_
_
_
_
_

‘I Drove All Night’: cómo un historia de amor entre Jennifer Connelly y Jason Priestley resucitó a Roy Orbison

Una canción llena de nostalgia, la pareja de actores jóvenes más famosa del momento y una estética icónica. ¿Qué podía fallar?

Jennifer Connelly y Jason Priestley en la grabación del videoclip de 'I Drove All Night'.
Jennifer Connelly y Jason Priestley en la grabación del videoclip de 'I Drove All Night'.getty images

Que levante la mano quien no sienta un fuerte arrebato proustiano cuando, en el momento más inoportuno, suena una determinada canción (que quizá le daría vergüenza confesar) y su imaginación le traslada a momentos mágicos como, no sé, aquel en el que cogió de la mano a su primer amor.

Con determinadas melodías también ocurre otro proceso que tiene aún menos sentido: que nos recuerdan a momentos que realmente no vivimos. Muchas canciones de amor tienen exactamente ese poder (por eso la mayoría de las canciones hablan de amor), especialmente si estamos pasando un momento vital en el que el romance nos está dando la espalda. Un ejemplo clarísimo de este tipo de temas es I Drove All Night, una canción escrita inicialmente para Roy Orbison pero que, por algunas razones que explicaremos a continuación, fue Cyndi Lauper quien la convirtió primero en un hit internacional en 1989.

Sin embargo, es muy posible que, si hablamos de videoclips, los que vivieron aquella época no recuerden el vídeo de Lauper, sino otro que se lanzó en 1992 y que, por sí mismo, reflejó y a la vez marcó toda una época: el protagonizado por Jason Priestley y Jennifer Connelly para la versión de Roy Orbison.

No, no se trata de un anuncio de Calvin Klein, aunque podría parecerlo. Al igual que las imágenes icónicas de la marca del diseñador neoyorkino de finales de los ochenta, el vídeo está lleno de impetuosa y desvergonzada belleza juvenil, rodado en blanco y negro y, además, el icónico look de los noventa (chupas de cuero negro, pantalones vaqueros y camisetas blancas) domina el vestuario.

No sería muy arriesgado decir que justamente este vídeo, esa estética y los actores que protagonizan el vídeo, que en aquel momento estaban ambos en el pico de su fama, tienen una gran parte de la responsabilidad de por qué casi cualquier persona mayor de treinta años es capaz de canturrear el estribillo de este tema. Pero hay mucho más que explicar sobre todo esto.

El origen de una canción legendaria

La historia de I Drove All Night no es precisamente convencional. La canción fue compuesta a mediados de los años ochenta por la pareja de compositores Billy Steinberg y Tom Kelly, autores también de otros temas míticos de la época como Like A Virgin de Madonna, Eternal Flame de The Bangles o True Colors, que interpretó Cyndi Lauper.

Según contó Steinberg en una entrevista para la web Songfacts, la canción se le ocurrió, cómo no, conduciendo su coche. Por aquella época, él vivía en el valle de Coachella y pasaba muchísimas horas cada día al volante yendo y viniendo de Los Ángeles.

Ambos compositores eran fans declarados de Roy Orbison y al componerla estaban pensando en su voz. La melodía se inspiraba en algunos de sus éxitos de los sesenta, pero hacérsela llegar no era fácil. Por aquella época, Orbison no estaba pasando por su mejor momento, su fama había caído mucho y ni siquiera tenía sello discográfico.

Un día de 1987, por casualidad, Steinberg coincidió con el artista en un estudio de grabación de California. Hablaron e hicieron buenas migas. Steinberg le propuso entonces a la leyenda del rock que se pasara algún día por su casa para trabajar en algún tema, aunque con escasa confianza de que esto acabara ocurriendo. Para su sorpresa, días después, un Ferrari rojo aparcó frente a su puerta: era Orbison y, como no podía ser de otra manera, Steinberg y Kelly le enseñaron la canción que habían compuesto pensando en él. A Orbison le encantó y aquella misma tarde grabó un par de tomas que ambos músicos guardaron como oro en paño, pero ahí se quedó todo.

Unos meses después, tras el éxito que Cyndi Lauper había alcanzado con la canción True Colors de Steinberg y Kelly, la artista neoyorkina los llamó para pedirles que le presentaran algún tema nuevo. Los compositores pensaron que, ya que parecía imposible que Orbison acabara publicando I Drove All Night, Lauper podría grabar una buena versión de la misma. Así fue: Lauper la incluyó en su disco A Night to Remember de 1989 y la convirtió en un éxito internacional.

Entre la grabación de Cyndi y la publicación de su disco ocurrió algo inesperado. En 1988 Roy Orbison falleció de un ataque al corazón. Solo tenía 52 años y además su carrera estaba a punto de reflotar. Acababa de firmar un contrato con Virgin y su canción Oh, Pretty Woman acababa de ser seleccionada para formar parte o, más bien, para ser el tema central de la película Pretty Woman. Un éxito que definitivamente acabó de revivir su carrera, aunque él nunca llegara a enterarse.

