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TERCER MUNDO

Los países ricos evitarían 8 millones de muertes anuales con el 0,1% de su PIB

El aumento de la salud de los más pobres revertiría en una mejora de la economía mundial, según un estudio de la OMS

Si el mundo desarrollado aumenta sus inversiones un 0,1% en materia de salud en los países más pobres y estos también incrementan su aportación, se podrían evitar hasta ocho millones de muertes anuales por infecciones y enfermedades maternas, señala un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El estudio, hecho público hoy jueves, fue elaborado por la Comisión sobre Macroeconomía y Salud de la OMS y en sus conclusiones indica que la actual contribución de los países ricos en pro de la salud, de unos 6.000 millones de dólares al año, debería elevarse a 27.000 millones para el año 2007.

La inversión sin embargo tendrá que llegar a los 66.000 millones de dólares anuales, por lo que también los países pobres habrán de contribuir a cambiar la situación, añade.

Los expertos proponen que la mitad del aumento de las inversiones proceda de la ayuda internacional al desarrollo, con una aportación de un 0,1% de su Producto Interno Bruto (PIB), y que los países pobres proporcionen la otra mitad redefiniendo las prioridades de sus presupuestos.

Estos países tendrían que elevar su gasto presupuestario en salud hasta una cantidad equivalente al 1% del PIB para el año 2007 y al 2% para 2015.

Aumento del gasto de las familias

En los países de bajos ingresos, las necesidades económicas mínimas para hacer frente a los desafíos en materia de salud y cubrir las intervenciones esenciales, incluida la lucha contra el sida, son de unos 30-40 dólares por persona y año, cuando en la actualidad sólo se destinan 13 dólares.

Esto contrasta con los 200 dólares por persona y año que se gastan en salud los países desarrollados.

El dinero se destinaría a combatir las principales enfermedades de la pobreza, como el paludismo, la tuberculosis, el sida y las afecciones de la infancia, que, agravadas por la malnutrición, son responsables de la mayor parte de la mortalidad.

Según los datos de la OMS, casi una tercera parte de las muertes en los países de ingresos medios o bajos se deben a enfermedades transmisibles que pueden evitarse o tratarse, a afecciones maternas o perinatales y a deficiencias nutricionales.

Los 18 expertos internacionales que forman la comisión, presidida por Jeffrey Sachs, de la Universidad de Harvard, consideran que si se consigue ese aumento de dinero, para el año 2010 se podrían evitar cerca de ocho millones de muertes en los países en desarrollo, muchas de ellas de niños menores de cinco años.

Según los datos del informe, en los países menos desarrollados las tasas de mortalidad de menores de cinco años rondan los 160 por cada 1.000 nacimientos, frente a los seis por cada 1000 de los países de ingresos altos.

Si se desarrollan medidas efectivas no sólo se salvarían millones de vidas, sino que se generarían beneficios económicos superiores a 360.000 millones de dólares anuales para el año 2015.

Con un aumento de las inversiones, los más pobres del mundo vivirán más -la esperanza de vida es de 51 años en los países menos adelantados, frente a 78 años en los más desarrollados-, gozarán de buena salud un número muy superior de días y podrán ganar productividad individual.

"En el año 2015, los rendimientos económicos derivados de ampliar las intervenciones de salud para los pobres del mundo serían por lo menos seis veces superiores a los costes y no sólo sacarían de la pobreza a millones de personas, sino que impulsarían la economía mundial", dice el documento.

Igualmente, Robert Fogel, premio Nobel de Economía en 1993, ha recordado que "la historia nos demuestra una y otra vez que reducir la malnutrición y las enfermedades es fundamental para aumentar el crecimiento económico".

Otra de las propuestas de los expertos es la creación de un nuevo Fondo mundial sobre investigaciones en salud que garantice la investigación necesaria en nuevos medicamentos y vacunas para las enfermedades que afectan fundamentalmente a las poblaciones pobres.

El informe sugiere también la implantación del sistema de fijación diferenciada de precios de los medicamentos, por el que los países ricos sostendrían los costes de investigación y desarrollo, mientras que los pobres sólo pagarían los costes básicos de producción.

Asimismo la industria farmacéutica y los Gobiernos deben acordar conjuntamente las directrices para fijar precios y conceder licencias a mercados de bajos ingresos para garantizar así el acceso a los medicamentos esenciales.

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