Cuando el frío de la soledad te atenaza
Un equipo canadiense investiga la relación entre la soledad y la percepción subjetiva de frío
¿Por qué decimos que alguien se comporta "fríamente" con nosotros? ¿O por qué algunas personas nos parecen "cálidas"? "Frío, sin ti no aguanto tanta soledad", canta Merche Corisco en una canción titulada precisamente Frío. Parece que tendemos a asociar la sensación de estar a gusto con otros al calor, mientras que el rechazo nos evoca frío ¿O tal vez sentimos literalmente frío? Los profesores Chen-Bo Zhong y Geoffey Leonardelli, de la Universidad de Toronto, se han planteado estas cuestiones, han diseñado una serie de experimentos y han publicado recientemente los resultados en Psychological Science.
Zhong y Leonardelli tomaron a 65 estudiantes universitarios a los que pidieron realizar varias tareas. Los distribuyeron en dos grupos, de modo que a unos les pedían que recordaran un momento en que se hubieran sentido excluidos de un grupo y otros una experiencia contraria. Al término de las pruebas, los investigadores pedían a los estudiantes, de parte de los técnicos de mantenimiento, que estimaran la temperatura del cuartito en que habían permanecido realizando las pruebas. Zhong y Leonardelli han encontrado que las estimaciones variaron entre los 12 y los 40 ºC. Además, el grupo que recordó una experiencia de exclusión tuvo tendencia a estimar la temperatura ambiental como menor, unos tres grados menos en promedio.
En el segundo experimento, los profesores diseñaron un juego de ordenador consistente en pasarse una pelota entre varios jugadores conectados a la vez. Los 52 estudiantes seleccionados para este experimento pensaban que jugaban con otros, pero en realidad eran los únicos jugadores de carne y hueso. El programa estaba amañado para que la mitad de los voluntarios sólo recibiera la pelota virtual dos veces al principio y no volvieran a tocarla en los 30 pases restantes de la sesión.
Una vez terminado el experimento, los estudiantes tenían que rellenar unos cuestionarios graduando cuánto les apetecían una serie de alimentos divididos entre calientes, no calientes: un café, una sopa caliente, una manzana, unas galletas saladas y una Coca-Cola. Los que habían sido excluidos del juego tendieron a considerar significativamente más deseables los alimentos calientes que los fríos.
Búsqueda de calor ante el rechazo
Zhong y Leonardelli recuerdan que la investigación ha encontrado que la misma zona del cerebro encargada de regular el dolor físico se activa ante una experiencia de rechazo social e interpretan los resultados como consistentes con las teorías de la cognición somática, que afirman la relación entre la experiencia social y la percepción física.
Ante las evidencias recogidas, los investigadores ven dos posibles desarrollos futuros para su estudio. Por un lado, se plantean si es posible emplear la temperatura ambiental para animar a aquellos que experimenten rechazo social o se sientan solos, especialmente en aquellos casos en los que la exclusión pueda derivar en agresividad hacia otros. Piensan que podría suponer una forma barata y poco agresiva de afrontar un entorno tenso. Otra pregunta que se hacen a la luz de los resultados, es si puede suceder que aquellos que viven en zonas frías malinterpreten parte del frío que sienten como rechazo social, y, de algún modo, se volvieran algo más insensibles a éste.
De cualquier modo, ahora tenemos una razón más para acudir a la taza de té o al caldito cuando nos sintamos bajos de moral.
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