El fallecimiento del músico, aquel éxito fulgurante y el revival de la música de los años sesenta que se vivía durante aquellos años (recordemos que Dirty Dancing o Ghost también se habían estrenado respectivamente en 1987 y 1990, y en ellas la música de los sesenta tenía un papel fundamental), dio una nueva oportunidad a Steinberg y Kelly para publicar la versión de Orbison de su tema, que ahora ya era un hit mundial. No tardaron en convencer a Virgin para que incluyera la canción en el disco póstumo del artista, King of Hearts, editado en 1992.

Inmediatamente I Drove All Night se convirtió en el single más exitoso del disco, igualando la notoriedad que había alcanzado la versión de Lauper en muchos países. Esto hizo a Virgin animarse a invertir en la creación de un video musical que incluiría imágenes de Orbison pero cuyo plato fuerte sería que en él aparecerían dos de las estrellas adolescentes más importantes del momento: Jason Prestley y Jennifer Connelly.

Una portada de Superpop

Visto hoy en día, el vídeo de I Drove All Night resulta algo kitsch, aunque quizá siempre lo fue. La historia es sencilla: Priestley es una especie de James Dean que conduce de noche por el desierto mientras piensa en su amante, en las cosas que pasaron juntos y en las que pasarán cuando finalmente se reencuentren. Mientras, ella lo espera en su habitación, dando vueltas en la cama. Él la busca dentro del coche, pero ella todavía sigue lejos. A lo largo de todo el clip, imágenes distorsionadas y algo fantasmagóricas de Roy Orbison aparecen en varios televisores. Al final, el reencuentro se produce y, efectivamente, la pareja se besa y se abraza sobre el capó del coche y continúan su viaje juntos.

El que el argumento del vídeo sea tan simple quizá no nos debería sorprender mucho. Virgin sabía perfectamente que no hacía falta gastarse mucho dinero en guionistas cuando tenía a dos de las estrellas del momento, de las que estaban enamorados el 99% de la población mundial entre 15 y 35 años.

Priestley hacía dos años que se había convertido en una de las grandes estrellas de Beverly Hills 90210, conocida en España como Sensación de Vivir, una de las series icónicas de los años noventa, en la que interpretaba a Brandon Walsh. Por su parte, Connelly ya llevaba un tiempo siendo la ‘novia de América’. Quizá todo había empezado con su papel en Dentro del laberinto (1986) la película de fantasía de culto que protagonizaba junto a David Bowie. Más tarde, fue la primera opción para interpretar el papel que hizo famosa a Julia Roberts en Pretty Woman, aunque finalmente fue descartada porque era demasiado joven para hacer de prostituta. El año anterior al lanzamiento del vídeo, había protagonizado The Rocketeer, una película algo olvidada, pero que tuvo bastante repercusión en su momento, sobre una especie de superhéroe steampunk interpretado por Timothy Dalton.

Las caras de ambos actores ocupaban una semana sí y otra también todas las portadas de las revistas juveniles de medio mundo así que, ponerlos en este vídeo, era una jugada maestra. La discográfica sabía que la gente lo miraría solo para pasar algo más de tres minutos viendo la imagen en movimiento de sus ídolos y así fue. Fernandisco se cansó de ponerlo en Del 40 al 1, el programa de Canal + España que se había estrenado solo un par de años antes en la televisión de nuestro país.

El legado de un vídeo icónico

El vídeo de I Drove All Night es, sin duda, el testimonio de una época y de un tipo de estética muy concreta, la de la camiseta blanca y los vaqueros, que hunde sus raíces en la ropa interior de los soldados de la Marina de Estados Unidos. Después de la Segunda Guerra Mundial, poco a poco, esta humilde prenda fue abriéndose paso en el vestuario habitual de millones de hombres jóvenes y se convirtió en sinónimo de tipo duro. Recordemos, por ejemplo, las camisetas blancas que Marlon Brando luce en su película Salvaje (1950) o en Un tranvía llamado deseo (1951).

Este look simple y siempre efectivo, llegó a su apogeo en los años noventa, cuando hasta las grandes casas de moda, como Chanel, lo adaptaron para sus colecciones. Su simplicidad, su minimalismo, encajaban perfectamente en la esencia del coolness de aquellos años y en la nostalgia por la música y el estilo de mediados de un siglo XX que ya estaba terminando, que quedó definitivamente encapsulada en el vídeo de I Drove All Night.

Jennifer Connelly y Jason Priestley en los MTV Video Music Awards de 1991.
Jennifer Connelly y Jason Priestley en los MTV Video Music Awards de 1991.getty images

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_