25 años de Xena y Gabrielle: ¿por qué se frustró el romance lésbico que marcó a una generación?
Los personajes interpretados por Lucy Lawless y Renée O’Connor se convirtieron en dos de los primeros iconos televisivos para el colectivo LGTB pese a que su supuesta relación nunca llegó a ser explícita.
Ella fue uno de los primeros referentes televisivos del empoderamiento femenino. Ya fuera en las tardes de La 2 o en las mañanas de verano de La 1, toda una generación de espectadores creció admirando a aquella redimida diosa de la guerra que viajaba por la mitología griega demostrando que las mujeres podían ser algo más que damiselas en apuros. “Poderosa, pasional y peligrosa”, rezaba la cabecera. Durante seis temporadas, Xena: la princesa guerrera se convirtió en un fenómeno internacional superando incluso a su serie madre, Hércules: Sus viajes legendarios. Pero si algo sigue resonando de la ficción protagonizada por Lucy Lawless, cuando se cumplen 25 años desde su estreno, no son sus hazañas en el calor de la batalla, sino el calor de su relación con la inseparable Gabrielle (Renée O’Connor).
Antes incluso de que se inventaran términos milénicos como shippear, crush o carpetear, la alianza de sororidad forjada entre la guerrera amazona y la aldeana reconvertida en poetisa ya jugaba con la mente de los espectadores. ¿Estábamos ante una mera amistad o ante un romance lésbico subtextual? “Está claro que la mayoría de las espectadoras sí percibieron a Xena y Gabrielle como lesbianas o bisexuales. Aunque no se tratara de una relación explícita, para muchas chicas sí que fueron personajes a los que agarrarse porque, en cierta manera, se veían reflejadas en ellas”, asegura a S Moda Miriam Guijarro, coordinadora del grupo de cultura de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB). La activista rememora cómo las personas de más edad del colectivo están acostumbradas a tener que leer entre líneas como consecuencia de la infrarrepresentación histórica televisiva de relaciones entre personas del mismo sexo.
Sus intérpretes están de acuerdo con ella. Teniendo en cuenta que la princesa le dedicaba a su colega sentencias como “Si solo me quedaran 30 segundos de vida, así es como quiero vivirlos, mirándote a los ojos”, había que estar muy ciego para no aceptar la realidad. “Era muy evidente que estaban juntas. Estaban tan enamoradas la una de la otra que no hay ninguna forma de decir que eso no era cierto. Cualquiera que fuera espectador de la serie puede verlo”, confesó Renee O’Connor en una entrevista en 2008. “No es que Xena fuera bisexual y tuviera una especie de flechazo con una amiga con la que le gustara jugar a ratos, no, estaban casadas, tío”, corroboró Lucy Lawless, cuyo trabajo allanaría el camino recorrido hoy por estrellas como Gal Gadot (Wonder Woman). En 2020 la red sigue estando repleta de artículos, ensayos, memes, fan-fictions y hasta tumblrs temáticos dedicados a un romance que podría haber supuesto un hito histórico en la televisión. Pero si guionistas, actrices y espectadores lo tenían claro, ¿por qué se frustró entonces?
En 2016 el cocreador y productor ejecutivo de la serie, Rob Tapert, desveló las presiones ejercidas por parte de los directivos de la cadena NBC para que no se intuyera ni un esbozo de homosexualidad. “Antes de empezar el rodaje grabamos un material que íbamos a utilizar para crear las secuencias de los títulos de créditos. El estudio estaba tan preocupado con que se percibiera como una serie lésbica que no nos permitió que Xena y Gabrielle compartieran ningún fotograma en la cabecera”, afirmó. O’Connor corroboró sus palabras: “Éramos muy conscientes de que podíamos hacer mucho porque era una serie en televisión nacional. Pero cada vez que Rob trataba de estirar los límites tanto como podía, al mismo tiempo tenía que trabajar dentro de unas pautas marcadas”.
En septiembre de 1995 no se emitía ninguna serie en la televisión estadounidense que tuviera personajes protagonistas que pertenecieran abiertamente al colectivo LGTB. Habría que esperar dos años más para que Ellen DeGeneres se atreviera a dar el paso en su sitcom, enfrentándose en el acto al boicot de los sectores más reaccionarios de la sociedad que culminaría con la cancelación definitiva de la comedia unos meses después. “Hace 30 años la escasez de referentes era tremenda. Las relaciones entre mujeres que se sienten atraídas por mujeres eran disfrazadas como una amistad muy cercana o, simplemente, se insinuaban. Para las más jóvenes quizá sea difícil imaginar este mundo cuando ahora las plataformas de streaming ofrecen multitud de series con personajes LGTB. Xena fue muy importante para el colectivo”, corrobora Guijarro.
A pesar de los pasos en adelante, la situación de las heroínas LGTB sigue siendo tristemente parecida hoy a la de 1995. Tessa Thompson, que interpreta a la guerrera Valkiria en dos películas de la saga Vengadores, Thor: Ragnarok y Endgame, lamentó que en el primer filme los productores dejaran fuera del montaje final una escena en la que una mujer salía de su habitación confirmando así la bisexualidad de su personaje. ¿La excusa oficial? Que “distraía” demasiado de la trama.
Quizá con la intención de enmendar la oportunidad perdida, la cadena NBC anunció en 2016 un reboot de la serie en el que la relación amorosa entre Xena y Gabrielle, esta vez sí, iba a ser manifiesta y punto central de la trama argumental. Sin embargo, pocos meses después el conglomerado de entretenimiento confirmó la cancelación del reinicio de la franquicia asegurando que tenían que aclarar “el punto de vista y la historia que debían contar”. Desde FELGTB lamentan que esta relectura no saliera adelante por el gran paso que hubiera supuesto para la ‘normalización’ de la identidad LGTB en el imaginario de la opinión pública. “El reboot habría demostrado que las mujeres del colectivo pueden protagonizar todo tipo de historias. No solo historias amorosas edulcoradas o historias sexuales que parecen hechas para alimentar los apetitos del hombre hetero, sino también historias de aventura, como Xena. Es importante que se nos dé visibilidad, pero también es importante el cómo se nos da esa visibilidad”, concluye. Las nuevas generaciones tendrán que conformarse por ahora con la sutilidad normativa de las aventuras ya emitidas de estas inolvidables heroínas.
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