Ucrania no olvida

Cada vez son menos las personas que acuden a la tradicional misa que se celebra en Kiev (capital de Ucrania) cada 26 de abril, aunque esto no significa que los ucranianos olviden el accidente de Chernóbil, del que se cumplen hoy 18 años.

Las heridas siguen hoy abiertas, al menos para los 73.000 inválidos a consecuencia de la mayor catástrofe nucelar civil de la historia y los familiares de los fallecidos (entre 90.000 y 300.000, una cifra nunca contrastada, pero muy lejana de la oficial de 31 muertos aportada por el régimen soviético). Como no olvidarán lo sucedido los 90.000 habitantes de la zona de 30 kilómetros de radio que tuvieron que ser evacuados al detectarse el fallo en la central nuclear. Ellos fueron los más afortunados. Muchos continuaron haciendo una vida normal debido al silencio impuesto por las autoridades, lo que les ocasionó problemas en su salud de por vida.

Además, entre 1986 y 1990 murieron más de 25.000 militares y civiles de los 800.000 enviados desde distintas partes de la antigua Unión Soviética a Chernóbil para realizar distintos trabajos, incluida la construcción de un sarcófago en torno al reactor accidentado, según cálculos oficiales. Fueron ellos quienes limpiaron miles de hectáreas de terreno contaminado, enterraron pueblos enteros y evacuaron dos ciudades y 74 aldeas. Muchos de ellos murieron en el acto debido a los insorportables niveles de radiactividad. Otros sufrieron lentas agonías y peregrinajes en hospitales, dejando como herencia hijos marcados físicamente por la catástrofe.

Mantener vivo el recuerdo

El 26 de abril de 1986 el reactor número cuatro de la central de Chernóbil estalló y provocó la catástrofe más grave de la historia del sector nuclear civil, que contaminó además gran parte de Europa. Ese día se puso punto y final a la utopía de la energía atómica limpia. Anoche, pese a la lluvia, un puñado de personas siguen asistiendo como cada año al oficio religioso de Kiev, resistiéndose al olvido. "Somos menos cada año los que asistimos a la ceremonia", ha lamentado Tatiana Lazarenko, de 40 años, que fue evacuada con su familia de la ciudad de Pripiat (a 3 kilómetros de Chernóbil), donde vivían los empleados de la central, más de 36 horas después del accidente. "He perdido una ciudad, amigos, parientes. Todos tenemos problemas de salud debido a las radiaciones. No se puede olvidar una tragedia así", afirma Lazarenko, que ahora vive en Kiev con su marido y sus tres hijos.

Parte de la pesadilla tuvo su fin en diciembre de 2000, cuando se cerró el reactor número 3, el único que continuaba en activo de los cuatro originarios de la central. Aún así, las consecuencias de la catástrofe perdurarán mucho tiempo, ya que toneladas de combustible y de materiales radiactivos seguirán dentro del sarcófago de contención del reactor accidentado.