el Consejo de Ministros se decidió bajar la velocidad a 110 kilómetros como medida transitoria para ahorrar carburante.
El RACE ha defendido un análisis y revisión de los actuales límites de velocidad, tanto en ciudad como en carretera. Algunos a la baja, como en entornos con usuarios vulnerables —peatones o ciclistas—, en carreteras secundarias o tramos de peligrosidad. Otros límites de velocidad, por el contrario, podrían ser revisados al alza, condicionados a las circunstancias del tráfico, la meteorología y el tipo y estado de la infraestructura, como es el caso de Francia.
Por último, hay que tener en cuenta que en España se ha conseguido reducir el número total de fallecidos en accidente de tráfico en un 55%, porcentaje que en autopista se ha rebajado en un 76% a pesar de que el límite de velocidad es más alto, y que el mayor número de muertos se produce en entornos urbanos y carreteras secundarias. ¿No sería entonces razonable plantearse una revisión de los actuales límites de velocidad? Unos a la baja y otros al alza, para minimizar el riesgo de accidente en determinados entornos. No olvidemos que las colisiones frontales y frontolaterales se cobraron la vida de 686 personas en 2010, un 35% del total de fallecidos, y que este tipo de accidentes se podrían reducir en las infraestructuras de nueva generación, equipadas para evitar estos siniestros con cruces a distinto nivel y calzadas separadas. Por tanto, el RACE plantea una revisión actual de los límites de velocidad que se ajuste a las necesidades actuales y donde se podría valorar la posible implantación y uso de la señalización variable, dado que existen mecanismos, infraestructuras y tecnología para llevarse a cabo, contribuyendo de esta manera a la mejora de la movilidad y la seguridad vial en general.
Tomás Santacecilia es director de Seguridad Vial del RACE.
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